¿Dosis de hipocresía o de estulticia?

JOAN TAPIA

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El martes, la noticia del debate de política general, que todos los diarios destacaron ayer, fue el distanciamiento entre el president Mas y el líder de ERC, Oriol Junqueras, respecto a qué hacer si el Tribunal Constitucional (TC) suspende la consulta. Mas recurrió al eufemismo de que la consulta debía hacerse con «todas las garantías democráticas» para decir, sin decirlo, que acataría la decisión del TC. E insinuó que si la consulta no se puede celebrar habrá elecciones anticipadas (plebiscitarias).

Junqueras le respondió que las «garantías democráticas» las daban los partidos catalanes y la manifestación del 11-S y que ERC -presumió que según todas las encuestas saldría ganadora de unas anticipadas- estaba dispuesta a entrar en el Govern para «blindar» la consulta. Para que Mas afronte el choque de trenes.  Además, le espetó que si cuando pactó la consulta con ERC, ICV y las CUP no sabía que el Estado torpedearía la consulta no era «digno de la confianza de los ciudadanos». ¡Uf!

Parece que el consenso entre los que propugnan la consulta, definido por Mas como una figura de porcelana a la que se debe tratar con suavidad, está a punto de estallar. ¿Observaron la cara de los consellers mientras predicaba Junqueras? Pero en la misma tarde del martes la porcelana se recubrió con un baño de hipocresía y los partidos de la consulta presentaron una moción conjunta instando al Govern a llevarla a cabo a través de «los marcos legales y con todas las garantías democráticas y de participación posibles». No importa que Mas y Junqueras piensen cosas antagónicas sobre «todas las garantías democráticas». Una cierta dosis de disimulo puede ser consustancial a la política. Pero a estas alturas de la película -y tras la gran frialdad entre los dos líderes vista por la mañana- puede tener un alto componente de farsa e incluso de intento de engaño al personal.

Pero no quememos etapas. Quizá cuando llegue la suspensión el president Mas ya habrá apretado las clavijas a todos: a Duran Lleida, a Junqueras, a las CUP… Veremos entonces si la hipocresía de la moción es «trato suave» a la porcelana o mentira pura y dura. Mas se ha salido de otras, como cuando en diciembre pactó la doble pregunta pero no la forma de contabilizar los votos. Y así lleva nueve meses. Claro que ahora el plazo fijado (el 9-N) dificulta salvar el lío chutando la pelota hacia adelante.

Pero las dosis de hipocresía pueden ser menos dañinas que las de estulticia. Cuando en Escocia la corriente del sí sube, los ayuntamientos ingleses izan la cruz de San Andrés (la bandera escocesa) y Cameron (el Rajoy de allí)  afirma que se le rompería el corazón si Escocia sale del Reino Unido. Aquí, aparte de no negociar nada, García Margallo contesta a la gran manifestación del 11 de septiembre diciendo que el Gobierno no excluye suspender la autonomía. ¿Nos tranquilizamos con aquello de perro ladrador, poco mordedor? Pero que el titular de Interior, Jorge Fernández Díaz, se vea obligado a desmentir desde Washington -se lo agradezco- lo que dice en Madrid el ministro de Exteriores, indica gran descontrol de las dosis de estulticia.

Hoy vota Escocia. Atentos. A todo, porque lo que dijo ayer Mariano Rajoy en el Congreso no me pareció una estulticia. Él sabe mejor que Mas y Junqueras (Duran Lleida se defiende por la conexión democristiana) lo que piensan los jefes de gobierno de los otros grandes países de la UE: Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia y Polonia. Y el polaco Tusk es el nuevo presidente del Consejo Europeo.