FINAL DE LA CAMPAÑA DEL 24-M

Del atril a la mesa de negociación

GEMMA ROBLES / MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Terminó la campaña electoral del cambio. Sí, del cambio, porque con independencia de que el bipartidismo logre o no salvar los muebles, el domingo en las urnas habrá por primera vez en la historia reciente en unas municipales dos partidos distintos a PSOE PP que no tienen estrictamente carácter autonómico o local o credo nacionalista y que optan a situarse en los primeros escalones de la clasificación general. Como mínimo, a ser decisivos para permitir que se formen gobiernos en multitud de territorios. Incluido el andaluz, que sigue con la investidura de Susana Díaz pendiente de que esas dos nuevas fuerzas emergentes, Podemos y Ciudadanos, decidan que ya se cumplen las circunstancias (o requisitos impuestos) para mover ficha y evitar un adelanto electoral.

También el PP podría tener algo que decir en Andalucía para impedir que haya comicios regionales por segunda vez en meses. De hecho, Mariano Rajoy descartaba esa posibilidad hace unas semanas. Que los populares opten por dar un balón de oxígeno al PSOE andaluz es difícil, pero no imposible. Todo podría depender de los favores mutuos que hayan de hacerse tras las municipales.

Cierto es que el socialista Pedro Sánchez --que necesita un buen resultado como aval para las primarias previstas para julio-- ha proclamado en las últimas jornadas que está abierto a pactar con todos menos con el PP y Bildu, pero cierto es también que Asturias ha estado gobernada hasta hoy por un socialista que, tras la espantada de su primeros socios, UPD e IU, se ha mantenido en pie gracias a que los conservadores lo han permitido, aprobando el presupuesto para el 2015. En todo caso el lunes llegará la hora de comprobar si la teoría sobre posibles alianzas aireada desde los atriles de campaña se mantiene sin matices en unas mesas de negociación que serán obligadas si, como auguran las encuestas, las mayorías absolutas dejan de estar de moda.

'ESTELADES' Y MOSSOS

Es deporte de riesgo aventurar un resultado sobre el 24-M basándose en unos sondeos que juegan con márgenes de indecisos/voto oculto de entre el 20% y el 40% según los territorios. Del camino que elija esa gran masa indefinida dependerá, por ejemplo, la confirmación o desmentido de la teoría sociológica que augura que los candidatos oficiales de Podemos (autonómicos) defraudarán expectativas, mientras que sorprenderán por su fortaleza las agrupaciones de izquierda en las que participan para optar a los ayuntamientos.

En la propia Barcelona, la lista que encabeza Ada Calou le planta cara hasta el último momento a la que lidera Xavier Trías. "El proceso soberanista está en riesgo si Barcelona nos da la espalda", dijo Artur Mas en el día en que se cerraba una campaña que, en Catalunya, ha tenido menos pátina independentista de la esperada, con la excepción de la controversia generada por la prohibición de la Junta Electoral de colgar 'estelades'. De fondo, eso sí, han estado las tensiones entre la Generalitat y el Ministerio de Interior a raíz de la denuncia de los Mossos en la Audiencia Nacional de un supuesto chivatazo, por parte de policías nacionales, a los yihadistas recientemente detenidos.

EL PRECIO DE ALIARSE CON RIVERA

Por otro lado, esa legión de indecisos es clave también para constatar si el presidente Rajoy logra que su 'los populares somos la fuerza más votada' --frase que ya tiene preparada para calmar los ánimos de los suyos tras las elecciones-- tenga verdadero efecto balsámico para los conservadores, que van a perder poder en las urnas (aunque solo sea por lo complicado de superar o mantener el que conquistaron en el 2011). Además es previsible que la corrupción y los recortes hagan mella.

En todo caso será el nivel de consistencia de esa hipotética victoria popular en votos la que determinará si el PP puede gestionar con autoridad, como ansía, los problemas internos que se le avecinan si algunos de sus barones o candidatos a alcaldías emblemáticas ganan, pero no consiguen después tejer alianzas para gobernar. ¿Será capaz la flamante organización que lidera Albert Rivera de prestar apoyo a los populares en Madrid o Valencia, los dos territorios donde la corrupción ha marcado las últimas legislaturas del PP, en caso de que sean las listas más apoyadas pero sin mayoría suficiente para garantizar investiduras? ¿Estará dispuesto el equipo de Rajoy a asumir en las mesas de negociación el documento de regeneración que, al menos desde los atriles, Ciudadanos exhibe como condición sine qua non para abrir conversaciones y que obligaría a los populares a celebrar primarias? Esas son las primeras incógnitas que, a buen seguro, habrá que despejar desde el próximo lunes si no hay sorpresas.

GUERRAS INTERNAS DEL PP

A continuación llegarán las cuitas de familia (popular). Y destacarán especialmente las que surjan en torno a la madrileña Esperanza Aguirre, enzarzada en una lucha de última hora con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro (sí, su propio compañero), a raíz de la difusión de la declaración de la renta que la candidata presentó en el 2013. Ella responsabiliza a Hacienda, aunque la investigación abierta en la Agencia Tributaria apunta a que el documento no salió de allí. Según la 'lideresa', hasta se la está acusando desde el Gobierno popular (sí, el de su partido) de haberlo filtrado ella misma por interés electoral. Por si esto era poco, este viernes eldiario.es publicó extractos bancarios que demuestran que Aguirre y su marido ingresaron un cheque de cinco millones de euros cuando ella aún gobernaba la Comunidad de Madrid.

Conviene recordar que la candidata se comprometió con Rajoy a dejar la presidencia del PP madrileño (el presidente no la quiere al frente) si era alcaldesa. Atentos al matiz, porque Aguirre puede ganar el domingo y no gobernar. Y, entonces, darse el gusto de aferrarse al sillón del partido como premio de consolación. Para disgusto de su jefe de filas.