Editoriales

La crisis y la corrupción condicionan el voto

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La acentuación de la desafección y de la crisis del bipartidismo, el riesgo de una España ingobernable, la influencia determinante de la corrupción en la situación política y la división entre Catalunya y Euskadi y el resto de España en el proceso soberanista, con un retroceso en el apoyo al derecho a decidir, resumen los resultados del barómetro del GESOP para EL PERIÓDICO. La crisis del bipartidismo adquiere caracteres de fin del modelo instaurado en la transición, ya que la suma del PP y el PSOE no alcanzaría el 55%. El partido gobernante con mayoría absoluta perdería en año y medio entre 64 y 68 diputados, situándose casi al nivel actual del PSOE, que sigue retrocediendo, sin recuperar nada de lo que el PP se deja en el camino.

A los dos grandes partidos les abandonarían entre un 20% y un 25% de sus votantes, refugiados en la indecisión, en la UPD de Rosa Díez, los del PP; y en IU, los del PSOE. Estas dos fuerzas recogen una intención de voto espectacular, que llevaría a UPD a superar los 30 escaños y a IU a doblar de largo su mejor resultado. Este movimiento tectónico se explica por la desafección hacia los que gobiernan ahora o lo hicieron antes y confirma la búsqueda desesperada de alternativas ante la impotencia frente a la crisis. Pero, de confirmarse este mapa, España sería ingobernable, ya que tanto PP como PSOE necesitarían para formar mayoría alianzas triples de difícil plasmación. El sondeo muestra, quizá por primera vez con contundencia, la influencia de la corrupción. Ya no se puede argumentar que elcaso Bárcenasno afecta al votante del PP o que la corrupción solo perjudica electoralmente a la izquierda.

En cuanto al proceso soberanista, algunos datos deben ser matizados por la inclusión en la muestra de catalanes y vascos, que siempre opinan distinto al resto. Por ejemplo, que el 47,4% considera a España un Estado plurinacional frente a un 45,5% que ve una sola nación. Una división que se reproduce, con ventaja de los contrarios, al opinar sobre si Rajoy debe autorizar la consulta. Sin embargo, se produce un retroceso de casi 10 puntos en seis meses entre los favorables al derecho a decidir. Pero estos temores se contradicen con la expectativa del resultado porque una mayoría, incluso en Catalunya y Euskadi, cree que ganarían los partidarios de seguir en España. ¿Por qué, entonces, no dejar que se vote?