Gobierno y PP se reparten la estrategia frente al 9-N

El portavoz del PP, Alfonso Alonso, y Soraya Sáenz de Santamaría.

El portavoz del PP, Alfonso Alonso, y Soraya Sáenz de Santamaría.

GEMMA ROBLES / JUAN RUIZ SIERRA
MADRID

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El Gobierno y el PP han decidido repartirse los papeles a desempeñar frente al 9-N. Así, mientras el Ejecutivo central se escuda en el mensaje institucional y pide «bajar el suflé» en Catalunya -esto una vez que ha dejado el futuro de la consulta en manos del Tribunal Constitucional-, la dirección del partido se va a encargar de hacer los discursos más duros (como se constatará a partir de hoy en la cumbre que los populares celebran en Guadalajara). Y en manos del PP catalán queda, por acuerdo con la Moncloa, el seguimiento de las «provocaciones» diarias que puedan llegar desde partidos o instituciones, como ayer se evidenció con la decisión de Alicia Sánchez Camacho de dar cuenta a la Fiscalía sobre el nombramiento de los miembros de la comisión de control de la consulta. «Por el momento informamos al fiscal porque es importante que se sepa que no pasaremos ni una. Si [Artur] Mas llegara a firmar su nombramiento, estaremos hablando de otra», apuntan desde el PPC.

Sánchez Camacho ya amenazó el lunes desde Madrid con acudir a los tribunales si la Generalitat no suspendía su campaña, una vez que el TC había decretado la suspensión cautelar de la consulta. Y así seguirá, avisan desde su entorno.

Desde el Gobierno central ayer se pronunciaron, entre otros, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que respondió a las manifestaciones que tuvieron lugar en la tarde anterior en Catalunya -«respetamos la libertad de expresión, que es respetar la Constitución», afirmó-; el titular de Economía, Luis de Guindos, quien apuntó que la independencia catalana no es considerada una alternativa «viable» tampoco por los inversores, y el titular de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, que dijo que si se respeta la ley en Catalunya «todo es posible». El ministro reconoció que en este conflicto «probablemente se han hecho muchas cosas mal» por ambas partes, en alusión al Gobierno central y al catalán. «Ahora de lo que se trata es de bajar el suflé, de curar heridas», añadió.

En las filas socialistas también hubo ayer movimientos en torno al proceso: Pedro Sánchez devolvió el golpe que el día anterior le había dado Mariano Rajoy quien, el martes, en el Senado, ridiculizó la propuesta del PSOE de un cambio federal de la Constitución, tachándola de simple «eslogan» y dejando claro que no es su «prioridad».

EL PSOE REPRENDE A RAJOY / El jefe de la oposición insistió en que secunda los recursos del Ejecutivo contra la consulta de noviembre, pero esta vez puso el foco en las críticas al PP. «El inmovilismo de Rajoy es gasolina para el independentismo», sostuvo Sánchez en la Sexta. Son las palabras más duras que hasta ahora ha pronunciado el líder del PSOE contra el presidente sobre el conflicto territorial. Los socialistas se mueven entre el apoyo al Gobierno frente a una consulta que también consideran «ilegal» y las críticas a Rajoy y Mas.

Cosa rara en el PSOE, en esta ocasión no hay debate interno en sus filas, sino que todo el partido se muestra cómodo con la oferta de modificación de la ley fundamental, que una vez aprobada debería ser votada en referéndum por todos los ciudadanos y después derivaría en un nuevo Estatut para Catalunya. Pero Pedro Sánchez no cree que su iniciativa vaya a poder prosperar a corto plazo. «Ahora mismo, Rajoy es más presidente del PP que presidente del Gobierno -señaló-. Está en pleno cálculo electoral».