Mujer y política: en la diana del machismo

Ada Colau

Ada Colau

LAURA PUIG / BARCELONA

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¿Se imaginan a Pablo Iglesias en la tribuna del Congreso reprochando a Pedro Sánchez que no sea capaz de pasar la aspiradora? ¿O a cualquier dirigente del PP tachando de 'chapero' barato a Albert Rivera después del acuerdo firmado con el PSOE? Pues es lo que les sucede a un número inaceptable de políticas españolas, víctimas del machismo más recalcitrante por parte de algunos compañeros, que, al margen de su color político, echan mano de apelativos con connotaciones sexuales o alusiones a las tareas domésticas para descalificar a sus adversarias. Y aunque la mayoría rectifican, el mal ya está hecho. El último ejemplo lo ha protagonizado el concejal del PP en Palafolls, Óscar Bermán, quien afirmó que Ada Colau, "en una sociedad seria y sana, estaría limpiando suelos y no de alcaldesa de Barcelona". Pero no es el único.

Para condenar esta deriva, diputadas, regidoras y militantes de la CUP realizaron el pasado mes de enero una denuncia llamativa. Frente a un micrófono, Anna GabrielGabriela Serra y Eulàlia Reguant verbalizaron algunos de los calificativos que han tenido que sufrir: puta, traidora, malfollada, vieja, gorda, fea, retrasada, estúpida, corta. "No hemos venido a gustar ni a ser reconocidas por nuestro físico o carácter. Estamos aquí para luchar por nuestros derechos y cuando nos tocan a una, nos tocan a todas", clamaron.

El Institut Català de les Dones censura duramente estas prácticas. "Muchas mujeres políticas dicen sentirse tratadas como si estuviesen en un terreno que no es el propio, como si estuviesen jugando en el campo del contrario. Y esto no puede ser. Hace demasiado tiempo que dura esto", asegura Teresa M. Pitarch, directora del organismo. A su juicio, el proceso histórico de la incorporación de la mujer a la política iniciado hace más de 80 años "no se puede dar por acabado ni normalizado". Y fía a la ley de igualdad efectiva la aplicación de las medidas necesarias para "promover el cambio cultura y social" que debe llevar a la erradicación de los "antiguos estererotipos".

Por su parte, el colectivo Feministes de Catalunya denunció recientemente que este tipo de descalificaciones son "un tipo de violencia machista" que busca "intimidar y desincentivar" el trabajo de las mujeres en el ámbito de la representación política.

LOS CASOS MÁS SONADOS

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, fue objeto de un comentario similar por parte del actual presidente de Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano García-Page. En una entrevista concedida a la agencia Europa Press en agosto del 2014, cuando estaba en la oposición, Page afirmó que el caso de los 'papeles de Bárcenas' surgió porque los dirigentes del PP "no saben hacer nada sin la chacha", y remachó: "Lo cierto y verdad es que no pienso que Cospedal sepa pasar la aspiradora". Unas declaraciones que levantaron tal polvareda que obligaron al barón del PSOE a desdecirse y aclarar que se refería a la "limpieza política del PP en su casa".

Otra dirigente política víctima de un descalificativo de estas características es la ministra de Empleo en funciones, Fátima Báñez, a quien el secretario de organización del PSOE de Huelva, Jesús Fernández Ferrera, mandó en marzo del 2013 a "hacer punto de cruz" a su pueblo después de hacerse públicos los datos del paro (en Andalucía la tasa experimentó un alza del 2,06%). Igual que Page, Fernández Ferrera pidió disculpas poco después y aseguró que su intención no era "minusvalorar esta labora artesanal, ni mucho menos considerar que las mujeres tengan la exclusividad de esta tarea".

COMPLEJO DE SUPERIORIDAD

La base del machismo es la consideración de que el hombre es superior a la mujer porque sí. Por eso el recurso a esta supuesta ventaja por cuestión de sexo también está presente en los oprobios a diputadas, concejalas y dirigentes de partidos.

