Análisis
Exijamos responsabilidades
El 22 de diciembre empezará una nueva fase en que deberemos escucharnos, tolerarnos y soportarnos para poder pactar y convivir
Argelia Queralt
Profesora de Derecho Constitucional de la Universitat de Barcelona y analista de Agenda Pública
ARGELIA QUERALT
El 21 de diciembre se celebran en Catalunya unas elecciones autonómicas diferentes a todas las que ha habido hasta ahora. Y no porque vayan a ser plebiscitarias, que no lo son, ni sean un seudoreferéndum pactado, tampoco lo son, y, muchos menos, porque sean ilegítimas. Son unas elecciones convocadas de forma excepcional en un contexto extraordinario porque han sido convocadas por el presidente del Gobierno del Estado y no por el president de la Generalitat, como hubiera sido deseable. En este escenario, la ciudadanía catalana está llamada a expresar nuestras preferencias políticas.
La democracia representativa se basa en que la ciudadanía delega en una serie de representantes, elegidos por sufragio universal periódicamente, la gestión de la política. La ciudadanía a través de las elecciones traslada su confianza a unas personas que serán las que, en su nombre, tomen decisiones sobre la vida política de una determinada comunidad. La ciudadanía, por tanto, en el ejercicio de su soberanía, determina el futuro de su territorio de referencia.
Esta realidad es sumamente relevante porque a veces olvidamos que el verdadero motor del sistema democrático, sobre todo los que se basan en un modelo representativo, es la ciudadanía: en nuestras manos está el que una determinada representante política cese en su cargo o siga ejerciendo en sus funciones. Nuestro voto es la forma ordinaria de transmitir nuestra confianza a un grupo de personas (con las limitaciones propias del sistema de listas bloqueadas) y, consecuentemente, el instrumento privilegiado de control y exigencia de responsabilidades a nuestros políticos. No podemos lamentarnos de lo mal que lo hacen algunos, de sus mentiras, recortes y corrupción, y después votarles de nuevo o, peor, hacer dejación de nuestras responsabilidad democrática y no acudir a las urnas.
Héroes, mártires y traidores
Es nuestro deber cívico democrático exigir responsabilidades a nuestra clase política. E igual que nos hemos pasado años clamando por la responsabilidad política del Gobierno por la corrupción que los envuelve, por la regresión de derechos civiles que han impulsado, por hacer de nuestro pacto de convivencia, la Constitución, una arma arrojadiza, debemos ahora exigir responsabilidades a los tres partidos políticos que en Catalunya (son elecciones catalanas) nos han conducido a una independencia sí efectiva un día, solo política después, tras saltarse la legalidad vigente y los derechos de la mitad de la ciudadanía, de construir héroes, mártires y traidores y de noquear la autonomía de Catalunya y poner en peligro el sistema autonómico ya de por sí en baja forma. De engañarnos.
El 22 de diciembre empezará una nueva fase en la que deberemos entendernos fuera y dentro del Parlament. En la que los puentes dinamitados últimamente serán más necesarios que nunca. En que deberemos escucharnos, tolerarnos y soportarnos para poder pactar y convivir. Por ello, primero, deberemos ejercer nuestra responsabilidad ciudadana exigiendo responsabilidades.
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