'Preverdad' y el RUI

Ada Colau, Carles Puigdemont, Carme Forcadell, Oriol Junqueras, Raul Romeva

Ada Colau, Carles Puigdemont, Carme Forcadell, Oriol Junqueras, Raul Romeva / MF

XABI BARRENA / FIDEL MASREAL /BARCELONA

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Haciendo gala del proverbial talante innovador que caracteriza a la sociedad catalana, el ‘procés’ puede haber dado, aún en el 2016 (y con la ‘posverdad’ todavía reinando), con la palabra clave del 2017. La ‘preverdad’. El pasado viernes tuvo lugar en el Parlament la cumbre sobre el referéndum, una cita con las urnas que no solo no se sabe cómo se llevará a cabo –los problemas son cuantiosos-, sino que, para más inri, se desconoce si se celebrará, o si el Estado lo impediráy, para inri de los ’inris’, se ignora siquiera si será convocado, ni cuándo. 85 personas se reunieron, pues, para ultimar detalles sobre algo que no se sabe si llegará a pasar, pero sobre lo que hay ya partidos que están en campaña. Pura ‘preverdad’, a la espera de que se convierta en verdad, verdadera. O no. Para ello, el independentismo deberá de superar etapas e incógnitas.

LA LLAVE DEL REFERÉNDUM

El primer obstáculo es, de hecho, el más fácil. Que Carles Puigdemont se decida a convocar la consulta vinculante. Para ello ‘solo’ se precisa que la CUP apoye los presupuestos del Govern para el 2017. Hay un factor favorable para los referendistas: los anticapitalistas no tomarán esa decisión en asamblea. Hasta que los anticapitalistas den el 'sí' a la cuentas, el Govern mantendrá la unidad de acción con los 'comuns' en pos de un imposible pacto con el Estado por el referéndum.

DUELO DE LEGITIMIDADES

El plan soberanista se agarra como un clavo ardiendo al 27-S. En aquellas elecciones Junts pel Sí y la CUP concurrieron con sendos programas donde explícitamente se afirmaba que se promovería la ‘desconexión’ del Estado. Nadie los recurrió. Con la mayoría parlamentaria suficiente, los independentistas llevarán a cabo esa desconexión y darán paso a una nueva legitimidad, la catalana. Sobre esa nueva arquitectura legal se asentaría el referéndum, siempre según los deseos secesionistas. Catalunya sería, dicen, impermeable a la acción de la justicia española. Para evitar margen a los movimientos del Gobierno, el Ejecutivo catalán realizará tres puñetazos rápidos. En apenas 10 días llegarán la aprobación en el Parlament de la desconexión, la convocatoria del referéndum (todo ello el mismo día) y 10 días después, la propia consulta vinculante. Para los preparativos de ese referéndum, el Govern tirará de otra argucia: la resolución aprobada con Catalunya Sí que es Pot, por la que se apuesta por la consulta pactada.

RESPUESTA DEL ESTADO

El apartado anterior es, lógicamente, el guion ideal del secesionismo. Falta por ver qué hará el Estado. Y a raíz de las detenciones de miembros de la izquierda independentista por negarse a declarar en varios casos, surge, en la misma CUP, una pregunta: en esa nueva legitimidad, ¿qué harán y cómo responderán los Mossos? El cuerpo, que también es policía judicial y responde, por tanto, ante la justicia ahora española, ¿pasará a obedecer a una neonata justicia catalana? ¿O se llevarán ellos las urnas y detendrán a los ‘sediciosos’?

¿HASTA DÓNDE SEGUIRÁN LOS ‘COMUNS’?

La Catalunya del 84,6%, según el sondeo del GESOP para este diario, es una mayoría transversal. Imprescindible para que el referéndum sea un éxito. Los secesionistas se acogen al dictamen de la Comisión de Venecia para afirmar que no importa qué participación haya.. Se aprecian diferencias de matices en el seno de la izquierda alternativa, formado por 'comuns' y por Catalunya Sí que es Pot, es decir, ICV, Podem y EUiA. Aunque todos pongan ahora el acento en el acuerdo con el Estado, los 'comuns' -muchos de ellos deben su carrera política a la desobediencia en sus tiempos de la PAH- no subrayan tanto que el referendo sea acordado el Estado, como que sea efectivo. En función de la capacidad de seducción del independentismo de hacer entender a los 'colauistas' que la consulta será efectiva si ellos mismos juegan o no la partida, lo del referéndum será una cosa u otra.

EL FRENTE INTERNACIONAL

Llamar la atención de la ‘comunidad internacional’. Esa es la obsesión del independentismo desde el inicio del ‘procés’. La imputación de Carme Forcadell ha abierto, de manera tímida eso sí, la puerta a las primeras reacciones. Aún minoritarias, pero ahí están. El discurso ‘procesan a la presidenta del Parlament porque quería que se debatiera sobre la independencia’ casa perfectamente con el de ‘el Estado impide las urnas en Catalunya’. El RUI como elemento que mueva la rueda de la reacción internacional. Pero el mayor problema es que, como las mismas fuentes del Govern reconocen, los ejecutivos de la UE no se pronunciarían nunca a favor de la independencia hasta su consumación. Muy tarde, por tanto, para favorecer un referendo.