Esquerra insiste en desoír al TC y CiU se desmarca

Junqueras reitera que debe votarse el 9-N aunque el Estado vete la consulta y CDC subraya el respeto a la legalidad

Ernest Maragall, Oriol Junqueras y Joan Ignasi Elena, durante una reunión, ayer en el Ateneu Barcelonès.

Ernest Maragall, Oriol Junqueras y Joan Ignasi Elena, durante una reunión, ayer en el Ateneu Barcelonès.

JOSE RICO / BARCELONA

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Reaparecido tras varias semanas de silencio, el líder de Esquerra, Oriol Junqueras, se deshizo este martes en elogios hacia el presidente de la Generalitat, Artur Mas, y aseguró con especial ahínco que la sincronización entre ambos socios en el proceso soberanista continúa en plena forma. Un diagnóstico que podría ser creíble si, horas antes, no hubiese provocado Junqueras una nueva sacudida a las costuras del pacto CiU-ERC con un llamamiento a la desobediencia civil en el más que previsible caso de que el Tribunal Constitucional (TC) prohíba la consulta. En realidad, no dijo nada que no hubiese dicho ya: el 9-N los catalanes tienen que votar sí o sí. Pero, de ahora en adelante, decir eso supone poner contra las cuerdas al Govern de CiU, abocado a la tesitura de acatar la impugnación del Estado o desafiarla con las urnas en la calle. El Ejecutivo evitó polemizar con Junqueras, pero CDC se desmarcó de él, dejando patente de nuevo que pasado el 9-N, sus caminos corren riesgo de bifurcarse.

El líder republicano se ayudó del ejemplo de Martin Luther King para defender que, igual que el pastor estadounidense desafío las leyes raciales, «los catalanes tienen el derecho y el deber de desobedecer porque el derecho a votar es fundamental. Y, en este caso, la máxima expresión de la desobediencia civil es votar». Con esta afirmación, en rueda de prensa, Junqueras precisaba a qué se refería cuando, pocas horas antes, en Catalunya Ràdio había resucitado un debate, el de la desobediencia civil, que en el pasado le había costado importantes críticas, como las que ayer se escucharon en boca del PSC, el PPC y Ciutadans. En noviembre pasado, y desde Bruselas, el presidente de ERC había deslizado la opción de paralizar la economía catalana si el Gobierno central impedía el ejercicio del derecho a decidir.

Ahora, sin embargo, el objetivo es presionar a Mas para que no flaquee en este esprint final hacia el 9 de noviembre y, llegado el momento, ponga las urnas para que el voto popular cubra el vacío legal que provocará la probable suspensión de la ley de consultas y del decreto de convocatoria. Para evitar el fuego cruzado, el conseller y portavoz del Govern, Francesc Homs, rehuyó la polémica y redujo la llamada a la desobediencia civil a un simple «recurso literario» de Junqueras, mera gesticulación que forma parte del guion del proceso, informa Fidel Masreal.

Pero, para entonces, CDC ya había respondido al líder de ERC a través de su portavoz, Mercè Conesa, que reiteró que la consulta solo podrá celebrarse «en un marco de legalidad y con las garantías democráticas suficientes». Con esta afirmación, la cúpula nacionalista se quedó un paso más atrás respecto a la posición mantenida hasta ahora y verbalizada, sobre todo, por su número dos, Josep Rull. El domingo, el coordinador de CDC defendió que poner las urnas «depende estrictamente» de Catalunya, aunque admitía que debería partir de un consenso social y político. Una cohesión que, por su aparente fragilidad, reclamó ayer el conseller Felip Puig.

CHOQUE DE PARECERES / La posición oficial de CDC se acerca así a la de algunos miembros del Govern, como la vicepresidenta Joana Ortega o el conseller Santi Vila, que han aconsejado obedecer al Constitucional. El choque de pareceres entre CiU y ERC a cuenta de la respuesta al TC se entremezcla con las tensiones derivadas de la comisión de investigación sobre el caso Pujol que los republicanos forzarán en el Parlament, y que ha llevado a Mas a acusar a su socio de ejercer una «política de vuelo gallináceo». Junqueras, como Homs, evitó polemizar, a menos de 48 horas de la nueva movilización soberanista de la Diada, con su aliado parlamentario, con el que, además, busca exhibir unidad la próxima semana en el debate de política general.

La división entre CDC y Unió por el proceso soberanista tuvo ayer su última escenificación ante la puerta de los leones del Congreso, en Madrid. El portavoz de la federación, Josep Antoni Duran Lleida, abandonó la Cámara baja apenas unos minutos antes de que una treintena de senadores y diputados salieran a la puerta principal para formar una pequeña V en apoyo de la reivindicación organizada para el Onze de Setembre en Barcelona. Duran salió a pie y subió luego al coche oficial. Tampoco estuvo presente el diputado democristiano Josep Sánchez Llibre, informa Iolanda Mármol.