EL DEBATE DE INVESTIDURA

Rajoy se ofrece a "mejorar" su legado, pero no a derogarlo

GEMMA ROBLES / MADRID

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Sin ninguna sorpresa, el aspirante a la reelección Mariano Rajoy perdió la votación de investidura que se celebró este jueves. Tras una sesión de trámite que a ratos resultó convulsa, que tuvo hasta un plante  un plantey que fue regada con provocaciones, insultos y exabruptos de todos los colores (destacó el podemista Pablo IglesiasPablo Iglesias tildando de "delincuentes potenciales" a los diputados del Congreso y el popular Rafael Hernando acusando a los morados de usar el nombre de España para sacar rédito económico de dictaduras), el jefe del PP no logró la mayoría absoluta que resulta necesaria para poder pasarla.

Cosechó 180 'noes' 180 'noes'como símbolo del rechazo que provocan sus políticas de la legislatura que comenzó en el 2011. Un legado que, por cierto, se dijo dispuesto a modificar para "mejorarlo", de la mano de Ciudadanos y otros voluntarios, pero en ningún caso para derogarlo, como pretende parte de la oposición especialmente en lo que atañe a la reforma laboral, la LOMCE y la 'ley mordaza'. 

Aclarar hasta dónde llegaba la voluntad de diálogo y de pacto de la que tanto ha hecho gala en las últimas 72 horas ("no me queda más remedio", llegó a decir en un momento de manifiesta sinceridad) era uno de los objetivos evidentes de Rajoy. Eso y reclamar a sus señorías que, cuando en las próximas semanas llegue el momento de que pongan sus exigencias sobre la mesa a un Gobierno débil en las distintas negociaciones que se van a abrir, no olviden que deben ser "realistas" en cuanto al gasto público. A partir de ahí, quiso tener algunos gestos para intentar demostrar que lo suyo con la búsqueda de consenso va en serio. Sobre todo con el PSOE.

EL ABRAZO DEL OSO

 A los socialistas les ofreció el aplazamiento de las reválidas en la ley de educación vigente hasta que el pacto de Estado que propone, al que ha dado seis meses para llegar a conclusiones, dé tambien frutos. El portavoz socialista Antonio Hernando replicó avisando de que no se dejarán dar "el abrazo del oso" y que no se debe confundir permitir la investidura por "responsabilidad" con España a que sea su partido, precisamente, el que vaya a dotar a Rajoy de la estabilidad que ansía.

Hernando pronunció ante la Cámara el que, seguramente hasta ahora, puede haber sido su discurso más difícil. No resultó sencillo justificar que, una vez dimitido su secretario general, Pedro Sánchez, se pasa a la abstención que protagonizará su grupo este sábado partiendo desde el 'no es no' a Rajoy, ese que él mismo ha defendido con tanto ahinco. Más aún sabiendo que un número notable de compañeros de bancada no lo comparten e incluso exhibieron su disconformidad, evitando la cortesía del aplauso. Y Sánchez, que sigue sin querer desvelar qué hará, si es que vota, este sábado en la sesión definitiva para investir a Rajoy.

Pese a esto, el portavoz del PSOE se esforzó en marcar distancias con el PP y en enumerar un listado de demandas económicas y sociales por las que, según dijo, lucharán en los próximos tiempos en las Cortes. En esa lista incluyó la solicitud de una subcomisión en el Congreso para abordar, entre otras cuestiones, el encaje de Catalunya.

TENSIONES A LA CATALANA

Rajoy respondió que es "obvio" que hay tensiones que superar con la administración catalana, y que su disposición al diálogo es máxima siempre y cuando no se le pidan cheques en blanco. En cuanto a lo de la subcomisión parlamentaria [se entiende que para impulsar una reforma de la Constitución en clave federal, como quiere el PSOE] el aspirante popular confesó que aún "no tiene claro" cuál debe ser el foro más adecuado para sentarse a reflexionar con otros partidos sobre el futuro de Catalunya y que, en breve, se decidirá por la que considere más útil para solucionar problemas.

Diálogo y más diálogo fue asimismo lo que garantizó a un incrédulo Francesc Homs y a un rebelde Joan Tardà. Ambos acusaron a Rajoy de echar toda la leña que le ha hecho falta al fuego soberanista catalán y le avisaron de que, por más inhabilitaciones que promueva, no logrará frenar el independentismo. Sobre este asunto debatió también Pablo IglesiasPablo Iglesias unos minutos, apostando por reconocer de una vez la identidad plurinacional de España. Claro que la alocución de Iglesias, que trató sin disimulos de erigirse como líder de la izquierda frente a un PSOE que no pasa por su mejor momento, y al que atacó sin piedad, destacó por otras cosas. Pero sus detalles son parte de otra crónica.