EL PRESIDENTE DE ESQUERRA, EN ARGENTINA

Memoria de los pasados

Oriol Junqueras junto a una de las Madres de Plaza de Mayo

Oriol Junqueras junto a una de las Madres de Plaza de Mayo

XABIER BARRENA/ BUENOS AIRES Enviado especial

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Entra menuda y decidida en el vestíbulo del hotel bonaerense donde se aloja la expedición de ERC. Detiene a un atribulado joven y le pregunta: "¿El señor Oriol?". Nora Cortiñas, Morales de soltera, llega 55 minutos tarde a la cita. Pero, obviamente, a una persona de 85 años con su historial vital se le perdona todo. Alguien de la delegación caza el ruego de Cortiñas y la acerca hasta a Junqueras, que estaba esperando. Hace tres horas que ha salido del aeropuerto de Ezeiza y el cansacio es notable.

Lo primero que intenta Cortiñas es busca otro momento para la cita. "¿Y mañana? ¿Y por la tarde?". Cortiñas tiene trabajo: "Tengo que ir a Tribunales". Y es que ayer lunes se retomó uno de los juicios contra "los genocidas", es decir, contra los integrantes de la junta militar que en los años 70 y principios de los 80 asesinaron e hicieron desaparecer a unos 30.000 opositores de izquierda. Entre ellos, al hijo de Cortiñas, Carlos Gustavo.

Recuerdos mezclados

Y es que Nora Cortiñas es la memoria de los pasados. Cuando uno es descendiente de una sociedad agitada, como la catalana en los inicios del siglo XX, y ha vivido los vaivenes de la igualmente turbulenta sociedad argentina a lo largo de la pasada centuria, la memoria se amontona. Se mezcla. "Mis padres eran catalanes. Mi padre, de origen gallego", recuerda, y añade, seguramente en honor a su visitante, que "era independentista catalán". Llegado a Argentina por motivos económicos cuando era muy niño, en plena primera guerra mundial. el padre de Nora Cortiñas colaboró con el Govern de la Generalitat en el exilio.

La demora de la anciana provoca que se acerque un reportero de Clarín, el diario en lengua española con mayor difusión, presto a entrevistar a Junqueras. «Yo al de Clarín no lo quiero, ¿eh? No es por el profesional, que quede claro". Y es que el diario bonaerense se halla en plena cruzada contra los Kirchner, la familia que gobierna el país desde hace más de 12 años. Cristina Kirchner, de soltera Fernández, es la presidenta. "Ellos son los que han abierto la vía para poder juzgar a los genocidas", exclama la Madre de Mayo (movimiento del que fue cofundadora) a modo de explicación. "Y no es que lo vea todo bien con ellos", asevera, y pone como ejemplo la polémica tras el asesinato del fiscal Alberto Nisman, que investigaba el posible encubrimiento, por parte de la presidenta, de los autores del atentado al centro judío de Buenos Aires, en 1994, en el que murieron decenas de personas.

Nora Morales de Cortiñas, pese a su ascendencia, no ha sido nunca invitada al Casal de Catalunya de Buenos Aires. "Hay algunos que son un poco derechosos", afirma, siempre en clave argentina, que es la única que sirve para entender, incluso, la relación entre hijos de catalanes. Cuando se entera de que Junqueras va a ir, poco después, a visitar el Casal, le pide que pregunte por qué no la invitan. "Ah, ¿y también con Adolfo? Bien, bien", apunta cuando se entera de que el líder republicano se ha citado con el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel a media tarde, ya de noche en el horario europeo

«Haga usted lo mismo»

La Madre de Mayo le brinda consejos al presidente de Esquerra. El domingo, el PRO (Propuesta Republicana) de Mauricio Macri -expresidente de Boca Juniors, una especie de Joan Laporta, pero exitoso en política- ganó los comicios para hacerse con la jefatura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a la espera de la segunda vuelta. Cortiñas, descontenta con el triunfo de Macri, enemigo a su vez de los Kirchner, le explica a Junqueras que "han ganado porque han estado cada hora de cada día de campaña llamando a la puerta de los argentinos. Y hoy ya han empezado a hacerlo otra vez, pensando en las presidenciales de otoño. Haga usted lo mismo", le suelta la anciana. Junqueras sonríe, como diciendo que, de cara al 27-S, lo más relajado será la campaña. Y que llegar hasta ahí, con el debate de las listas unitarias o no, va a cansar mucho más que el vuelo de 14 horas entre Amsterdam y Ezeiza que se ha metido entre pecho y espalda.