LA ENCRUCIJADA SOCIALISTA

El PSOE se enreda en sí mismo

Pedro Sánchez, en Santa Cruz de Tenerife.

Pedro Sánchez, en Santa Cruz de Tenerife. / periodico

JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando terminó su último congreso, a finales del pasado julio, el PSOE dio la impresión de que había recuperado cierto pulso. Las heridas de la anterior pugna, entre Alfredo Pérez Rubalcaba Carme Chacón, seguían estando muy presentes y nadie quería repetir esa imagen de desunión. El nuevo secretario general, Pedro Sánchez, había sido elegido por vez primera por voto directo de los afiliados, a mucha distancia de sus dos contrincantes, Eduardo Madina José Antonio Pérez Tapias. Pese a las críticas de falta de integración, ninguno de los perdedores quería mantener viva la batalla interna. La dirección salió renovada; sus lazos con los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero eran escasos. Los líderes territoriales decían respaldar a Sánchez y se respiraba optimismo en el partido. Sin embargo, seis meses después de la cita, tras una primera etapa de calma, los socialistas han vuelto a enredarse en sí mismos.

Esta semana ha sido con diferencia la más crítica para el líder, a quien muchos dan ya por amortizado. Ha bastado con que Susana Díaz --la presidenta andaluza, principal referente del PSOE y gran artífice del triunfo del secretario general el pasado verano-- amagase con adelantar las elecciones en su comunidad, algo que muy probablemente hará mañana, para que Sánchez viese cómo el suelo se movía bajo sus pies. Puede que Díaz dé después el salto a Madrid, desplazando al secretario general del camino hacia la candidatura a la Moncloa, o puede que no. Sus colaboradores señalan que "de momento no está en eso" y ayer quiso rebajar la tensión generada estos días y aseguró que el "único tren" que va a coger es "el de Andalucía", informa Julia Camacho.

Pero el PSOE andaluz, que junto al asturiano es el único con gobierno autonómico, ya ha emitido señales de que su confianza hacia el secretario general se ha agotado.

LOS MOTIVOS

Si se pregunta en el entorno de Sánchez y en el de Díaz, todos contestan que este cambio de actitud obedece a muy diversos factores. La ambición de la presidenta de la Junta, que tras el fracaso en las elecciones europeas del pasado mayo a punto estuvo de postularse para sustituir a Rubalcaba. Su convencimiento, según ha dicho a los suyos, de que el secretario general "no tira" y ella se siente responsable, porque al fin y al cabo fue su apoyo el que llevó al madrileño, prácticamente desconocido hace medio año, hasta su puesto actual.

La forma que Sánchez tiene de llevar el partido: sin "consultar" con los territorios, dicen los críticos, que cada vez son más; incapaz de dotar al PSOE de "contenido" para presentar una "alternativa" al PP e inmerso en una estrategia frentista contra Podemos con la que no comulgan buena parte de los socialistas. Creen que así no recuperarán a los votantes que ven con buenos ojos al partido de Pablo Iglesias, que hoy puede llevarse una nueva alegría si Syriza, una fuerza con la que tienen muchas semejanzas, logra la victoria en Grecia, donde el PASOK, tras su coalición con la derecha, está prácticamente desaparecido.

El PSOE, que considera que unas hipotéticas elecciones andaluzas en marzo le pueden servir de revulsivo si vuelve a ser primera fuerza en la autonomía (algo que parece muy probable), intenta ahora volver a cierta normalidad. Evidenciado el desencuentro, Díaz y Sánchez han hablado en los últimos días para trasladar una imagen de unidad hasta las municipales y autonómicas de mayo, una cita que no se presenta sencilla. Si el resultado no es bueno, es "probable" que el recorrido de Sánchez, dicen fuentes del socialismo andaluz, "acabe ahí".

El secretario general, que se considera legitimado por el voto de las bases, mantiene el paso. Ayer, en un acto en Santa Cruz de Tenerife, Sánchez pidió a los suyos que dejen de contar los votos perdidos. "El PSOE es un partido ganador", proclamó.

Pero sus mensajes no terminan de calar, y menos aún en una semana como esta, plagada de especulaciones y ruido interno, aunque él piensa continuar con su intensa agenda mediática. También con los viajes internacionales, donde trata de realzar su perfil de futuro gobernante. Según fuentes de la dirección, volverá a cruzar próximamente el Atlántico, para reunirse primero con el recién elegido presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, y después, en Nueva York, con el secretario general de la ONUBan Ki-moon. El viaje todavía no está cerrado, pero si nada cambia, a Sánchez le acompañará Carme Chacón, secretaria de relaciones internacionales, a quien algunos ven como hipotética candidata a las primarias de julio si Díaz, al final, decide no presentarse.