El caso más paradigmático es el del actual comisario europeo de Clima y Energía, Miguel Arias Cañete. En una entrevista posterior al cara a cara que protagonizó con la socialista Elena Valenciano durante la campaña de las elecciones europeas de mayo del 2014, en respuesta a los requerimientos por su tibieza, el popular espetó: "El debate entre un hombre y una mujer es muy complicado. Porque si haces un abuso de superioridad intelectual parece que eres un machista que está acorralando a una mujer indefensa". Cañete tardó cinco días en pedir perdón.

Igual o más desagradable fue el alcalde de Carboneras (Almería), Salvador Hernández, al mandar callar a una concejala del PSOE durante un pleno: "Cállese y guarde el respeto cuando está hablando un hombre".

EL FÍSICO Y EL COMPONENTE SEXUAL

Aunque los comentarios machistas más utilizados versan sobre el aspecto físico, amén de los descalificativos de contenido sexual. En la lista de damnificadas está la portavoz del PSOE de Castilla-La Mancha, Cristina Maestre, a quien el alcalde de Villares del Saz (Cuenca), el popular José Luis Valladolid, llamó a través de Facebook "puta barata podemita" por reclamar al PP que "dejara trabajar" a los socialistas, que en las elecciones autonómicas recuperaron el poder en esta comunidad autónoma. Valladolid pidió "mil veces perdón" y achacó su comentario a "una confusión".

La vicepresidenta del Gobierno central en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, fue objeto del comentario soez de un concejal del BNG en Cambados (Pontevedra), Xaquín Charlín, en junio del 2013. En una entrada en su blog personal, la calificó de "chochito de oro" por gastarse "40.000 euros en ginecólogo". El Ejecutivo aclaró entonces que se trata de un complemento de revisión ginecológica que incluye un programa de prevención del cáncer de útero y del que se benefician todas las trabajadoras de la Moncloa. Charlín retiró el comentario tras recibir las quejas de colectivos de mujeres y de su propio partido.

Cabe recordar en este punto al exalcalde de Valladolid Javier León de la Riva y el análisis que realizó de la toma de posesión de Leire Pajín como ministra de Sanidad y Política Social en octubre del 2010: "La Leire Pajín es una chica preparadísima, hábil, discreta, que va a repartir condones a diestro y siniestro por donde quiera que vaya y va a ser la alegría de la huerta (...). Cada vez que le veo la cara y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a decir aquí". Igual de censurable que los insultos que reciben casi a diario en Twitter la diputada de Podemos Tania Sánchez ("puta", "zorra asquerosa" o "zorra de mierda") o la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes (para quien se llegó a crear el 'hashtag' #putacifuentes).

EJEMPLOS EN EL EXTERIOR

Pero los comentarios machistas no son propiedad nacional. En Alemania, el vestido elegido por Angela Merkel en la inauguración de la nueva ópera de Oslo en abril del 2008, con un pronunciado escotegeneró una cascada de titulares de dudoso gusto en la prensa sensacionalista: "Merkel saca pecho" o "Merkel enseña escote", son algunos ejemplos. La cancillera respondió con elegancia y sentido del humor y, a través de un portavoz, señaló que estaba "un poquito sorprendida". "No esperaba provocar tal furor con el traje de noche, que no era más que un intento de salir de la rigidez del vestuario de un jefe de Gobierno en una noche de ópera", añadió, antes de recalcar que continuaría "eligiendo su vestuario según su gusto personal, a su antojo".

La expresidenta chilena Michelle Bachelet también sufrió durante su mandato comentarios de esta naturaleza. Uno de los peores fue el que vertió el actor Pablo Schwarz, crítico con la, a su juicio, tibieza de la mandataria. Por ello le lanzó este consejo: "Si yo fuese su asesor, que te prometo que me encantaría serlo, le diría que no a las lágrimas. Que lo que requiere su prestancia es dureza. Mano dura. Le recomendaría incluso que se saque las tetas".