EL ONZE DE SETEMBRE

En la otra orilla de la Diada

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jjubierre35479548 castelldefels 11 09 2016 la diada en la playa platja de c160911162210 / ROBERT RAMOS

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Vivir la Diada como si fuera un festivo habitual es posible a media hora de Barcelona, en la playa de Castelldefels, donde no se ve ni una estelada, ni camisetas blancas con una diana sobre el corazón con el lema 'A punt'. Además, una confluencia de factores logran el milagro. Hace un día espléndido, caluroso pero con brisa marina. La bandera ondea el alegre color verde, el agua está tranquila y aparentemente limpia, pero no hay gran afluencia de bañistas. La arena no está cubierta de toallas y piernas con las que tropezar. Los parasoles no se rozan. No hay colas para pedir una cerveza en los chiringuitos y la mayoría de hamacas están vacías. Inaudito.

No parece que sea un domingo de verano en Castelldefels. Los pocos pasajeros que se han escapado de Barcelona en tren se permiten el lujo de elegir un asiento con ventana. El motivo de la ausencia de aglomeraciones en el litoral del Baix Llobregat no se limita a que muchos barceloneses optan por no moverse de su ciudad para participar en la fiesta de la reivindicación nacionalista.

FOBIA A LAS MULTITUDES

Carlo Vernetti, residente de Castelldefels que trabaja de jefe de eléctricos en rodajes de anuncios, ha quedado con un amigo en una terraza con vistas al mar, huyendo de la Diada. "Esta tranquilidad se debe a que bien pocos han salido de la ciudad, y a eso se suma que algunos habitantes de la costa se han desplazado para participar en la manifestación. Además, el sábado hizo mal tiempo, eso siempre influye en que el domingo vaya menos gente a la playa. Otro factor es que el lunes comienzan los colegios, y muchas familias optan por poner orden en casa". Vernetti se declara antiindependentista con fobia a las multitudes. "Ya no es una fiesta para rememorar la derrota de 1714, sino un acto soberanista con el que no estoy conforme", asegura.

Jalal Rachidi es el chef del chiringuito Ámami. "Es extraño ver tan poca gente. Otro domingo a esta hora del mediodía todas las mesas están llenas", reconoce. En la barra, María Gálvez, administrativa de L'Hospitalet de Llobregat, dice que ni loca se pierde un día perfecto de playa. "Paso de politiqueos, y aún más de la Diada". 

Vincent Lefévre es un empresario francés que vive en la capital catalana. "Prefiero estar hoy en la playa. Es un día para disfrutar. En Barcelona hay demasiada gente en todos lados", señala. Su mujer, Anne Laure, es naturópata. "No hemos huido de la Diada, eso no. Pero esta efervescencia independentista me preocupa. Catalunya no es Gran Bretaña y si saliera de Europa se tendría que enfrentar a una gran crisis económica", valora ella.

EL ANTES Y DESPUÉS DEL 2012

En una mesa de otro chiringuito un escritor conocido de Barcelona, que prefiere ocultar su identidad, argumenta que quiere aprovechar uno de los pocos días que quedan para tomar el sol al lado del mar. "Hace un día perfecto. Solo 31º y con un poco de viento", describe. Antes del 2012 solía ir a la Diada. "Ese año fue un antes y un después. Hasta entonces era una fiesta inclusiva. Ahora, no. Está destinada a los soberanistas. Y muchos catalanistas que no creen en la independencia no se sienten integrados, y ya no van", argumenta, recordando que ese año la manifestación fue un éxito abrumador, llegando a superar, con un millón y medio de personas, el número de asistentes a la histórica de 1977, que exigían el Estatut. Fue convocada por la Assemblea Nacional Catalana (ANC), bajo el lema 'Catalunya, nou Estat d'Europa'. "Desde entonces la Diada es el gran acto reinvindicativo del separatismo", concluye.

De vuelta, a primera hora de la tarde, en el apeadero de Castelldefels, ya ondea alguna 'estelada'. Un grupo de mujeres llevan una pequeña mochila con el equipo necesario: agua bien fría y la bandera. Taiguari Peris, administrativa, explica que sus maridos se han quedado en casa. "Vamos a la manifestación porque queremos una Catalunya independiente. No tenemos nada que ver con España. A ver si los políticos hacen algo de una vez, de momento solo luchamos los ciudadanos. El referéndum es necesario. Voy emocionada. Soy catalana y Catalunya es mi país", manifiesta.