LA ENCRUCIJADA NACIONALISTA

Duran gana por la mínima

Duran introduce su papeleta en la urna de la consulta de UDC.

Duran introduce su papeleta en la urna de la consulta de UDC.

JOSE RICO / BARCELONA

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Unió Democràtica de Catalunya comprobó ayer que la democracia interna tiene ventajas pero puede resultar contraproducente. Josep Antoni Duran Lleida salió victorioso de la consulta interna sobre el proceso soberanista, convertida en un plebiscito sobre su liderazgo, pero la dirección tiene pocos motivos para esbozar una sonrisa porque el partido quedó literalmente dividido en dos mitades, entre los partidarios de poner sordina a la hoja de ruta de CDC y ERC y el ala independentista. Ganó la cúpula, pero hubo que echar mano de la 'foto finish'. 125 votos distaron el 'sí' del 'no'. Las líneas rojas de Duran, que proponía supeditar el plan secesionista al diálogo con el Estado, a la permanencia de Catalunya en la UE y a no tomar sendas unilaterales, se impusieron, pero el 50,9% de los votos (1.351), frente al 46,2% (1.226) que recabó el ala independentista, tienen una fuerza muy exigua como para hacer tambalear la estrategia de Artur Mas.

Era previsible que la decisión de los 4.075 afiliados de Unió, de los que participaron el 65%, infligiese un golpe cuya onda expansiva causase daños en el partido, en el Govern de la Generalitat, en la federación de CiU y en el proceso soberanista. Pero al final ha sido la propia organización la que puede salir peor parada. De entrada, Duran sale debilitado de una consulta a la que había vinculado su continuidad como jefe de filas. El sector crítico, capitaneados por el dirigente Antoni Castellà y alentado por históricos como Joan Rigol y la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, había augurado esta semana que el «enfrentamiento» interno estaría servido si la diferencia entre el  y el no era de 60%-40% o menor. Y ha sido menor.

MANDATO «CLARO»

Ese enfrentamiento se vislumbró anoche al analizar el resultado del referéndum. El secretario general de Unió y 'padre' de la kilométrica pregunta, Ramon Espadaler, lejos de tender puentes con los críticos, les avisó de que el mandato de las bases ha sido «claro» y que la cúpula lo defenderá «con firmeza» en el seno de la federación de CiU. Incluso rechazó que el partido haya salido «dividido» de esta consulta. Los críticos, en cuya campaña interna se erigieron en «herederos» de los fundadores de UDC y han ventilado sus discrepancias con la cúpula con una vehemencia inaudita en un partido de disciplina tan férrea, no se dieron por derrotados. Castellà habló de «empate técnico» y exigió a la dirección que adhiera al partido a la hoja de ruta de CDC y ERC ante su «pírrica» victoria de ayer.

Habrá que ver de qué magnitud es el terremoto interno, que empezará a sentirse hoy en la reunión del comité de gobierno de Unió, y si sus réplicas se dejan sentir en el matrimonio de conveniencia que ha unido a CiU los últimos 37 años con el ungüento del mutuo interés electoral. El tono desafiante de Castellà parecía anticipar el propósito de su sector de alinearse claramente con Mas a favor de la independencia, haga lo que haga la dirección de Duran. Un mensaje que dejaba entrever la amenaza de escisión, posibilidad que, si bien supondría un duro golpe para Unió, curiosamente podría ayudar a evitar la ruptura de CiU si las caras visibles del ala independentista se integran en la lista electoral «transversal» que Mas ya está preparando.

Después de la reunión de hoy, el siguiente paso será trasladar el resultado de la votación democristiana a la ejecutiva conjunta de CiU para ver si es posible encajar una posición en la que ni siquiera se mienta la palabra 'independencia' en un plan que no descarta declarar la secesión unilateralmente.

Parece una labor de orfebrería fina, aunque un Mas en modo neutral se avino en el Parlament a modular las coordenadas de su brújula para acomodarlas a las su socio. CDC y Unió tienen una vasta experiencia en superar a trompicones mil y una crisis, pero el escollo en este caso sería mucho más complicado de sortear porque todo retoque en la hoja de ruta que Mas aceptase para frenar la amenaza de divorcio en CiU debería negociarse luego con ERC.

En cambio, si CDC se niega a ser condescendiente con Unió, entonces la pelota regresaría al tejado democristiano. Tal como avanzó este diario, en caso de cerrazón convergente, los tres 'consellers' de Unió, Joana Ortega, Ramon Espadaler y Josep Maria Pelegrí, están dispuestos a dejar el Govern para que UDC concurriese en solitario al 27-S, en busca del votante de centroderecha catalanista moderado. Un movimiento que libraría a cada socio de las hipotecas del otro a la hora de defender sus tesis, pero que podría privar a CDC de la fracción del electorado que representa Unió, algo poco aconsejable con las últimas encuestas en la mano.

El presidente de la Generalitat se curaba en salud hace apenas cuatro días al ser preguntado por posibles cambios en la composición de su Gabinete: «Hoy, a jueves 11 de junio, no tengo ninguna previsión sobre eso». Pero Mas dejó abierta una puerta que a partir de hoy deberá plantearse si merece la pena traspasar: «Si hay alguna cuestión en relación con eso [una crisis de Govern], se tendrá que ver estos días». Y es que si vencía el no, los tres miembros de UDC en el Consell Executiu hubieran quedado desacreditados para seguir representando la voz del partido. Y si se imponía el , como ha ocurrido, la continuidad del tridente democristiano en un barco que navega con unas coordenadas que Unió ha deplorado parece como mínimo chirriante, y el tiempo dirá si insostenible.

¿AGUANTAR 50 DÍAS MÁS?

Sin embargo, Mas podría evitar la imagen de un Govern desgajado por el independentismo en los estertores de la legislatura con el pretexto, precisamente, de la cercanía electoral. Hoy faltan 50 días para que el president firme el decreto de convocatoria de las elecciones, siempre que no ceda a la tentación de desdecirse de la fecha pactada con ERC, como desde su entorno hay quien le aconseja. Otra cosa es si la mar arbolada que se presagia en la federación nacionalista a partir de hoy permite al líder de CiU y a los 'consellers' de UDC resistir un mes y medio más juntos en la misma mesa.