EDUCACIÓN

"Deberían pisar más las aulas"

Los profesores se dicen "cansados y quemados" después de tanto tiempo bregando con recortes y reformas "alejadas del aula". Los docentes afrontan el 27-S con desafección

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ

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No han sido fáciles los últimos cuatro, cinco años para los profesores catalanes. Entre los recortes, la crisis de valores y de prioridades de los padres, la irrupción de las nuevas tecnologías que, mal utilizadas, se han convertido en una distracción fatal para los alumnos... Entre todo eso y la congelación de salarios y la anulación de pagas extra, los últimos tiempos han sido francamente complicados. "Estamos más viejos, más cansados y más quemados que nunca", constata Teresa Paramio, profesora de Ciencia Animal y de los Alimentos en la facultad de Veterinaria de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). "Y encima, como hay que suplir la falta de recursos, nos hemos autoimpuesto un nivel de exigencia que será imposible de mantener durante mucho más tiempo. En mi caso, difícilmente llegaré hasta los 50 años de seguir a este ritmo", agrega Eva Ortí, profesora de primaria en un colegio concertado de Vilanova i la Geltrú (Garraf).

Por eso, el colectivo docente llega a estas elecciones con desafección. Por no decir con cierto hartazgo hacia la clase política. "Tengo la sensación de que no nos han cuidado, de que han hecho leyes sin tener en cuenta la opinión del ciudadano de a pie", recela Pilar Carmona, educadora infantil y directora de un parvulario en Picamoixons (Alt Camp). Pese a ello, no tienen inconveniente en aceptar la invitación de EL PERIÓDICO para, en principio, hablar de política, aunque al final terminen hablando de lo que mejor conocen: la educación.

No queda muy claro -salvo en un caso- si los participantes en esta tertulia, que tiene lugar en un aula de la UAB, son o no son independentistas, pero ninguno de ellos tiene dudas sobre el carácter plebiscitario que tiene la cita del 27-S. "Van a serlo, sí o sí, porque el debate está siendo tan intenso que les han dado ese carácter, ineludiblemente", resume Paramio. "Tal vez no estamos recibiendo toda la información que haría falta sobre cómo será nuestra vida a partir del 28 de septiembre. Evidentemente, todos tenemos muchas incertidumbres y miedo a lo que pueda pasar, miedo, por ejemplo, sobre qué ocurrirá con las pensiones, pero tenemos que continuar con el día a día, porque los alumnos no esperan", opina Eva Ortí.

"Ni en Catalunya ni en España hay un objetivo político educativo claro. Mucho decir que la educación es lo principal, como un mantra, pero a la hora de la verdad hacen muy poco por ella", denuncia la beligerante profesora universitaria. "Si es que muchas veces quien hace las reformas educativa ni ha pisado un aula en mucho tiempo, ni ha consultado siquiera con nosotros, los maestros", lamenta Pilar Carmona. El debate sobre el soberanismo "lo ha ocupado todo, el docente se ha inhibido tanto que incluso ha dejado de protestar», agrega Paramio.

A COSTA DEL DOCENTE

Si la escuela catalana ha superado estos años de crisis económica sin mayores sobresaltos, sin que los recortes se tradujeran en un incremento de las tasas de fracaso escolar, ha sido gracias a que los profesores han redoblado esfuerzos. "Hemos seguido trabajando independientemente de los políticos: mientras ellos discutían, por ejemplo, sobre el castellano y el catalán, en las aulas se ha mantenido la convivencia sin que la lengua fuera ningún problema para nadie", observa Roger de Marfà, profesor de Cienciasde secundaria en un colegio privado de Alella (Maresme).

"Los niños no distinguen por razón de lengua, ese es un debate que han provocado los políticos, que demuestran, una vez más, los alejados que están del día a día de las aulas", corrobora Ortí, que trabaja en uno de los centros a los que el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC) ha ordenado impartir un 25% de las clases en castellano en los grupos a los que acuden alumnos que así lo han solicitado. "Aquí se ha perdido un tiempo precioso con debates estériles como el de si hay que dar más clases de Religión o de Ética o si hay que hacerlo en castellano o en catalán, cuando el verdadero problema lo tenemos con el inglés", lamenta Teresa Paramio. "La Administración nos quiere hacer a todos trilingües-prosigue-, pero no pone dinero para que nos formemos". Y la gente que se forma, que tiene interés por prepararse para poder dar clases en ese idioma, "muchas veces acaba pagando los cursos de su bolsillo", denuncia Ortí.

"Cualquier cambio que quieran hacer los políticos después de estas elecciones debería iniciarse desde abajo, empezando por las propias familias, que, llegada una edad, parecen despreocuparse por las horas que sus hijos pasan delante del ordenador", propone De Marfà, que cada día brega, en su colegio, con varias decenas de adolescentes. "Ciertamente, falta implicación de las familias, sobre todo a medida que los chicos crecen", secunda Pilar Carmona, que además de educadora es madre de dos chavales de 16 y 20 años.

En cualquier caso, protesta Eva Ortí, en los últimos años ha habido ya tantos cambios, tantos recortes y tantas regulaciones, que "los profesores solo han ganado en inseguridad". "Es que la educación tendría que ser considerada, de una vez y por toda la clase política, como un asunto de Estado", clama Teresa Paramio. Todos asienten. Y todos lamentan, también, que aún no se haya alcanzado.