Resistencia republicana

Lluís Salvadó, ayer, en la presentación de la campaña del 9-N, en Barcelona

Lluís Salvadó, ayer, en la presentación de la campaña del 9-N, en Barcelona

XABIER BARRENA / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El alto el fuego decretado el miércoles entre Artur Mas Oriol Junqueras no hace evaporar los temores de ERC de ser sitiada por Twitter, mar y aire por el entorno convergente para que acepte ir con la federación en una lista conjunta a unes elecciones anticipadas que CiU tilda, equívocamente, de «plebiscitarias». Al hilo de esta pax consulta, ERC, por ejemplo, presentó ayer su campaña para el sucedáneo de consulta, que con el lema Vull ser lliure. Vull un nou país Vull ser lliure. Vull un nou paísse centrará en la gente mayor y en los más jóvenes, las franjas de edad donde hay mayor riesgo de no participación en la convocatoria participativa. Pero quien más quien menos en la calle de Calàbria (donde se halla la sede de Esquerra) teme que el 10 de noviembre, el día después del sucedáneo de consulta, vuelvan las torres de asalto, los arietes y las catapultas para conformar el sitio y el ataque final. La consigna republicana es resistir.

Los republicanos ven motivos por doquier para oponerse a ir de la mano de CiU en esas eventuales elecciones anticipadas. Cree ERC, y una encuesta realizada al alimón por republicanos y la federación para las europeas así lo demostró, que ambas fuerzas, por separado, podrían captar mayor espectro de voto. El eje izquierda-derecha, sin ser prioritario en estas elecciones, sí provoca anticuerpos recíprocos en determinadas partes de los dos electorados.

La segunda razón, más o menos esbozada en público, son las dudas que genera todo el entramado judicial que rodea a un partido, CDC, con la sede embargada por el caso Palau, un padre fundador que es un evasor confeso y los recurrentes rumores -aireados por un sector de la prensa madrileña- de que, si se sigue la senda secesionista, algun altísimo cargo de Convergència podría verse salpicado por este o aquel escándalo.

En la calle de Calàbria se ve todo ello, en parte, como un fin de ciclo de la federación y, si bien no piensan regocijarse con ello, tampoco quieren atar su suerte a la pata que queda de la mesa convergente. Entre mojar pan en la desgracia ajena y ponerse de copiloto hay, creen, un término medio.

Otro grandísimo y muy principal motivo para la resistencia es que los republicanos no creen que la federación pretenda, de verdad, declarar la independencia de Catalunya. Las palabras «negociación con el Estado» y «reforma constitucional», pronunciadas por Mas a Junqueras en varios de sus encuentros bilaterales hacen mella en ERC, que teme ser objeto de engaño.

La alianza electoral con CDC es vista con pánico por Esquerra, también, porque se teme que pueda dañar al propio partido. «Nos borrarían», afirma un alto cargo de ERC. Todo el esfuerzo de Junqueras por vertebrar un espacio de centro izquierda que fuera algún día alternativa a CDC, una CiU de izquierdas, se iría al traste y la credibilidad ante el electorado más progresista y, a la vez, más descontento con el sistema, quedaría muy dañado.

La sombra de los años 80 es muy alargada. En 1980, el secretario general republicano, Heribert Barrera, ante la posibilidad de dar pie a un primer tripartito con el PSC y el PSUC, prefirió dar sus 14 votos a una CiU que, si bien había vencido los comicios, solo había alcanzado 43 escaños. En 1984, la primera mayoría absoluta de Jordi Pujol aplastó a ERC (perdió nueve escaños) hasta dejarla en la irrelevancia. El gesto de Pujol de incluir al entonces líder republicano Joan Hortalà en su Govern sin necesitarlo colgó, hasta el 2003, el sambenito de monaguillo de la federación a los republicanos.

Y más allá de las consecuencias para el propio partido, y según una voz republicana, «una alianza con CiU acaba con la opción de un Govern de izquierdas, en coalición con otras fuerzas, por al menos 20 años», como ya ha quedado demostrado por la historia reciente. «Enemistaría», a ERC «definitivamente con ICV y EUiA, con los que ahora, y merced al afer del 9-N y del nuevo 9-N, hay mucha sintonía» sanciona la voz de la dirección republicana.

Este dantesco panorama conduce al interlocutor republicano a pronunciar una frase sorprendente: «Es mejor ir solos y quedarnos en 15 escaños [las encuestas les dan más de 40], pero mantener la dignidad que ser aniquilados para un par de generaciones». Resistir o morir.