Pablo Iglesias exigirá el referéndum para investir presidente

IOLANDA MÁRMOL / BARCELONA

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Pablo Iglesias desveló este miércoles, por sorpresa, una relevante carta que podría jugar en la negociación con el resto de partidos tras el 20-D. El referéndum vinculante en Catalunya será un requisito irrenunciable para que Podemos apoye la investidura de cualquier otra fuerza política a presidir el Ejecutivo, en el caso de que no logre ganar las elecciones pero sea clave para gobernar.

El compromiso lo formuló, a modo de respuesta, en el coloquio Primera Plana de EL PERIÓDICO, y sorprendió incluso a los suyos porque hasta este momento Iglesias se había mostrado esquivo ante las hipótesis de pactos postelectorales y se limitaba a repetir el mantra de que Podemos “sale a ganar”  de modo que hablar de acuerdos antes del día  21 de diciembre era hacer castillos en el aire.

“Por supuesto que sí. El referéndum sería condición”, admitió Iglesias esta vez. El compromiso es especialmente significativo porque, aunque Podemos incluye el referéndum vinculante en sus cinco propuestas para reformar la Constitución, ningún miembro de la dirección del partido había confirmado hasta este momento si estos ejes eran intocables en una mesa de negociaciones o solo la base para empezar a dialogar con otros partidos tras las elecciones. De hecho, los dirigentes podemistas habían eludido por activa y por pasiva decir si bloquearían una investidura por defender la consulta en Catalunya.

FUERZA PLURINACIONAL

Desvelada la carta, Pablo Iglesias abundó en la necesidad de obtener un resultado sólido el 20-D para poder así defender el derecho a decidir de los catalanes desde una posición de fuerza en Madrid. El secretario general se mostró convencido de que la remontada de Podemos cristalizará en las urnas. “Nuestras posibilidades de ganar las elecciones son enormes”, afirmó y reivindicó el la “altura de Estado” de su partido al ser la única fuerza estatal que defiende la consulta y la necesidad de construir un nuevo modelo territorial en el que todas las identidades se sientan representadas: el “país de países”.

“Somos una fuerza plurinacional que no es suficiente en si misma. Por eso hemos buscado alianzas”, reconoció, para aplaudir los pactos conseguidos en Catalunya -En Comú Podem-; Galicia -En Marea- y en la Comunidad Valenciana, -Compromís-Podemos-. La reivindicación de esos acuerdos es una metáfora que ayuda a comprender los retos que ha ido afrontando Podemos en el primer año desde su fundación. No quería convertirse en una "sopa de siglas" -y desdeñó un pacto estatal con IU- pero comprendió que, en algunos territorios, el partido no podía crecer si no era de la mano de otras formaciones amigas.

Con esas alianzas tejidas, Podemos deposita ahora en estos territorios la fuerza para impulsar su remontada. Especialmente en Catalunya, donde el Centro de Estudios Sociológicos (CIS) augura que la coalición En Comú Podem será la opción más votada el 20-D y le otorga hasta 11 diputados. Con el ánimo crecido por el auge que creen estar viviendo en la campaña electoral, los dirigentes del partido confían en rebasar esas expectativas mantienen más vivo que nunca el compromiso de que que los diputados catalanes tengan un grupo propio en el Congreso de los Diputados. 

DARDO AL PSC

En la encarnizada disputa con el PSOE por conseguir el voto de los electores indecisos, y animado por los resultados del debate electoral del pasado lunes, que según las encuestas ganó, Pablo Iglesias lanzó algunos de sus dardos envenenados contra los socialistas. No respondió a las críticas altisonantes de Felipe González, ni tampoco a las del candidato, Pedro Sánchez, que apeló a los suyos a sacar "la raza". De hecho, ni siquiera nombró a su rival. Fue directo al campo de batalla en el que se encontraba: el catalán.

Afeó al PSC su ambigüedad respecto al reto independentista en Catalunya y la achacó a las directrices que, asegura, reciben los dirigentes catalanes desde la sede socialista en Madrid. “Creo que incluso el PSC si no tuviera una relación de dependencia jerárquica con el el PSOE estaría diciendo cosas mucho más razonable y coherentes”, señaló y reivindicó que su partido, en Catalunya, no obedece a órdenes de la dirección estatal. 

Consciente de que su electorado potencial proviene de filas socialistas, Iglesias mide hasta donde tensar los ataques y critica la deriva del PSOE, pero salvaguarda la memoria de dirigentes históricos que continúan siendo un referente en la retina de la nostalgia para miles de ciudadanos. En ese contexto, elogió la figura del socialista Pasqual Maragall y su valentía al hacer públicos los casos de corrupción en Catalunya.

El dirigente podemista auguró que, tras el 20-D, el PSC admitirá que fue un error no defender una consulta en Catalunya y limitarse a aceptar el modelo federal que propone el PSOE para abordar los conflictos territoriales. “Muchos sectores del PSC dirán ‘ya está bien, esto no se soluciona trasladando el Senado a Barcelona. Se soluciona votando’”.

En el turno de críticas, insinuó que los dirigentes de Democràcia i Llibertat estarían amedrentados por un referéndum apoyado desde Madrid. "" A lo mejor [Artur] Mas y [Francesc] Homs no quieren que se vote. Si no quieren que haya referéndum en Catalunya, que lo digan abiertamente", retó. 

C’S, TOCAR PODER

Respecto a Ciudadanos, el otro partido emergente a quien Podemos disputa la etiqueta del “cambio”, Pablo Iglesias admitió que le “encantaría” poder llegar a acuerdos en materia de regeneración, pero puso en duda que sea posible. “No creo que Ciudadanos sea muy de derechas o muy de izquierdas. Es de lo que haga falta con tal de tocar poder”, reprochó. En el enredo de la conspiratoria de pactos postelectorales, Iglesias exigió a Rivera que clarifique a quién apoyaría tras el 20-D. “Si es verdad que Ciudadanos tiene un acuerdo con el PP, que lo diga claramente o lo desmienta claramente”, reivindicó.