los otros políticos

Escépticas creativas

La política y la mirada. Sofia y Rosa, 21 y 20 años de edad, forman parte de una revista digital creada por estudiantes de periodismo. De la política oficial ya no esperan nada. Saben que la clave es la economía. Y salir del carril oficial.

Sofía y Rosa, antes de la entrevista.

Sofía y Rosa, antes de la entrevista.

FIDEL MASREAL / Barcelona

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Con la misma naturalidad con la que se cambia de canal cuando un programa no gusta. Así miran a la política institucional Rosa y Sofia, dos de las impulsoras de La Columna (lacolumna.cat), un medio de comunicación digital en el que trabajan, por amor al oficio, unos 35 estudiantes de periodismo y comunicación audiovisual de la UAB, la UB y la UPF.

Rosa y Sofia no se sienten especialmente indignadas, pero sí totalmente alejadas de lo que describen como la política «del Sálvame», basada en batallas de declaraciones. O incluso la que se ejerce en el Parlament. «La gente cada vez es más consciente de que tiene más incidencia en tu vida cotidiana el poder irregulado, y parece que irregulable, del sistema económico que el poder político, sobre el que se ha tirado la toalla. Lo que no se ha conseguido en 50 años no se conseguirá ahora», opina Rosa.

Ambas son serenamente escépticas respecto a la capacidad de regeneración del sistema desde dentro. No tiran cohetes por Podemos ni por ningún partido. Es más, Sofia concluye que «o aceptas el sistema o crees en la vía de la revolución». Una revolución armada, incluso, sobre la que Rosa apunta que solo sería útil si tuviera una dimensión internacional. «Pero si no explotó la revolución en el 2009 no lo hará ahora», añade.

Le dan la vuelta a las preguntas con una asombrosa facilidad. ¿Qué cambiarían del modelo de partidos? No se lo plantean. «Es pelearte con una lacra que no cambiará, yo cambiaría la manera de actuar y de pensar de la gente, el término obediencia, el estar ciego y no saber ni a qué obedeces, o hacerlo por miedo. ¿Miedo a qué?», apunta Sofia.

Otro periodismo

En La Columna trabajan buscando el periodismo en el que creen, e invierten en él: 100 euros para pagarse el bus y el hostal del viaje a Madrid a cubrir las marchas de la dignidad. Cargan contra la sección de política de los medios convencionales. «Me parece grave que se dediquen tres páginas a las declaraciones de un político, no se puede vender que esto es lo único que está pasando. Ya es demasiado evidente que no se está haciendo bien, que hay demasiada dependencia del teletipo y del gabinete de prensa», explica Rosa.

Proponen un periodismo político vinculado a la economía y al contexto internacional en un mundo globalizado e interconectado y recuperar la vertiente educativa. «Lo que mueve el mundo no son las batallitas entre nuestros políticos, la política no es un Sálvame, hay que explicarla desde la base», insiste Sofia.

Escucharlas hablar, e incluso discutir entre ellas durante la entrevista, es percibir la mirada madura de dos jóvenes de 20 y 21 años que parece decir que a ellas no las comprarán con un eslogan, ni tan solo un eslogan de un nuevo partido, porque para ellas el problema está en otra sala, en otro edificio. Poco accesible.

Sofia ve con perplejidad cómo en su entorno aparecen jóvenes con la camiseta de Podemos de un día para otro: «Me sabe mal que se hayan politizado por una campaña tan estilo Twitter, pero este es el sisetma con el que vivimos y es bueno que al menos estén politizados, asociados, sindicados». Aun así, ambas ven con simpatía la irrupción de fuerzas como la CUP o la propia Podemos: «Al menos, tienen ciertos escrúpulos en favor de hacer las cosas bien», cree Rosa. A los grandes partidos los miran con un indisimulado desdén. «Es que han perdido hasta las buenas maneras, al menos para fingir que se está intentando algo».

Su objetivo último no pasa por ser diputadas ni militantes sino por «abrir los ojos a la gente». No sienten que esta sea su democracia. «La gente parece hueca, como si estuviera anulada, com si no viera que no es que seas libre, es que eres un libre comprador. Las estructuras del sistema en sí no se han cambiado», denuncia Sofia.

El futuro de ambas está en el aire. En cambio su discurso, tan discutible como se quiera, está en el aquí y ahora. O eso quieren reivindicar.

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