CATARSIS EN LAS FILAS CONVERGENTES

¿Bicefalia en CDC?

Carles Puigdemont y Artur Mas, en una reunión de la ejecutiva de CDC.

Carles Puigdemont y Artur Mas, en una reunión de la ejecutiva de CDC. / JOAN CORTADELLAS

FIDEL MASREAL / BARCELONA

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Lo ha dicho el gran líder, Artur Mas, y lo apoya un 70% de los militantes consultados: hay que fortalecer Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Y una de las mejores maneras de conseguirlo es haciendo que el máximo dirigente del futuro partido se centre en esa responsabilidad orgánica, y no sea el candidato a la presidencia de la Generalitat.

Así se desprende de las primeras 500 encuestas internas a la militancia que la formación nacionalista ha divulgado como paso previo al congreso del mes de junio. A la pregunta de si la persona que ostente el liderazgo del partido debe presentarse también como candidato a las elecciones catalanas, un 69% de las bases cree que no. En ese porcentaje están quienes opinan que si el líder concurre a los comicios, debe dejar de dirigir el partido. Solo un 23% de los afiliados consultados defienden el actual modelo de acumulación de poder.

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Una acumulación heredada de la 'era Pujol', en la que la broma consistía en decir que en CDC mandaban tres personas: JordiPujol y Soley. Algo que se podía hacer extensivo al Govern, presidido de forma personalista por el fundador del partido.

LA ANTÍTESIS DEL PUJOLISMO

Ahora, una de las premisas de la nueva Convergència, según confirman las bases, es la separación de cargos. También en las municipales: más de un 70% no quiere que el líder local sea el cabeza de lista. Además, un 34% pide regular con más exigencia las incompatiblidades internas. En cambio, un 47% ya ve bien lo que dicen los estatutos. Otra respuesta significativa: el 84% considera que CDC tiene que asumir el principio de "no confusión entre el que controla y el que debe ser controlado". Y también la voluntad de que existan mecanismos de revocación de los cargos internos y públicos.

Todo ello se enmarca en un propósito compartido por las distintas famílias internas, con mayor o menor ahínco, que es el de la transparencia y la no acumulación de poder. Esto es, la antítesis del pujolismo.

Ahora bien, este modelo de separación de poderes genera un interrogante. Y es el de si Artur Mas y Carles Puigdemont, quienes hoy de facto ya representan estas dos caras de CDC, mantendrán una convivencia de poderes equilibrada. El PNV es un ejemplo de que la bicefalia puede llevar a divergencias notables.

La respuesta de los dirigentes es que solo el tiempo dirá si la convivencia es sana. De entrada, Puigdemont ha puesto facilidades al anunciar que no se presentará a ninguna batalla congresual. Y reclamando que, en un futuro, su cargo sea objeto de unas elecciones primarias para dar más legitimidad a la candidatura, en lugar del ‘dedazo’ con el que Mas le ungió 'president' en pocas horas, en el marco de la vertiginosa negociación in extremis con la CUP para lograr la investidura y evitar nuevas elecciones.

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LA CONVIVENCIA MAS-PUIGDEMONT

Mas ya ha mostrado su voluntad de marcar el rumbo. En la entrevista que concedió hace unas semanas a Catalunya Ràdio, el 'expresident' lanzó algunos recados al nuevo Govern: evitar el “postureo”, es decir, no prometer lo que no se puede cumplir. También ha fijado claramente las prioridades del partido: abrirse a los no independentistasno independentistas mediante una recuperación de la definición de partido "soberanista", a fin de intentar ampliar el abanico de apoyos. En definitiva, Mas quiere demostrar con hechos que CDC --o como se la denomine a partir del congreso de refundación-- recupera pulso en el mapa de partidos. Todos en CDC asumen que cuando se ha ejercido el poder, la formación ha perdido músculo y ha quedado diluida debido a la preminencia del Govern.

Lo que habrá que constatar es si las decisiones de Puigdemont --un independentista convencido desde que era joven y sin pelos en la lengua, de tradición, por tanto, distinta a la de Mas en fondo y forma-- se adaptarán a las directrices políticas e ideológicas de un Mas que reclama sin disimulo un retorno a la etapa de la reivindicación del referéndum pactado con el Estado.