EL DEBATE SOBRE EL MODELO DE ESTADO

Aires de fin de ciclo político

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el pasado 3 de octubre, tras clausurar un acto del PP valenciano.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, el pasado 3 de octubre, tras clausurar un acto del PP valenciano. / periodico

GEMMA ROBLES / JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

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El Día de la Hispanidad se celebra este lunes con aires de cambio. De fin de ciclo político, con independencia de quién termine gobernando en la Generalitat o en el Ejecutivo central a partir de enero. Si el pasado 12-0 se caracterizó por ser el primero que presidía el nuevo jefe del Estado, Felipe VI, este tiene como telón de fondo las recién celebradas elecciones en Catalunya y el horizonte de unas reñidas generales que llegarán en vísperas de Navidad y con programas electorales salpicados de reformas de Estado de calado.

Puede que este último punto no resulte novedoso para los que han seguido con interés el desarrollo de las elecciones generales de España en los últimos años. Pero en esta ocasión, la presión social en pro de una regeneración seria y una adaptación al siglo XXI de las instituciones, la creciente tensión territorial y el hecho de que tres de los cuatro aspirantes con más posibilidades de presidir o influir en el Gobierno apuesten por una reforma constitucional, hacen posible augurar que el debate sobre el modelo de Estado (ya se verá con qué resultados) va a llamar a la puerta con fuerza. Y que quien sea el inquilino de la Moncloa en el 2016 (repita estancia o se estrene en el palacio) tendrá que abrirle paso. Al menos, a la discusión.

PLENO PARA LA FINANCIACIÓN

Tanto el popular Mariano Rajoy, como el socialista Pedro Sánchez, como los nuevos candidatos Albert Rivera por Ciudadanos Pablo Iglesias por Podemos tienen en mente poner en marcha una reforma del modelo de financiación. Rajoy prometió afrontar el reto de la financiación en la legislatura que se agota, pero se ha escondido tras su mayoría absoluta para evitarlo, alegando que la crisis lo hacía inviable. Ahora sostiene que lo hará en el primer semestre del próximo año si gana. Según las encuestas, el líder popular tiene posibilidades, y muchas, de vencer en las urnas el próximo 20 de diciembre. Cosa distinta es que pueda gobernar si no recibe el apoyo de otra (u otras) fuerzas políticas para ser investido de nuevo como jefe del Ejecutivo. Y si logra que otros partidos se sienten en la mesa de un PP hipotéticamente ganador para negociar, es probable que tenga que ceder y bendecir más cambios de los que lleve incluidos en su programa.

¿Y la reforma de la Carta Magna? El equipo del presidente afirma que no está en su estrategia entrar en ese debate en campaña ni introducir ese compromiso en el programa. No obstante, a estas alturas es complicado encontrar un dirigente popular que no admita, al menos en privado, que será "inevitable" que la modificación de la ley fundamental ocupe horas y horas de la vida parlamentaria de la siguiente legislatura. Incluso hay conservadores como el ministro José Manuel García-Margallo que se han atrevido a defender la reforma de la Constitución y hasta el propio Rajoy amagó en agosto con dar algún paso en este sentido, aunque inmediatamente dio marcha atrás.

PACTOS DE LA MONCLOA

¿Y los socialistas? El pasado martes, durante la presentación de un libro en la que también participó José Luis Rodríguez Zapatero, Pedro Sánchez dijo que la situación actual no era comparable a la del 2004, cuando el expresidente alcanzó al poder, sino similar a la de 1982, año del triunfo de Felipe González, una época en la que en España estaba casi todo por hacer. Pero el actual líder del PSOE y candidato a las generales se fue después cinco años más atrás, a 1977, para proponer unos "nuevos Pactos de la Moncloa" (acuerdos que abrieron paso a las reformas económicas y democráticas de la Transición) que permitan reformar la Constitución, "modernizar" la economía y "recomponer" el Estado del bienestar.

Sánchez lleva semanas insistiendo en el carácter "reformista" de su partido que, a diferencia del PP, subraya, tiene una propuesta clara frente al malestar territorial: un cambio en la Carta Magna en un sentido federal, que entre otras cosas blinde competencias de las comunidades, convierta el Senado en verdadera Cámara para los territorios y reconozca los hechos diferenciales. Ese es el principal objetivo de su iniciativa, aunque la dirección del PSOE, para aumentar el interés de los ciudadanos hacia su proyecto, plantee también incluir nuevos derechos, como la sanidad, y avanzar en mecanismos democráticos.

Los expertos constitucionalistas del partido ultiman su propuesta de reforma de la Constitución, que se incluirá en el programa pero sin grandes concreciones, según fuentes del PSOE. Será un documento genérico, redactado para invitar a la negociación con otros grupos. Al tiempo, se trabaja en otro más específico para cuando se abra un proceso que Sánchez confía en que tendrá lugar en la próxima legislatura. En cualquier caso, el federalismo no será, en principio, un gran eje de campaña. Salvo en Catalunya.