PERFIL

Germà Gordó, el fontanero católico y pactista de CDC

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FIDEL MASREAL / BARCELONA

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Germà Gordó (La Pobla de Segur, 1963) es un hombre casado y con tres hijos, abogado de profesión y profundamente vinculado a la política, a Convergència y al Govern casi desde el inicio de su carrera. Ya en 1988 era responsable de relaciones institucionales de Ensenyament. Se trata de una persona ambiciosa y discreta al mismo tiempo y que ha presumido de estar entre los más cercanos a Artur Mas.

Ya en las juventudes del partido, la JNC, mostraba ambición, tal como explica Francesc-Marc Álvaro en el libro 'Ara sí que toca': "Nosotros, los que estamos aquí, dentro de 10 años hemos de estar dirigiendo este país. Por cojones hemos de ganar y estar dirigendo este país. Quiero que os lo metáis en la cabeza", sentenciaba a mediados de los 90.

Su perfil responde al de una persona de profundas convicciones católicas, que ha administrado mucho poder y con mucho sigilo durante mucho tiempo en Convergència. Fue gerente del partido y allí practicó, segun las diligencias del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC), labores de "conseguidor" para hacer posible que diversas empresas financiaran a Convergència -mediante sus fundaciones- a cambio de recibir encargos de la administración. Él siempre ha negado los hechos con contundencia e incluso en privado ha llegado a sostener que interpondría una querella contra los empresarios que le acusen de haber actuado contra la legalidad.

El pasado de Gordó está vinculado a cargos de responsabilidad muy cerca de la figura de Mas, con el que mantenía un estrecho vínculo. Fue el secretario del 'president' en su primera legislatura y 'conseller' de Justícia en la segunda. Cargos que, nuevamente, le permitían atesorar toneladas de información que iba dosificando y gestionando de forma siempre discreta, como corresponde a su talante personal.

POR LA VÍA PACTISTA

Ideológicamente se sitúa en espacios templados. Igual que en el movimiento independentista. Tanto es así que se desmarcó de la tendencia oficial en una conferencia en Barcelona en la que aseguraba que sin el aval del Estado era difícil llevar a cabo un referéndum. Y en una entrevista a EL PERIÓDICO hace tres años, se mostraba convencido -como todavía lo está en buena medida- de que el conflicto acabará con un pacto.

Su nombre aparece en las conversaciones del que fuera responsable de la Oficina Antifrau de Catalunya (OAC) Daniel de Alfonso con el entonces ministro del Interior Jorge Fernández Díaz. El primero lo situaba como la mejor alternativa para derrocar a Mas y dar por finiquitada la vía independentista volviendo a la conllevancia estilo la CiU de antaño.

CANDIDATO AL LIDERAZGO

Gordó ha defendido un espacio propio dentro de CDC y en el nacimiento del PDECat. Un espacio llamado Nova Convergència con el que trató hasta el último minuto de presentar candidatura a la dirección de la nueva formación política. Finalmente no dio el paso, pese a que aseguraba contar con apoyos suficientes para la victoria. Sus críticos le reprochan una manera de entender la política basada en intrigas y manejo de información sensible. Él ha reivindicado siempre el espacio centrado de Convergència y su cercanía a Mas.

En relación a las investigaciones del 3%, cuando el juez de El Vendrell apuntaba a la necesidad de investigarlo, Gordó se limitaba a negar categóricamente haber cometido ilegalidad alguna o que algún empresario u otras personas le hubieran incitado a ello. Y ha aguantado su etapa posgubernamental -tras la Conselleria de Justícia- con un escaño en el Parlament. Un asiento que ya no lleva las siglas ni del PDECat ni de JxSí, que lo han repudiado tras ser investigado por corrupción, sino de un diputado no adscrito que ha desoído los llamamientos a que deje su plaza. Por ahora descarta formar un nuevo partido político, aunque quiere seguir influyendo en ese campo a través de Nova Convergència. Por lo pronto, ha encontrado consuelo en que Mas calificara de "injusta" la decisión de sus exompañeros de partido de exigirle el escaño.