Iglesias reta a Rajoy a un cara a cara "cuando y donde quiera"

IOLANDA MÁRMOL MADRID

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Los edificios no se mueven pero ayer Pablo Iglesias consiguió trasladar el Congreso de los Diputados al Círculo de Bellas Artes, donde se comportó como líder de la oposición, deconstruyó el discurso triunfalista de Mariano Rajoy y ametralló con una batería de promesas que no suenan a nuevo, pero que consiguieron una ovación atronadora entre las mil personas que presenciaron el otro debate del estado de la nación. Este, fuera del Parlamento.

Rodeado por la cúpula del partido -a excepción de Juan Carlos Monedero, que no asistió al acto- Iglesias fue recibido a gritos de «¡Pablo presidente!» y, tras proyectar parte del discurso de Rajoy del martes, se dirigió a él para decirle que han demostrado ser «un Gobierno inútil». El secretario general de Podemos se comportó desde el minuto uno como el líder de la oposición, que «por circunstancias excepcionales no está en el Congreso» y reclamó al presidente un cara a cara en televisión «cuando quiera y donde quiera». A la espera de ese duelo, Iglesias retó a Rajoy a ir con él a ver el país real que sufre la crisis y que el jefe del Ejecutivo no refleja en sus discursos. «Vengase conmigo a donde está la gente, venga a conocer la realidad de mi país», le dijo.

Rechazo a las amenazas

¿Cuál es el país de Iglesias? El de ciudadanos diezmados por la crisis, empobrecidos por la austeridad que la troika consiguió imponer gracias a la falta de autoridad de los políticos españoles en Bruselas. «Y para los que están muertos de miedo con las amenazas: a nosotros no se nos puede amenazar». Iglesias analizó la situación económica y perfiló algo más un paquete de medidas inspiradas en el borrador que presentó antes de fin de año. Entre ellas, un impuesto para ricos, políticas contra el fraude, quitas de la deuda, un plan para evitar el sobreendeudamiento, una ley de segunda oportunidad, y una batería de iniciativas para apoyar a los autónomos.

«Vamos a introducir un impuesto sobre la riqueza, un impuesto a las grandes fortunas. Porque la renta puede esconderse en un paraíso fiscal, pero es más complicado llevarse la mansión a Suiza. Se lo puede preguntar a los extesoreros de su partido», lanzó Iglesias, que puso como ejemplo la tasa establecida por el Gobierno francés a las grandes fortunas. «Queremos ser un país serio, no de chorizos donde haya cargos políticos negociando con empresarios en reservados de restaurantes o en palcos de campos de fútbol», anunció en un alegato contra la corrupción que fue el corazón de un discurso en el que abrió el partido a todos los ciudadanos. «Vengan de donde vengan».