MIRADOR

Empresarios inquietos pero discretos

El sector de la empresa familiar lamenta que la incertidumbre política retrasa muchas inversiones

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy.

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. / periodico

JOAN TAPIA

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El Instituto de la Empresa Familiar (IEF) que agrupa al centenar de empresas españolas más importantes con accionista determinante (muchas de ellas catalanas) ha celebrado esta semana en A Coruña su asamblea anual (la 19). Y, como cada año, ha hecho una encuesta entre sus socios pidiendo que valoren la situación política y económica en una escala de 0 a 9.

La situación política ha obtenido una nota muy baja, un 1,79, inferior al 2,08 del 2015. Este descenso se debe a la parálisis provocada por la existencia de un Gobierno en funciones desde hace un año y por las muchas incógnitas políticas. Aunque no haya terceras elecciones, hay en España pocos precedentes de un gobierno minoritario sin pactos --o posibles pactos-- que garanticen la aprobación de leyes importantes, como la de presupuestos. Por el contrario, la situación económica --un 5,31-- tiene una mejor valoración y es igual a la del año pasado. Los del IEF creen que la economía va razonablemente bien.

La encuesta plantea algunas incógnitas. La primera es la razón por la que los empresarios muestran públicamente escasa inquietud pese la preocupación que confiesan. La CEOE se ha limitado a decir generalidades sin demasiado énfasis; quizá lo más relevante en este terreno es que Juan Rosell ha fichado al exdiputado Josep Sánchez Llibre, antiguo segundo de Josep Antoni Duran Lleida, para las relaciones de la patronal con el Congreso.

Y el Consejo General de la Competitividad que creó César Alierta, al que en medios periodísticos se conoce como el Ibex 35, incluso ha anulado algunas de sus reuniones en el último año. Una posible razón es que la situación política era juzgada todavía peor en años recientes. En el 2014, la nota fue un mísero 1,08. Otra es que el empresariado puede haber concluido que la exposición pública de su preocupación podía ser ineficaz o incluso contraproducente.

PESIMISMO O TEMOR

¿En crisis política, mejor callados? Sería una actitud prudente, muy distinta de pasados discursos altisonantes. Puede obedecer a cierto pesimismo sobre su capacidad de influencia o al temor a posicionarse ante una situación cambiante.

Por otra parte, otra encuesta de KPMG entre un universo más amplio de empresas familiares situaba la incertidumbre política como el principal problema de las empresas españolas (para un 55% frente a solo el 37% de las europeas). Y esta incertidumbre puede tener consecuencias económicas negativas. Una impresión bastante extendida entre los reunidos en A Coruña es que la economía ahora va bien (el consumo de las familias crece a un ritmo anual del 3,5%) y la exportación tira, pero que las incógnitas retrasan muchas decisiones de inversión. Y el retraso comportará obligatoriamente a medio plazo una pérdida de competitividad y un menor crecimiento.

En suma, los empresarios están preocupados por las consecuencias económicas de la parálisis política, pero se inclinan por la discreción. Quizá intuyen que el mapa político revuelto está para quedarse, al menos una temporada. Hagan lo que hagan y digan lo que digan.