El futuro del autogobierno

El Govern amaga con proclamar el Estado catalán tras las elecciones

PREPARANDO EL DEBATE. El 'president' Mas, ayer, consultando unos documentos en la antesala de su despacho en el Palau de la Generalitat.

PREPARANDO EL DEBATE. El 'president' Mas, ayer, consultando unos documentos en la antesala de su despacho en el Palau de la Generalitat.

FIDEL MASREAL
BARCELONA

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Sin frenos. Así se desplaza por el momento la máquina convergente ante la nueva etapa abierta tras el rechazo frontal del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, al pacto fiscal delpresident Mas. En la cúpula de CDC ayer nadie podía disimular la euforia por estar asistiendo a lo que consideran un proceso imparable hacia la independencia de Catalunya. La mejor muestra de ello fueron las palabras del portavoz del Govern, Francesc Homs, dejando abierta la puerta para que tras las más que probables elecciones de finales de noviembre, el Parlament proclame el Estado catalán o convoque un referendo independentista.

«Todo es posible», es la frase más repetida en el Govern y en CDC, mientras que sus socios democristianos asisten con una indisimulada preocupación a esta aceleración soberanista. Un destacado dirigente de Unió no ocultaba ayer su profunda preocupación por las palabras de Homs. «Se equivoca al 100%», afirmó, al tiempo que decía confiar plenamente en elseny de Mas para evitar una deriva hacia terrenos de ruptura de la cohesión social.

RECELO DEMOCRISTIANO / «Se trata de no desinflar la ilusión actual pero manteniendo la prudencia», resumió este dirigente. Quizá por ello, y en busca de un punto intermedio entre el independentismo desatado de CDC y el inmovilismo, el líder democristiano, Josep Antoni Duran Lleida, propuso ayer que el siguiente paso a dar sea la soberanía fiscal. Es decir, la constitución de una Hacienda catalana de forma unilateral. Una ruptura con las estructuras fiscales del Estado que hasta hace pocas semanas era vista en Unió como una temeridad condenada al fracaso.

En lo que existe unanimidad en CiU es en que quien decidirá qué, cuándo y cómo es un Artur Mas cuyo poder interno ha crecido hasta tal punto que ayer un dirigente de CDC pronosticaba que será Mas, y no Jordi Pujol, elpresident más recordado dentro de 30 años. Ajeno a esta euforia, Mas ha abierto un discreto e intenso periodo de consultas. No solo con los líderes de los partidos catalanes sino con voces autorizadas de la sociedad civil catalana. A partir del resultado de estas conversaciones, elpresidentdiseñará los próximos pasos de cara al futuro.

Un futuro en el que el contexto internacional tendrá un papel decisivo. El Govern lleva meses alentando la cuestión catalana en los medios de comunicación extranjeros. Quizá fruto de este empeño, cabeceras como la delWall Street Journalpronostican que la ruptura entre Catalunya y España se va a acelerar.The New York Times alerta a Mariano Rajoy de que la cuestión catalana se ha convertido en su principal problema interno al haber «fracasado» en su intento de suavizar el conflicto.

Con esta oleada favorable, Mas trabaja con una hoja de ruta basada en tres conceptos: el respeto a la voluntad de los catalanes, la resistencia ante Madrid y la necesidad de que todo ello se haga mediante mayorías sociales amplias. Unió advierte, respecto a esta última premisa, de que cualquier decisión que rompa la cohesión social «está condenada al fracaso».

Por ello, tras las elecciones, las siguientes etapas (proclamación del Estado catalán en el Parlament, referendo sobre la autodeterminación, Hacienda catalana) se darán en función de cuántos diputados soberanistas (se entiende que de CiU, ERC e ICV-EUiA) ocupen el hemiciclo. Si son más de dos tercios de la Cámara, entonces sí que, según insisten en CDC, «todo será posible».