EL DESAFÍO INDEPENDENTISTA

El día de la 'Che Forcadell'

La presidenta del Parlament declara entre los gritos de "ni un paso atrás" del gentío

XABI BARRENA / BARCELONA

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Los lazos entre el ‘procés’ y la revolución cubana existen. Son quizá invisibles y, sobre todo, se limitan a la liturgia, pero ahí están. No solo porque la ‘estelada’ sea una copia de la bandera de Cuba, sino, por ejemplo, por los lemas asociados a ambos hechos. “Ni un paso atrás” fue el cántico más coreado por el gentío congregado este viernes ante el Palau de Justícia para acompañar a Carme Forcadell. Un coro cuya autor original fue Iósif Stalin, en su famosa orden 227 de resistencia a los nazis, pero que popularizaron tanto el Che Guevara (“Ni un paso atrás y lo que ha de ser que sea”) como, incluso, el recientemente fallecido Fidel Castro que, en un arranque de gracia tuitera ‘avant la lettre’ dijo aquello de “ni un paso atrás ni para tomar impulso”.

Forcadell ha entrado en el Palau de Justicia tras dejar atrás el cortejo que le ha acompañado desde las puertas de su despacho en el Parlament. De ahí salió en formación flanqueada por los primeros espadas independentistas de ayer y hoy. Por Carles Puigdemont Oriol Junqueras y por Artur Mas. El actual 'president', a la salida del parque de la Ciutadella, y como el propio Mas hizo con Joana Ortega e Irene Rigau, ha abandonado el cortejo dando así, involuntariamente, mayor protagonismo, si cabe, al ‘president’ del ‘paso al lado’. De hecho, al lado de Forcadell, parecía el novio de la 'boda'.

VARAS DE MANDO Y CAFÉ

A la puerta del Parlament se unieron a la comitiva los cargos electos locales, entre ellos muchos alcaldes con sus varas de mando, algunas de ellas de formas imaginativas que han recordado la varita mágica de Harry Potter. Las exhibían alzándolas y uno miraba alrededor esperando que el sortilegio múltiple surtiera efecto y alguien se convirtiera en rana. En el lapso de tiempo en que Forcadell ha declarado, los manifestantes tomaron los bares de las cercanías para avituallarse y muchos de estos ediles dejaron sus varas en la barra del bar. Parecía un receso en la escuela de Hogwarts.  

Desde el Parlament, ya el cortejo completo ha tomado, dando un pequeño rodeo, el paseo dels Til.lers. A mitad de camino, foto ante las letras que formaban la palabra ‘Democràcia’. La organización de todo el acto, a cargo de las entidades soberanistas, y como viene siendo habitual, fue impecablemente ordenada. Justo en ese alto en el camino se unieron a la procesión una miembro de la dirección de la CUP y un diputado (del sector menos duro), degustando aún los últimos bocados a su desayuno.

Tras el mutis de Puigdemont, según el pelotón tomaba la avenida de Lluís Companys, se produjo el primer contacto entre el séquito de Forcadell y el público afín. Además del lema revolucionario cubano, el gentío, cuya media de edad era más bien alta, sin duda, por ser laborable y por aquello de tener que ir a trabajar o a estudiar, coreó “nuestra sentencia es la independencia” y el más clásico “fuera, fuera, la justicia española”.

Tras algunos nervios entre los congregados que increpaban a los fotógrafos por no tumbarse en el suelo y por impedir, por extensión, que ellos sacarán sus instantáneas con el móvil (“Oiga, que yo llevo tres horas esperando”) llegó el momento álgido. Canto de ‘Els Segadors’ y el ‘desenganche’ de Forcadell del séquito, cual módulo lunar del Apollo XIII . Subida lenta, parsimoniosa pero firme y, culminadas las escaleras, media vuelta para saludar al respetable. No levantó los cuatro dedos ‘senyeriles’, como hizo en su días Mas, sino que repartió besos a dos manos, al más puro estrella cinematográfica