El ultimátum de 'Ara és l'hora' da pie a la izquierda a presionar a CiU

XABIER BARRENA / JOSE RICO
BARCELONA

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Aire. El acto central de la campaña unitaria por el sí-sí de la ANC Òmnium el pasado domingo en la plaza de Catalunya de Barcelona ha proporcionado un inesperado balón de oxígeno a las fuerzas de la izquierda soberanista. Frente a sus más pesimistas previsiones, la vinculación que hizo la plataforma Ara és l'hora de su apoyo al nuevo 9-N a la convocatoria de elecciones ha abierto una puerta a ERC e ICV-EUiA para promover un nuevo frente unitario, en favor de la convocatoria inmediata de esos comicios, es decir, bajo el paraguas de los postulados de Ara és l'hora. Un intento más de demostrar que quien rompe la tan sacralizada unidad no son ellos, sino el Govern.

«El domingo, la sociedad civil le exige elecciones si quiere contar con su apoyo en el nuevo 9-N. La respuesta del Govern es blandir un presunto acuerdo con la CUP para demostrar que el nuevo 9-N tiene más apoyo que nunca. Y la CUP lo desmiente», relata con estupor una fuente conocedora del contenido del almuerzo. La reacción de Junqueras -que busca la unidad de acción de las izquierdas para, entre otros motivos, rehuir una lista conjunta con CiU- y Herrera fue ponerse de acuerdo y buscar la aquiescencia de la CUP.

Que republicanos y ecosocialistas viven su mayor grado de sintonía en años se constató ayer en un almuerzo en un restaurante apenas a 200 metros de la sede de ERC, que reunió a los máximos dirigentes de ICV, Joan Herrera y Dolors Camats, y a los de ERC, Oriol Junqueras Marta Rovira. En el ágape, ambas partes coincidieron en la «estupefacción» que les generaba la actitud del Govern.

Acabado el almuerzo, los interlocutores se trasladaron al Parlament para continuar la negociación, ya con la presencia del diputado de la CUP Quim Arrufat. Tras dos horas de reunión, republicanos y ecosocialistas pactaron un documento de tres puntos, que a última hora de ayer estaba pendiente de la ratificación de la CUP, cuyo objetivo es forzar al Govern a un acto de contrición: reconocer que ha renunciado a la consulta del 9-N en los términos previstos -algo que Mas admitió hace una semana- y convocar elecciones «inmediatas». A diferencia de la ANC y Òmnium, el texto no especifica plazo para esos comicios.

Sobre el nuevo 9-N, ERC e Iniciativa quieren que se convierta en una «movilización masiva y contundente» para denunciar al mundo que el Estado no deja votar a los catalanes, pero el documento evita respaldar abiertamente el nuevo formato propuesto por Mas. «Queremos un 9-N digno y que el Govern diga la verdad, que lo que nos plantea no es la consulta», resumen fuentes de la negociación. En esas condiciones, los ecosocialistas se abren a implicarse más en el 9-N y suavizar la hostilidad con la que acogieron el proceso participativo, a fin también de calmar a los sectores soberanistas del partido.

La conclusión de todo ello, según una de las partes, es que se demuestra que es el Govern de CiU el que rompe la unidad del frente soberanista y que, ahora, el Ejecutivo juega sus cartas «únicamente para su propio beneficio, como se demuestra con el episodio vivido por la CUP». Y, obviamente, que todo pasa por convocar elecciones anticipadas. Las tornas han virado, y si ahora la federación quiere ser parte de la unidad del frente deberá aceptar y dar suficientes pistas de que sí, en breve, aunque no sea antes del 9-N, Mas convocará elecciones.