Geometría variable

Cuando Mas no entiende al PSC

JOAN TAPIA

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«No entiendo nada de lo que pasa en el PSC y si lo entiendo no me gusta», dijo el president desde Israel, donde se encontraba de viaje oficial, tras el anuncio de Maurici Lucena de que el PSC no votaría a favor de pedir al Estado que delegue competencias en la Generalitat para convocar la consulta sobre el futuro político de Catalunya.

Veamos. Para lograr su investidura, Artur Mas pactó con ERC convocar el referendo en el 2014. Nada le obligaba porque tenía cuatro años por delante. Ahora está claro que no habrá consulta ese año. Mariano Rajoy lo repite, los propios dirigentes de CDC -Lluís Corominas en voz alta y Mas elípticamente al hablar de las plebiscitarias- lo reconocen. Y Rajoy no puede admitir esa consulta, de resultado incierto y que conmocionaría España -con José María Aznar en primera línea- antes de sus elecciones generales del 2015. ¿Después? Bueno, en 1996 Aznar hablaba catalán en la intimidad porque necesitaba a Jordi Pujol.

Pero la consulta legal y acordada que exige el PSC (y CiU sabe que es la única posible) no se celebrará si Madrid, de una u otra forma, no da luz verde. Entonces, ¿por qué querer convocarla ahora? ¿Para que Madrid diga que no? Tendría sentido en la lógica de ERC, que quiere un referendo sí o sí (incluso ilegal), pero no en la de CiU, que sabe que la consulta solo puede ser legal. ¿Qué pasa? Que necesita convocarla... aunque después no se celebre. Pretende así cumplir su palabra -convocarla- aunque Madrid no deja hacerla porque Rajoy (un «antidemócrata» como Aznar, al que se ayudó a gobernar ocho años) dice no. Quizás Convergència saque algún dividendo, pero Catalunya se coloca en una situación de estéril conflictividad. Si lo que se pretende es la rebelión (ERC), tiene lógica política (aunque acabaría en desastre); si es para acabar acatando por imperativo legal (CDC), solo obedece al intento de no romper con ERC.

Es natural que cualquier dirigente no comparsa del PSC no desee seguir este guion. Primero, porque envenenaría más el clima entre Catalunya y España, malo para las dos. Segundo, porque a los socialistas catalanes no les interesa una crisis con el PSOE por algo que ahora -repito, ahora- no tiene viabilidad y que solo podría ayudar a que Rajoy -montando en el nacionalismo español más primario- repitiera la mayoría absoluta gracias a un desplome (todavía mayor) del PSOE. Malo para el PSC, malo para el PSOE, malo para CiU y malo para el independentismo. Y creo que también malo para España.

Por supuesto que Catalunya será lo que los catalanes quieran. No es una colonia y vota cada cuatro años al Parlamento catalán (y al español), pero eso tiene poco que ver con el callejón sin salida en el que Mas se metió cuando disolvió la Cámara (con dos años de adelanto) para tener mayoría absoluta y salió trasquilado. Y todavía menos con el cambalache por el que Oriol Junqueras invistió a Mas a cambio de fijar la consulta en el 2014 y que Mas invistiera a Junqueras líder de la oposición.

REÑIR AL ORANGUTÁN

Toque de atención de Bruselas a Alemania

Me contó Miguel Boyer que, antes de entrar en el euro, Paul Samuelson (el keynesiano premio Nobel) le comentó: «Quizás es inevitable, pero sepan que se van a meter en la cama (ustedes y los franceses) con un orangután». Ahora la Comisión Europea ha reñido a Alemania (el orangután) porque ha tenido un saldo comercial favorable de más del 6% del PIB varios años. Lo tiene porque es competitiva, pero también porque sus socios están en el euro (la cama). Sin moneda común, España, Francia e Italia habrían devaluado sus monedas y los productos alemanes no serían tan competitivos. Ni en la UE ni en el mundo. Se venderían muchos más Seat si España devaluase un 20% su divisa. España no puede -tampoco debe- hacerlo, pero Angela Merkel quiere ignorar que el euro genera obligaciones mutuas: el sur debe ser más competitivo; Alemania, estimular más su economía.