POLÉMICA DECISIÓN DEL CENTRO NACIONAL DE INTELIGENCIA

Jaque mate entre espías

A. BAQUERO / J. RICO BARCELONA
M. NAVARRO / MADRID

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Peón por peón. Alfil por alfil. En ocasiones, la actividad de los servicios de inteligencia se asemeja a una partida de ajedrez donde unos y otros se comen fichas (en forma de expulsiones). El proceso de expulsión de España de Noureddine Ziani, un destacado líder religioso y asociativo marroquí radicado en Catalunya, forma parte del particular escaque que los servicios secretos de España y Marruecos están jugando desde hace décadas.

Eso es lo que han asegurado a este diario fuentes de la lucha antiterrorista, que añaden que la expulsión de Ziani es una«venganza»del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) contra la Dirección General de Estudios y Documentación, el espionaje exterior marroquí. Con la expulsión de Ziani, el CNI devuelve la moneda de las anteriores expulsiones de agentes españoles en Marruecos. Al menos son tres los espías a los que Rabat ha invitado a salir de su territorio en los últimos cuatro años. El último recibió la orden hace apenas unos meses. Un portavoz del CNI negó ayer esta hipótesis y dijo«desconocer»ningún cese reciente.

Presión creciente

Para evitar que degeneren en una crisis diplomática, Rabat y Madrid siempre intentaron poner sordina a las salidas de agentes españoles, que solían llegar en forma de recomendaciones desde el Gobierno marroquí para relevar a tal o cual agente. Sin embargo, la creciente presión sobre la presencia de agentes españoles en Marruecos, en concreto en el norte, obligando a cerrar la antena en Tetuán, así como la salida de varios agentes de la ciudad de Nador parece haber llevado al CNI al convencimiento de que debía dar una señal a sus homólogos marroquís. Según fuentes de los servicios antiterroristas, esa señal es la expulsión de Ziani, a quien se considera un agente marroquí cuya misión principal sería, desde su puesto como presidente de la Unión de Centros Culturales Islámicos de Catalunya, tener bajo control a las mezquitas en territorio catalán.

Para ello, explican dichas fuentes, Ziani contaba con recursos casi ilimitados. Así, hace pocos meses, ofreció supuestamente 500.000 euros a los responsables de la junta de la mezquita de Cornellà para acabar las obras, a cambio de que adoptaran una postura más proclive a las tesis de la monarquía marroquí. Además, en los últimos meses, según confirmó el portavoz del CNI, Ziani había contribuido a la expansión en Catalunya del salafismo, la corriente más ultraconservadora del islam. Una tesis que el CNI asegura tener«perfectamente documentada»en el informe que han presentado al Ministerio del Interior, que ya ha iniciado el expediente de expulsión, y al que Ziani presentará alegaciones. En algunos servicios antiterroristas han sorprendido los vínculos que el CNI achaca a Ziani con el salafismo y recordaron que su nombre nunca ha aparecido en las reuniones del Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista. Otras fuentes apostaban por su radicalismo.

Todos estos ingredientes se mezclan con el compromiso de Ziani con las tesis independentistas, que le llevaron a liderar el Espai Catalanomarroquí de la fundación Nous Catalans, entidad que, dirigida por el responsable de inmigración de CDC, Àngel Colom, le arropó ayer en su primera comparecencia. Ziani lo negó todo: que sea un«salafista radical»y que trabaje como espía, dos acusaciones que, dijo, se contradicen. Se declaró«indignado»por la«injusticia»que sufre y, aunque eludió expresiones como«complot»o«montaje»-que sí empleó Colom-, sugirió que su expulsión solo se explica políticamente.

«Me sorprendería que fuera por otra cosa»,afirmó tras preguntarse si es delito«ser nacionalista o independentista».Reclamó al Estado que le permita defenderse y zanjó que su único«delito»es explicar en las mezquitas catalanas su posición en pro del Estado propio,«sin obligar a nadie a compartir esas tesis». El portavoz del Govern, Francesc Homs, extremó la cautela y se limitó a señalar que sería«profundamente grave»que el CNI actuase por motivaciones políticas. Una hipótesis que, sin embargo, su partido ya ha dado por segura, llevando el caso a la Comisión Europea.