Isabel Bonig releva a Fabra como líder del PP valenciano

Bonig, Cospedal, Fabra y Barberá, ayer en Valencia.

Bonig, Cospedal, Fabra y Barberá, ayer en Valencia.

LAURA L. DAVID / VALENCIA

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Se vio poco en Valencia a la secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, durante los últimos cuatro años de presidencia de Alberto Fabra, con quien protagonizó más de un rifirrafe verbal y algún desencuentro en el seno del partido. Ayer, en cambio, Cospedal sí acudió para supervisar la despedida de Fabra como presidente del PP valenciano. La secretaria general asistió a la reunión conjunta del comité ejecutivo regional y la junta directiva regional del PPCV que ayer tarde aprobó la renuncia de Fabra y la designación de Isabel Bonig, hasta entonces coordinadora general del PP valenciano, como su sustituta hasta el nuevo congreso del partido a principios de 2016.

Acabado el cónclave, Cospedal anunció la noticia y se marchó sin admitir preguntas, ni antes ni después de la reunión. Bonig es, según la secretaria general del PP arropada por el propio Fabra y los presidentes provinciales del partido, una mujer «valiente, inteligente y con convicciones» y vaticinó que será una presidenta «magnífica».

DECISIÓN «CONSENSUADA»/ Cospedal escenificó así el apoyo de Génova a la propuesta de Bonig, que calificó de «consensuada y compartida» por las direcciones provinciales del PP en la Comunidad Valenciana. Para todos ellos, dijo, es «la mejor persona», porque reúne  las «ganas y el empuje» para ser presidenta del PPCV para esta «nueva época». Sin embargo, Bonig defendía acto seguido su elección por una cuestión de reglamento pura y dura. Los estatutos, explicó, «prevén que (la presidencia) recaiga en la coordinadora general hasta que se celebre el próximo congreso regional».

Antes, Cospedal se había esforzado en levantar el ánimo y dar una imagen de unidad del partido cara a las elecciones generales. «Desde el PP de toda España, el PPCV cuenta con nuestro apoyo y creo que se ha hecho por el PPCV una  magnífica elección porque va a dirigirlo de una manera muy acertada», pronosticó la secretaria general, que acabó elogiando la «fantástica labor» al frente del partido y de la Generalitat Valenciana en unos «momentos difíciles».

Con este movimiento, Génova aceleró la sucesión del líder popular en la Comunidad Valenciana, a pesar de  que Fabra hubiera preferido un cambio «tranquilo» y sin «dedazos». Bonig no era la favorita de Fabra -se inclinaba por que le relevase su portavoz en el Consell, María José Catalá-, pero sí el recambio designado por la dirección del PP. En el partido sigue sin haber sorpresas y Madrid desplegó para su relevo la misma tutela con la que él (igual que sus predecesores en el cargo, Francisco Camps, José Luis Olivas y Eduardo Zaplana) llegó a la presidencia.  No obstante, Fabra no se salió ayer del guion y mantuvo su tono de perfil bajo para reiterar que, tras la sangría de votos en las últimas elecciones autonómicas y municipales, él era «el primero que tenía que dar un paso atrás» para posibilitar una transición que no «generara tensión».

La nueva presidenta del PPCV, elegida por aclamación y unanimidad, según la versión oficial, ocupará el cargo en teoría hasta el próximo congreso, aunque Bonig se apresuró ya en la primera oportunidad de que dispuso tras su nombramiento a matizar que la suya no es una «presidencia de transición». Su reto, dice, es"recuperar al PP como gran partido del cambio sosegado y la prosperidad. Pero Bonig no es precisamente una mujer tranquila. Y ayer ya demostró que dará que hablar.

«Yo cuando estoy en una cosa, me entrego hasta el final», explicó tras rechazar abrir el partido a algún tipo de experiencia participativa más allá del congreso, criticando sin citarlos a los que piden «4.000 o 5.000 avales» para presentarse a las primarias (en alusión al PSOE) o a aquellos en cuyas primarias «solo participa el 15% de sus militantes» (en relación a Podemos).

THATCHER O ISABEL LA CATÓLICA /  Consejera de Infraestructuras y Territorio nombrada por Camps en sustitución de Juan Cotino cuando el nombre de aquél ya sonaba ligado a la trama Gürtel, Bonig debutó en la política autonómica imputada (imputación que a posteriori fue desestimada) en un caso de presunta prevaricación urbanística por su gestión en el pueblo del que era alcaldesa, la Vall d'Uixó.

Hija y nieta de socialistas, pero militante desde los 25 años de Nuevas Generaciones del PP, «liberal», «de derechas», «guerrera», «española y valenciana», son algunos de los calificativos con los que gusta de autodefinirse Bonig, que representa el ala más derechista del PP valenciano y quien desde hace años siempre luce pulsera-bandera de España. Aunque, por encima de todas las cosas, ella prefiere presentarse a sí misma, como «la Thatcher de la Vall d'Uixó». El apelativo la califica más por su identificación con las ideas ultraconservadoras de la política inglesa, que por la trascendencia de sus actuaciones. En su pueblo, la oposición también solía llamarla «Isabel la Católica». Su acción al frente del PPCV decantará cuál de los dos apodos acaba consolidándose.