LA BATALLA DE BARCELONA

Dos (y todos los demás)

LUIS MAURI / BARCELONA

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El útimo repecho de la campaña tensa los nervios en los cuarteles electorales. En Barcelona, el ajustadísimo mano a mano entre el nacionalista Xavier Trias, candidato a la reelección, y la izquierdista Ada Colau podría abonar la idea de que la pugna por la alcaldía es cosa de dos. A ambos les beneficia la difusión de esta imagen bipolar, pero las cosas no son tan sencillas. Colau y Trias no están solos en esta liza, frente a frente en una llanura yerma e infinita como la del 'Duelo a garrotazos' de Goya, apenas adornada por unas lomas suaves e igualmente estériles y despobladas.

No, Trias y Colau libran su pulso en presencia de, mejor dicho, revueltos con un número insólito de contendientes de aparente menor envergadura, todos enfrentados a todos y cuya flaqueza o entereza pueden incidir de forma decisiva en el resultado del duelo principal.

La batalla de Barcelona, tal como la pintan los sondeos electorales, no terminará la noche del domingo con el escrutinio de los votos depositados en las urnas. Estas pueden fraguar un ayuntamiento fragmentado como nunca antes, con dos grupos principales de fuerzas muy igualadas (CiU y Barcelona en Comú), cuatro más a buena distancia de los dos primeros y a la vez muy parejos entre sí (PSCPPERC y Ciutadans) y probablemente un séptimo grupo en la cola (CUP).

EL SEGUNDO ASALTO

Si los estudios demoscópicos no yerran, después de la noche electoral vendrá el segundo asalto de la batalla por la capital catalana. Sea quien sea el vencedor del pulso Trias-Colau, a partir de entonces deberá poner a prueba sus artes negociadoras y su capacidad de forjar acuerdos con los rivales. Vendrá obligado por la previsible fragmentación municipal. Además, ninguno de ambos ha renunciado a ser alcalde aunque el 24-M no sea el más votado. Esta misma segmentación, sin embargo, no solo actúa en contra de las posibilidades del vencedor electoral, tampoco favorece la formación de alternativas sólidas en la oposición.

Con todo, el segundo asalto corre el riesgo de quedar detenido en un campo embarrado hasta después del 27 de septiembre, mientras se dirime otra pugna electoral más allá de los límites de la ciudad. El anuncio del presidente de la Generalitat, Artur Mas, de que convocará las elecciones autonómicas para el 27 de septiembre (atención: anuncio, que no convocatoria) puede paralizar la búsqueda de alianzas en el ayuntamiento a la espera de conocer la correlación de fuerzas que brinden las urnas autonómicas si finalmente se confirma la cita del 27-S.

El 'president' podría dejar su anuncio para mejor ocasión si este domingo el bloque soberanista y especialmente su propia formación no cosechan unos resultados que satisfagan sus expectativas. Convocar unos comicios plebiscitarios en una fase de repliegue electoral no se antoja una jugada muy perspicaz ni concordante con el más básico instinto de supervivencia política.

AFINANDO TÁCTICAS

Pero volvamos la vista al presente. Con los últimos sondeos de intención de voto en la mano, los alcaldables afinan sus tácticas, refuerzan los flancos que creen más amenazados y redirigen sus baterías principales.

El candidato a la reelección comenzó la carrera sabiendo que su rival principal era Barcelona en Comú. Desde el principio armó su discurso contraponiendo su opción a lo que él define como un saco de quejas incapacitadas para la labor constructiva. Sin embargo, en la última manga de la campaña, con los sondeos apuntando un empate técnico, el nacionalista ha elevado el volumen de sus descalificaciones a la candidatura de Colau y ha echado mano de la mediática monja Lucía Caram para darle brillo social (el campo por antonomasia de la alcaldable de izquierda) a su propuesta.

Colau ha hecho un movimiento similar. Tras unos primeros compases de verbo algo más moderado --quizá por decisión meditada, quizá por precaución de rodaje--, en la segunda semana ha acerado sus ataques a la gestión municipal de Trias, algunos de cuyos planes califica de mafiosos. En estos últimos días también se ha dirigido por primera vez de forma directa a los votantes socialistas para reclamarles el voto útil. Hasta ahora, el equipo de Colau había descartado hacerlo por temor a generar rechazo, pero la igualdad de fuerzas con que CiU y BC se acercan a la hora de la verdad ha aconsejado a los asesores de la alcaldable prescindir de precauciones.

LOS DEMÁS

Mientras Trias y Colau pugnan en el vértice, Jaume Collboni (PSC), Alberto Fernández Díaz (PP), Alfred Bosch (ERC) y Carina Mejías (C's) luchan por la tercera plaza también con fuerzas muy igualadas. El alcaldable socialista busca un hueco entre Trias, a quien presenta como un político caduco, amortizado, y Colau, a la que despacha como una aventurera insensata. El popular cambia de táctica, deja tranquilos momentáneamente a los inmigrantes y ataca con dureza a Ciutadans, cuya candidata, Carina Mejías, exdirigente del PP, le sustrae buena parte de los votos que los sondeos le pronostican que pierde.

Bosch, según las encuestas, difícilmente satisfará las expectativas de solo unos meses atrás. El republicano probablemente acusa la ausencia del debate soberanista en la campaña barcelonesa.