ENTREVISTA

Duran Lleida: "El 27-S traerá un tripartito de izquierdas"

ENRIC HERNÀNDEZ / BARCELONA

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En su primera entrevista a fondo tras la dilución de 37 años de matrimonio con CDC, el presidente de Unió lamenta que Artur Mas, «llamado a una misión histórica más poética que otra cosa», aboque a Catalunya al desastre: «inestabilidad» y «un tripartito de izquierdas».

-¿Qué conclusión extrajo de sus entrevistas del pasado miércoles con Mariano Rajoy y Pedro Sánchez?

-Estas reuniones ponen de relieve el eje de la posición de Unió: sin diálogo, pacto y transacción no hay solución para Catalunya. No se ha dialogado lo bastante ni suficientemente bien, por culpa de unos y otros. No se puede ir a hechos consumados.

-¿Pero qué diálogo? Rajoy abre la puerta a la reforma constitucional y se desdice a continuación... 

-El PP no quería abrir el melón constitucional en vísperas electorales. Lo hizo con la boca pequeña y rectificó al ver que podía perjudicar su discurso ante las catalanas y las generales, que es situar al PSOE como una formación débil en la defensa de la unidad de España. Pero en la próxima legislatura, aunque no existiera la cuestión catalana, habría que asumir en serio el riesgo de modificar la Constitución, acotando los ámbitos de la reforma. Hay que corregir déficits democráticos y afrontar cuestiones como la territorial.

-Abrir el melón constitucional no tendría por qué ser, necesariamente, beneficioso para Catalunya.

-Si, sabes cómo lo abres pero puedes acabar cerrándolo peor. Por eso defiendo que cambiar el Título VIII de la Constitución no resolverá el tema catalán, que merece una atención particularizada mediante una disposición adicional que reconozca el hecho nacional catalán, de la cual se deriven consideraciones sobre la lengua, la cultura y la financiación.

-¿Ve factible que algún dia España permita a Catalunya celebrar un referéndum legal y vinculante sobre la independencia, como en Escocia?

-No, pero deberían intentarlo. Hoy por hoy lo veo muy lejos.

-¿Qué complicidades hallaría en Europa la independencia catalana?

-El artículo 4 del Tratado de Lisboa no la contempla, porque habla de la integridad territorial de los estados miembros. Pero es que la voluntad política de los dirigentes europeos tampoco pasa por aceptar la independencia de Catalunya, que alimentaría la misma reivindicación en sus respectivos países.

-A su juicio, ¿qué efectos tendría para los catalanes la independencia, en confrontación con el Estado?

-Muy negativos, y los medios públicos deberían plantear este debate en vez de banalizar los efectos de la independencia. Esta semana el líder de la ANC ha reconocido -aunque luego le han hecho rectificar- que una Catalunya independiente quedaría temporalmente fuera del euro. ¿Sabe qué significa eso? ¿Que para volver a entrar en el euro hace falta el apoyo unánime del resto de socios? ¿Sabe que los catalanes tenemos una deuda privada superior a la media española y una importante deuda pública? ¿Cómo la pagaremos? Sin el apoyo del BCE, ¿dónde obtendrán fondos La Caixa y el Banc Sabadell para financiar a las empresas catalanas? ¿Saben Jordi Sànchez y Junts pel Sí lo que significaría para los payeses catalanes salir de la Política Agraria Comunitaria? Dicho esto, en España fingen que la independencia sería un problema solo para Catalunya, que lo sería, pero también para España y para la UE.

-¿Cómo respondería el Estado?

-Una declaración unilateral de independencia solo tendría efectos negativos. El proceso autonómico no es irreversible. Alimentar la visceralidad de la derecha castellana acarreará consecuencias, sin necesidad de resucitar a Aznar, como hace Junts pel Sí. El 27-S no comportará la independencia, sino una Catalunya inestable, con un tripartito de izquierdas entre la CUP, ERC y Catalunya sí que es Pot. Solo unas muestras: Romeva consideró «irrelevante» quién presida la Generalitat; Junqueras dijo que en políticas sociales ERC está más cerca de la CUP que de CDC; Comín afirmó que las políticas sociales de Junts pel Sí son las del tripartito; y Llach aseguró que Catalunya sí que es Pot no es su adversario. No hay persona con dos dedos de frente que confíe su futuro a esa lista.

