Las negociaciones

La Generalitat volverá a pedir el rescate el año que viene

Artur Mas, ayer antes de la comparecencia que protagonizó en el Parlament.

Artur Mas, ayer antes de la comparecencia que protagonizó en el Parlament.

RAFA JULVE
BARCELONA

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Si se interpretara como un ensayo de la próxima legislatura, la comparecencia de Artur Mas ayer en la Diputación Permanente del Parlament -en la que explicó la adhesión de Catalunya al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA)- sirvió para evidenciar que aún hay mucho resquemor entre CiU y el PPC tras la batalla del 25-N pese a que coinciden en la línea de ajustes; que el PSC e ICV-EUiA no dejarán de repudiar la vía de la austeridad y que ERC no comparte ciertas formas de los nacionalistas pero sí el fondo, que no es otro que criticar la «deslealtad» y el «estrangulamiento» del Ejecutivo central para con la Generalitat. En ese «injusto trato» encontró Mas uno de los apoyos para justificar que haya recurrido al rescate y para decir que lo volverá a pedir en el 2013 «porque no hay alternativa».

Elpresidenten funciones evitó entrar en detalles técnicos en su comparecencia ante la veintena de diputados presentes en la sala de grupos. Ni si quiera mencionó a cuánto asciende la cantidad solicitada para este año (5.370 millones de euros). Prefirió explicar cómo se ha llegado a esta situación y ampararse en que la UE no da margen a otra acción que no sea la de ajustar el déficit a costa de una austeridad que consideró excesiva aunque comparte a pies juntillas ese principio de no gastar menos de lo que se tiene. Acto seguido fue cuando echó gran parte de la culpa al «Estado central» por obligar a las autonomías a cumplir con el déficit a rajatabla mientras el Ejecutivo de Mariano Rajoy lograba que Bruselas le suavizara los límites.

«FONDO DE LIQUIDACIÓN» / Les hizo gracia a los diputados (salvo a los dos del PPC) que elpresidentse equivocara y lo llamara «fondo de liquidación» y no de liquidez («siempre funciona el subconsciente», sonrió Mas). Y también le agradó al líder de CiU que el aún diputado de ERC Joan Puigcercós recordara que el Gobierno central es un «moroso» que «tiene una deuda de 8.600 millones de euros con Catalunya».

Con el representante de Esquerra fue con quien el presidente se sintió más cómodo. Y en respuesta a una de sus preguntas fue cuándo más contundencia mostró al defender su deriva soberanista. Argumentó que si la Generalitat no se hubiera adherido al FLA hubiera caído en la «autoliquidación», y pese a que admitió que las condiciones son muy duras, aseveró que cumplir con todos los requisitos impuestos desde la Moncloa es la clave para que Catalunya se quite «la dependencia». No obstante, alertó de que un ajuste tan severo del déficit pone en riesgo los puntales del Estado del bienestar, por lo que dio a entender que no pondría la mano en el fuego de que su cumplimiento será total.

Menos complicidades se pudieron ver en el choque dialéctico entre Mas y la popular Alicia Sánchez-Camacho. Con la socialista Rocío Martínez-Sempere ya tuvo un encontronazo cuando esta llamó a CiU « campeones de la austeridad» y les afeó que no hicieran autocrítica. Sin embargo, con la líder del PPC elpresidentsubió el tono para avisarle de que el Gobierno de Rajoy no puede darle muchas lecciones de cómo combatir el paro. Camacho conminó a Mas a «hablar» y «tender puentes», pero al líder de CiU ayer le hacía más tilín lo que le decía Puigcercós.