ENTREVISTA AL EXTITULAR DE EXTERIORES

Margallo: "Yo siempre me he mojado, pero ha tenido un coste"

El exministro presenta un libro sobre el Estado del bienestar y repasa la actualidad política nacional e internacional

PILAR SANTOS / MADRID

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José Manuel García-Margallo presenta estos días su nuevo libro, 'Europa y el porvenir' (Ediciones Península), sobre cómo preservar el Estado del bienestar, una buena razón para conversar con este exministro de Exteriores que acaba de salir del Gobierno sin quererlo pero asumiéndolo con deportividad.

–Europa envejece a un ritmo sin precedentes. ¿Está a tiempo España de reformar el sistema e intentar que los mayores de 40 años tengan una pensión pública digna?

–Hay que cambiar toda la filosofía. Todo depende de la decisión política. El nivel de las pensiones será el que las instituciones públicas y los políticos decidamos que sea. Es lo mismo que pasa con el sistema de defensa de un país o las carreteras. Lo que hay que romper es el prejuicio de que las pensiones solo podrán pagarse si aumentan en paralelo a las cotizaciones. A nadie se le ha ocurrido decir que haya que cerrar las universidades porque las tasas no cubren los costes.

–Dice en el libro que cualquier Gobierno "responsable" intenta reducir la deuda pública, clave para poder hacer frente a los gastos derivados del envejecimiento. Con el Ejecutivo del que acaba de salir usted, este indicador se ha disparado y ha cerrado al borde del 100% del PIB.

–Sí, pero ha aumentado porque lo que estamos viviendo es una crisis de deuda soberana. Heredamos un déficit del 9% y nos vamos a despedir con uno que está por encima del 4%. La deuda pública ha subido, pero recuerdo que Barack Obama ha sido despedido 'cum laude' y ha dejado una deuda del 101%.

–¿Cree que el presidente electo, Donald Trump, seguirá moderando su discurso como ha hecho estos primeros días tras la votación?

–Trump es el anti-Obama, promete exactamente lo contrario que había dicho Obama. De lo que dice Trump me importa lo que es generalizable y exportable al resto de países, que es el populismo. El 'brexit' es un ejemplo, el primer ministro de Hungría es otro, los Países Bajos cuando se niegan a ratificar el acuerdo de asociación entre la Unión Europea y Ucrania es otro, Podemos es otro… Pero una cosa es predicar y otra dar trigo. Hay muchas cosas de las que ha dicho que no se pueden cumplir, porque son acuerdos en el marco de la Organización Mundial del Comercio, con la comunidad internacional, con la OTAN...

–¿Entonces no hay por qué tenerle miedo?

–A mí lo que me da miedo es que haya habido tanta gente que lo haya seguido como al flautista de Hamelin, con unas propuestas tan extremas. Me dijo el embajador de Argentina en España, Ramón Puerta, que Trump es como Carlos Menem: prometió recuperar las Malvinas a sangre y fuego y a los 15 días estaba restableciendo relaciones con el Reino Unido. Eso es lo que ha entendido el Dow Jones. Cree que las promesas que ha hecho no se van a cumplir.

–Rajoy ha dicho estas últimas semanas que está dispuesto a reformar la Constitución. Usted hizo una y hace tres años se la entregó al presidente ¿Con quién la diseñó y qué aspectos modificó?

–La hice con los mejores de los mejores. Toca todos los temas, desde el preámbulo hasta el capítulo de libertades y derechos para incorporar las libertades de nueva generación; un título entero de la Unión Europea y la participación de las autonomías en las tomas de decisiones en la UE; toca la sucesión en la Corona; la reforma del Senado; las competencias en un sentido muy federal, exclusivas, compartidas… También el tema de la financiación de las comunidades.

–¿Y Catalunya?

–No específicamente. Pero desde el momento en que conviertes el Senado en Cámara territorial, reordenas las competencias en un sentido federal, estableces los principios básicos en materia de financiación... estás dando una respuesta a Catalunya. De todas maneras, en ningún caso esa reforma está hecha para contentar a los independentistas. Pero sí para los que no se sienten independentistas, para darles una respuesta moderna y flexible. Y también para los valencianos, porque si una comunidad ha sufrido el sistema de financiación es la valenciana.

–¿Qué le dijo el presidente?

–Le dije ‘guárdalo, míralo y si es útil utilízalo’. Creo que la labor de un político, y mucho más si es miembro de un Gobierno, es intentar diagnosticar los problemas y anticipar las soluciones. Nunca he creído que el Gobierno consista en interpretar las encuestas de opinión, sino en anticiparse a los problemas.

–¿No ha sabido anticiparse el Gobierno con Catalunya?

–Ha estado muy volcado en evitar el naufragio y hemos estado sacando agua hasta con cacerolas y no se ha hecho. Hay que hacerlo. No es un secreto que fui partidario de la reforma constitucional y fui partidario de modificar el sistema de financiación para dar una salida a ese tema.

–¿Hubo debate en el Consejo de Ministros y no ganó su punto de vista?

–Sí,pero eso pertenece al secreto del Consejo de Ministros.

–Usted admite que había varias "líneas" en el anterior Ejecutivo. ¿Se impuso la de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría?

–Es que no sé si Sáenz de Santamaría tiene una corriente o un grupo con afinidades personales o políticas. Se tendría que definir ella. Yo siempre me he mojado y cuando ha habido un problema he dado mi opinión y eso me ha costado alguna cornada.

–¿Se arrepiente de alguna de las cosas que dijo de Catalunya, de debatir con Oriol Junqueras?

–No, pero evidentemente ha tenido un coste.

–¿Por qué?

–Porque estaba en el Gobierno y ya no estoy.