-Si tan serias eran las diferenciás de Unió con Convergència, ¿por qué no rompieron antes?

-No discrepábamos sobre una consulta legal; la consideración sobre la ilegalidad del 9-N se produjo después, con el fallo del Constitucional. Es verdad que acompañamos a CDC un tiempo. ¡Y mejor, eh! Porque, si no, lo que pasa ahora hubiera sucedido antes. Cuando Convergència se ha rendido a la hoja de ruta independentista de ERC hemos dicho basta. Advertí a Mas del grave error que suponía dejar el timón, el calendario y la agenda política en manos de ERC y de cierta sociedad civil, la independentista. Y fui martirizado por ello. Resistimos mientras el objetivo era una consulta legal, pero al rendirse CDC a la la hoja de ruta independentista de ERC hemos dicho basta.

-Lo que ha pasado factura a Unió. 

-Era inevitable, y ha sido duro y doloroso. Pero hemos trabajado mucho: hicimos la consulta, allí donde ha cesado un comité local o un dirigente hay otro nuevo, hicimos una convención programática y tenemos un gran programa electoral... Aspiramos a ocupar el espacio electoral que siempre ocupó CiU, que ahora padece una gran orfandad política. Quien ha votado toda la vida a CiU ahora creo que debería votar a Unió. Entre tanta bruma, banalidad e irracionalidad, lo más fácil es dejarse llevar por la corriente. Es mucho más incómodo ir contracorriente. Pero hay momentos en la historia de un país, cuando la corriente arrastra al país a un mal destino, en los que hay que ir contracorriente.

-¿Qué objetivo se fija Unió el 27-S?

-Estar, tener voz, y a partir de aquí las cosas irán a mejor. Piense que acabamos de aparecer como marca electoral. Algunos, como el PSC o nosotros, quizá no tengamos un papel brillantísimo la noche electoral, pero estamos llamados a jugar un papel importantísimo en la reconstrucción de Catalunya como un solo pueblo. Se han truncado la unidad política y la cohesión social, aquella idea que defendió Pujol de Catalunya como un solo pueblo. Eso hay que reconstruirlo, y Unió lo hará tenga tres, cinco o diez diputados.

-En una cita presentada como plebiscitaria, frente a Junts pel Sí no hay una mayoría homogénea. ¿Con quién se entenderá Unió?

-No formaremos parte de frentes ni de bloques; iría contra nuestra historia. Tampoco defendemos el proceso de independencia de ERC y CDC, evidentemente. Plebiscitarias, legalmente, no lo son. Admito que políticamente Junts pel Sí les quiere dar este sentido, y no podemos ignorar que parte del debate político irá por aquí, pero con siete candidaturas esa lógica se rompe. Es cierto que el resto de partidos no podremos conformar un Govern alternativo, pero es que eso tampoco sería bueno, porque también traería inestabilidad. La situación será muy complicada y tendremos una Catalunya inestable e ingobernable con un Govern de izquierdas.

-¿Y nuevas elecciones?

Sí, mucha inestabilidad, y no descarto otro adelanto electoral.

-¿Su último contacto con Mas?

El 19 de junio.

-¿Cómo describiría la evolución política del president?

--Equivocadamente, se siente llamado a una misión histórica más poética que otra cosa, y eso llevará al país a una situación desastrosa. Pero, aunque nunca hemos sido amigos y somos muy diferentes, le tengo un afecto respetuoso, y creo que él a mí también.

-Usted lleva 41 años en política. ¿No se ha planteado retirarse?

-Muchas veces, y a punto he estado de hacerlo, pero en la actual situación, sin creerme salvador de nada, creo que puedo y debo aportar cosas. De momento, cierro la lista de Ramon Espadaler, que es un gran candidato, sigo presidiendo el partido y seré el primero en dar la cara el 27-S, sobre todo si las cosas van mal.

-¿Encabezará la candidatura de Unió en las generales?

-Dios dirá, vaya usted a saber. Dependerá de cómo quede el mapa político. Todo es tan incierto...