Un joven imputado en Vilaller por amenazar con un puñal americano a los voluntarios

Miles de leridanos acuden en masa a participar en el 9-N, a pesar de la lluvia intermitente

EVA VISA / LLEIDA

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Miles de leridanos acudieron ayer en masa a los locales habilitados para el proceso participativo catalán, a pesar de la lluvia que cayó de forma intermitente durante toda la mañana. La imagen más repetida fue la del goteo constante de personas y la de las largas colas que se formaron en el exterior de los locales. La mayoría de los votantes estaban convencidos de que, con su acción, estaban escribiendo una página clave de la historia del país. Fueron también muchos los que, ilusionados, quisieron inmortalizar el momento con una fotografía sosteniendo la papeleta del 9-N. Agentes de los Mossos de Esquadra se repartieron por los diferentes puntos habilitados para la votación, aunque no identificaron a los voluntarios que abrieron los locales.

Todos los colegios electorales, 495 en la demarcación de Lleida, abrieron sus puertas puntuales a las nueve de la mañana, con fuertes aplausos de los que esperaban, con ansia, el momento. El único incidente remarcable en la demarcación de Lleida tuvo lugar en Vilaller (Alta Ribagorça) cuando un joven vecino de la localidad entró en la sala chillando que lo que se estaba llevando a cabo era ilegal. El presidente de la mesa, Toni Coll, explicó que el chico les amenazó con un puñal americano y que estaba a punto de agredir a uno de los voluntarios cuando agentes de la policía catalana intervinieron. El joven ha sido imputado por un delito de amenazas.

A parte de este episodio, las mesas de participación se constituyeron sin problemas y los más de 3.000 voluntarios trabajaron para que la jornada discurriera con total normalidad. "Cuando han dicho: comenzad a votar, visca Catalunya, me he emocionado. Es tan bonito esto", afirmaba Maria Besora, una de las primeras en votar en el instituto Torrevicens de Lleida. En algún momento la afluencia de votantes hizo que agentes de la Guardia Urbana tuvieran que regular el tráfico en los alrededores de los recintos electorales.

La consulta participativa en Lleida ha estado marcada por el carácter popular y festivo de la jornada. Muchos acudieron a expresar su parecer sobre la independencia de Catalunya ataviados con las camisetas amarillas y rojas de la 'V' del pasado 11 de septiembre. "No había visto en mi vida tanta gente con tantas ganas de votar. Es la primera vez que me hace ilusión esperar en una cola", afirmó Marta Ferré, una vecina del leridano barrio de Pardinyes. Pocos minutos después, Josep Sebastià depositó su papeleta en la urna. A sus 53 años, afirmó que hacía muchos años que no se iba a dormir tan nervioso. "Recuerdo la noche del sábado como cuando esperaba la llegada de los Reyes Magos", explicó.

Los cinco miembros de la familia Ramiro-Sanjuan acudieron juntos a otro de los puntos habilitados, el instituto leridano IES Ronda. Era la primera ocasión que uno de sus hijos, de 16 años, votaba. "Es un día muy especial para todos los catalanes. Hace años que esperamos este momento", explicaban. Sin embargo, algunas de las personas que esperaban su turno, decidieron abandonar la cola y volver a intentarlo unas horas más tarde. Otros, como el matrimonio octogenario Tarifa-Ocaña observaba los hechos de lejos. Ellos no votaron. "Somos de Extremadura, aunque hemos vivido casi toda la vida aquí. Catalunya es nuestra tierra, y así lo sentimos, pero no queremos la independencia", afirmaban casi al unísono.

En la ciudad de Lleida, se habilitaron 14 locales de participación, todos ellos situados en los Institutos de Enseñanza de la Generalitat. Lleida es la demarcación con más municipios de Catalunya pero menos votantes. La proximidad de los locales de participación al lugar de residencia permitió que muchos acudieran a los recintos a pie, resguardados bajo un paraguas. Sin embargo, los vecinos de entidades municipales descentralizadas, como Sucs o Raimat, situadas a una veintena de kilómetros de Lleida, tuvo que desplazarse con taxi, autobús o vehículo particular para poder ejercer su voto en el instituto de La Caparella, en la capital del Segrià, punto de votación también de los vecinos de la Horta de Lleida.

En la provincia leridana, hay cuatro municipios gobernados por el PP (Almatret, Benavent del Segrià, Bassella y Sant Martí de Riucorb) en los que sus alcaldes no cedieron un local municipal argumentando que encorrerían en un delito de desobediencia y que podrían ser sancionados por su partido. En estas localidades, los voluntarios habilitaron puntos de votación en locales particulares.

El alcalde de Lleida y presidente del PSC, Àngel Ros, votó en blanco porque argumentó que no le había gustado como se había hecho la consulta aunque reconoció la necesidad de convocar una en un futuro.