los autos de 'junior'

JPF, una flota no tan honorable

¿Le compraría un coche usado a Jordi Pujol Ferrusola? Tiene varios de postín, aunque, según tres expertos, son más de postureo que de un coleccionista con buen gusto.

MERCEDES PAGODA 230 (1964). 20.000 euros. 150 CV. 2.300 cc

MERCEDES PAGODA 230 (1964). 20.000 euros. 150 CV. 2.300 cc

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Tres expertos en la materia, tres auténticos puretas --como suelen llamar en el mundo del alto coleccionismo a aquellos que llevan toda la vida en su seno y/o tienen o saben de coches clásicos como nadie--, tres sabios de los coches buenos y antiguos, dos de ellos poseedores de excelentes colecciones y otro especialista renombrado, han descrito la colección de coches clásicos (aquellos que tienen ya más de 25 años) de Jordi Pujol Ferrusola (JPF) como la galería, el hangar, «la colección, los caprichos de un auténtico nuevo rico». Eso sí, con algún «puntazo» notable «que hasta puede provocar cierta envidia entre los expertos», como puede ser, sí, el Lamborghini Miura.

«Yo estaba viendo en directo la comparecencia del hijo del expresident y, la verdad, jamás pensé que aparecería la historia de su colección», señala uno de los expertos, propietario de una de las mejores colecciones de España y Europa y que, como el resto de consultados, piden mantener el anonimato «dada la trascendencia del personaje». «Yo no estaba al loro de los modelos que tenía o había adquirido y, cuando fue describiéndolos, uno a uno, me sorprendieron dos cosas. Una, la baja calidad, como coleccionista, como inversión, como gusto de la lista y, sobre todo, el enorme desprecio y prepotencia que utilizó para describir algunas de sus compras. Me dio pena por él, que se las estaba dando de nuevo rico, y me dio lástima por aquellos señores, propietarios de algunos de aquellos coches, que se habían visto obligados por la crisis a vender su coche preferido, cosa que aprovechó Pujol Ferrusola para conseguir otro capricho más».

 Acaparar y fardar

 «A mí, la verdadtodo esto me recuerda a cuando se descubrió en París, hace algunos años, la colección de coches del hijo del dictador de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang  -añade el experto consultado, que posee un precioso y divertido Seat 600 Abarth Conti en su garaje, una virguería de coche-. Pujol Ferrusola no me parece otra cosa que un nuevo Teodorin, que guardaba dos Bugatti, dos Bentley, un Gallardo, un Rolls y hasta un Maybach con los que vacilaba al mundo en los Campos Elíseos los días que no estaba en su masión de Malibú. La colección descrita por el hijo del expresidente me parece la colección de un nuevo rico, de alguien que se compra coches para acaparar, para fardar, para enseñárselos a sus clientes y colegas y, sobre todo, que aprovecha la situación desesperada de gente necesitada para comprarse cualquier coche que pueda convertirse en un signo de ostentación».

 Los tres expertos consultados, que prefieren no emitir juicios técnicos demasiado rotundos sin ver el estado y, sobre todo, «la manera en la que han sido restaurados esos coches, en caso de que hayan necesitado una reconstrucción, pues hay maneras y maneras», creen que Pujol Ferrusola no es un coleccionista de verdad sino un «caprichoso». «Ningún gran coleccionista o amante de los automóviles clásicos mezclaría en su colección coches de la normalidad de un F40, un Testarossa o McLaren SLR con un maravilloso y sofisticado Lamborghini Miura, la envidia de medio mundo», afirma uno de los sabios.

A ese precioso y buscadísimo Miura («presentado en el Salón de Turín de 1968 y que provocó la envidia del mismísimo signore Ferrari», recuerda uno de los coleccionistas), hay quien añadiría, tal vez, el Porsche 356 («aunque deberíamos conocer su estado y cómo fue su restauración pues Pujol Ferrusola dijo que lo había encontrado en una finca, junto al Jarama, con unos perros que vivían dentro») y el Jaguar Type-E. «Sin embargo -afirma uno de los expertos- se debería levantar el capó de ese coche para saber cuántos cilindros tiene, porque ahora los hay desde 25.000 a 180.000 libras esterlinas, dependiendo del motor que lleven».

Los especialistas consideran que la colección, la flota, el garaje de Pujol Ferrusola tiene un punto «hortera» y de «rico especulador», aunque algunos de esos vehículos no son precisamente muy buena inversión. «Existían muchos rumores -relata el poseedor de una de las mejores colecciones de Europa- sobre los coches que acumulaba el hijo del expresident e, incluso, llegué a oír que poseía joyas o piezas tan estupendas como un Fiat Abarth 1.000 Biabero. Pero, por lo que veo, ni siquiera tiene un Lotus Elan, un coche que no es caro y que demostraría el amor de Pujol Ferrusola por el gusto por los clásicos. No es, no, una colección fina, desde luego». «Hubiese sido fabuloso -añade otro de los sabiosque hubiéramos descubierto que en su hangar tiene un legendario Hispano Suiza o, incluso, un Pegaso, pero eso ya hubiese sido de un nivelazo exquisito, sí».

Los tres Ferrari

Los tres consideran que ninguno de los tres Ferrari son gran cosa -«el F40, que había caído de precio, empieza a subir lentamente»-, el McLaren SLR -«lo difícil es que aparezca uno en el mercado, pues sus propietarios solo se lo venden por necesidad, pero buscados, buscados, no van»-, mientras que el Lotus Evora, el Mercedes Pagoda 230 («esta semana, en el Classic Auto, de Madrid, había cuatro a la venta») o el mismo Porsche Targa no dejan de ser «coches muy normalitos» e, insisten, fruto de la oportunidad de comprarlos a un precio destrozado por la imperiosa necesidad de su dueño de sacárselo de encima. 

Los precios de los automóviles de estas páginas son precios de mercado, no los que pagó Jordi Pujol Ferrusola.