EL DESFILE MILITAR

Juntos, revueltos o separados

El Gobierno publicita el 12-O bajo el lema 'El día de todos' para reivindicar el orgullo de ser español

JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

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Cuando los siete turborreactores de la Patrulla Águila dibujaron una bandera española en el aire, todos los cuellos (el del Rey, la Reina, el presidente, la vicepresidenta, otras autoridades y público de a pie) se alzaron hacia el cielo. El lema del escuadrón acrobático es 'Juncti sed, non uncti', juntos pero no revueltos, y casa bien con el espíritu de unión que el Gobierno quiso dotar a este Día de la Hispanidad. Mucho mejor que el "¡legionarios a luchar, legionarios a morir!" que utiliza en ocasiones el otro gran polo de atracción en el desfile de este lunes: la Legión y su cabra, que en rigor era un carnero llamado Pablo.

En un momento de inestabilidad política, dos semanas después de unas elecciones catalanas donde casi la mitad de los votantes dijeron a las claras que querían la independencia y a poco más de dos meses de las generales del próximo 20 de diciembre, repletas de incertidumbres sobre el resultado y la posterior gobernabilidad del país, el Ejecutivo promocionó el 12-O como 'El día de todos', subrayando que aquí no sobra nadie, que el Día de la Hispanidad debe ser un motivo de orgullo y que no hay mejor forma de celebrarlo que viendo desfilar a alrededor de 3.500 militares y guardias civiles (400 más que el año pasado), 48 vehículos y 53 aeronaves por el centro de Madrid, acto que tuvo un coste cercano a los 800.000 euros.

El Gobierno logró a medias su objetivo. El desfile transcurrió con normalidad, sin altercados ni pitidos, y junto a los Reyes, sus hijas, el presidente y los ministros se dieron cita también 14 presidentes autonómicos. Todos, salvo tres: el catalán Artur Mas, el vasco Iñigo Urkullu y la navarra Uxue Barkos. Otra muestra de sentimientos encontrados: hubo alcaldes, como la barcelonesa Ada Colau, que dijeron que el 12 de octubre, fecha en la que Cristóbal Colón tomó contacto con las costas americanas en 1492, no se celebraba nada más que un "genocidio". El líder de Podemos, Pablo Iglesias, tampoco quiso tener nada que ver.

Pero todo eso parecía quedar lejos de los asistentes al desfile. O al menos de muchos de ellos, Cuando terminó, una señora se fue hacia el parque del Retiro de la mano de su joven nieta. Ambas llevaban banderas españolas. Le preguntaron qué pensaba de las ausencias políticas al acto, del aumento del independentismo, de las críticas al 12-O, y la señora contestó: "Déjenme en paz. No quiero polémicas. Tampoco criticar a nadie. Vengo aquí todos los años porque me gusta el desfile. Eso es todo". Pidió disculpas y continuó caminando.