Puigdemont cumple 100 días en el Govern esperando los presupuestos

Junqueras y Puigdemont, en el Parlament.

Junqueras y Puigdemont, en el Parlament.

FIDEL MASREAL / BARCELONA

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El ‘president’ Carles Puigdemont siempre evita las poesías más manidas, pero en este caso los versos de Miquel Martí i Pol de que “tot està per fer i tot és possible” podrían definir los 100 primeros días de su Govern, que se cumplirán este martes. Debería, eso sí, añadirse una siguiente estrofa: “...si los presupuestos lo permiten y sin temeridad”. Y es que la medida social estrella de este Govern, el llamado “plan de choque” social por valor de 270 millones, sigue pendiente de un gran interrogante: saber si podrá o no contar con la CUP.

En las formas, el tono ha cambiado. Lo admiten propios y extraños. Cuando Puigdemont subió al estrado para someterse a la investidura, con el soberanismo todavía en estado de 'shock' tras la larguísima y tortuosa negociación, sus comentarios desenfadados sobre sus similitudes capilares con Anna Gabriel o su tono irónico pero amable con la oposición rebajaron tensión y parecían inaugurar una nueva etapa.

Pero la portavoz de la plataforma de entidades Pobresa Zero y presidenta de Entitats Catalanes d’Acció Social (ECAS), Teresa Crespo, avisa: “Existe una cierta preocupación porque estamos un poco parados”. Pobresa Zero sigue esperando que se empiece a aplicar lo aprobado en el reciente pleno monográfico sobre la pobreza. Un destacado integrante de Junts pel Sí lo resume así: “Me hubiera gustado alguna actuación social contundente”.

EL TERRENO EMOCIONAL

Sí, existe un tono distinto. Por ejemplo, el rector de la Universitat de BarcelonaDídac Ramírez, afirma que en el terreno emocional estamos ante "un ‘president’ muy cercano a la sociedad en general y a la universidad en particular”. Un Govern con presencia de ERC e influencia cupera, que en teoría podría suponer un giro progresista. “No sé si esta composición política hace prever un giro a la izquierda, pero lo esperamos”, reflexiona el nuevo líder de la UGTCamil Ros

Ros es de la opinión de que la impronta de Puigdemont aún no se ha visto sobre el terreno. Lo mismo que apunta el líder de Comisiones Obreras Joan Carles Gallego: “Hay un talante más dialogante desde el punto de vista formal, pero las concreciones todavía no estamos viéndolas”. “Hay buenas palabras, pero querríamos concreciones, el tema de los presupuestos nos lo dicen siempre, pero nosotros damos clase cada día”, apunta Jaume Aguilar, presidente del Marco Unitario de la Comunidad Educativa.

"QUE DEFINA PRONTO EL RITMO"

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Lo primero que hizo Puigdemont en su debate de investidura fue ratificar la polémica resolución rupturista votada con la CUP el 9 de noviembre. Lo hizo con un ramillete de adjetivos de autoafirmación, basados en su trayectoria personal inequívocamente independentista: “Sin dilación, sin miedo”, “valor”, “coraje”, “dignidad”. Ironizó con Catalunya Sí que es Pot: “Dicen que nosotros somos ilusos y proponen…¡negociar un referéndum con el Estado!”. La bancada independentista soltó una carcajada. Pero hoy son los portavoces del Govern y de CDC los que dejan caer constantemente que su el objetivo pasa por lograr un referéndum.

Puigdemont ha pivotado entre la convicción de seguir la hoja de ruta hacia Ítaca y los pies de plomo de no traspasar la línea de la legalidad como le exige constantemente la CUP. Se mantiene una tensión constante entre la desobediencia de los anticapitalistas y el “ahora no toca” de CDC. “Cuando se nos cuestione de forma hostil la democracia, entonces hará falta desobedecer, pero no hace falta hacerlo cada día para todo”, explica el presidente de la Associació Catalana de Municipis y alcalde de Premià de Mar, el convergente Miquel Buch.

¿Y qué dice el independentismo cívico de estos cien días? Pues que “va por el buen camino pero es necesario que defina pronto el ritmo y la velocidad adecuadas”, según el presidente de la ANC, Jordi Sànchez. “El trabajo a hacer es mucho, y se deben servir a varios objetivos: gobernabilidad, estabilidad; culminar estructuras de Estado y garantizar la lucha contra la pobreza”. Todo ello pensando en el nuevo concepto estrella del soberanismo: ampliar la mayoría social.

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Puigdemont ha pasado de la declaración unilateral de independencia prevista en su programa electoral y que ERC reivindicó a una declaración “de intenciones”. No hubo polémica interna porque los republicanos están optando por cerrar filas con el Govern y, al menos aparentemente, olvidan las fricciones, que haberlas las ha habido, con sus socios. Para una voz autorizada de los republicanos en el entramado del Ejecutivo, lo hecho hasta ahora demuestra “que el compromiso inequívoco” con la hoja de ruta es perfectamente compatible con la búsqueda de la “justicia social”. ERC valora que el Govern “optimiza los escasos recursos con los que cuenta” y “no se deja intimidar por la ofensiva centralista y el ahogo económico que ejecuta el Gobierno de España”.

¿PACTOS ABIERTOS?

Respecto a las cuentas del 2016, Puigdemont ha dejado caer que está abierto al PSC y a Catalunya Sí que es Pot. “En genérico han mostrado la predisposición a un acercamiento, en lo concreto aun está por ver”, coinciden socialistas y Catalunya Sï que es Pot.  Ambos se cuestionan la dualidad de Oriol Junqueras, “que en las horas pares hace propuestas hiperrealistas y pide hacer frente común con el resto de comunidades y en horas impares está desconectando de España”. Cien días, pues, en que se promete que todo es posible. Si hay presupuesto.