GEOMETRÍA VARIABLE

Rajoy ante la confusión del PP

JOAN TAPIA

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El PP ha tenido un mal resultado. Gana las municipales pero baja 10 puntos, hasta el 27%, y queda a solo 2 del PSOE, que saca el 25%. Y los éxitos de Ada Colau en Barcelona y de Manuela Carmena en Madrid indican que el viento no sopla a favor. En las elecciones autonómicas el desenlace final puede ser peor. Tras el sopapo de Andalucía, ahora baja 12 puntos (el PSOE solo 4) y el final de la mayoría absoluta en muchas comunidades le puede hacer perder -además de Extremadura, donde los socialistas han ganado- los gobiernos de Valencia, Aragón, Castilla-La Mancha, Aragón... e incluso Madrid frente a Ángel Gabilondo.

No son tonterías. Una simulación de 'El País' -a partir de los resultados municipales- indica que el PP seguiría llegando primero en las legislativas pero con 120 diputados, a una distancia sideral de la mayoría absoluta de 175 y con muchas dificultades para gobernar. Pero el PSOE lo tendría peor y el 24-M ha sido más una protesta y un correctivo al bipartidismo que una revolución electoral, ya que ninguno de los dos nuevos partidos logra ser primera o segunda fuerza en ninguna comunidad. En las autonómicas, relevantes porque se votó en Madrid y Valencia, el PP sacó el 30% de los votos; el PSOE, el 24,5%; Podemos, el 13,9%, y Ciudadanos, el 9,8%. No, no es una revolución. Pero si el partido de Albert Rivera sigue subiendo y Podemos no se dispara, Pedro Sánchez puede encabezar la lista más votada (en la proyección de 'El País' solo les separan 10 escaños).

Por eso, mucho va a depender de cómo el PP gestione su victoria-derrota. Rajoy está obligado a reaccionar porque el Ejecutivo de funcionarios está más que agotado (solo la vicepresidenta Sáenz de Santamaría y el ministro García-Margallo llegan a una nota del 3). El equipo de Génova no está quemado, sino calcinado y el presidente no puede seguir jugando al escondite con la opinión pública.

Rajoy ha empezado con mal pie, aunque Pedro Sánchez tampoco lo tendrá fácil porque Pablo Iglesias no tiene interés en beneficiarle. El corresponsal del 'Financial Times' decía el lunes que las elecciones habían sido ganadas por "la confusión, la fragmentación y la impredecibilidad". Es una buena fotografía del estado actual del PP.

Un líder conservador que aspire a salir del charco y remontar no puede reaccionar con un discurso monocorde, diciendo que no pasa nada y con la única coraza de un economicismo plano, mientras la 'lideresa' del partido en Madrid se dedica a lanzar ideas pintorescas sin ninguna viabilidad. Y los presidentes autonómicos que no van a ser reelegidos (algunos de peso, como María Fernanda Rudi; otros muy tocados, como Alberto Fabra o Juan Ramón Bauzá) no pueden emprender la desbandada. Y lo más surrealista --Esperanza Aguirre aparte-- es que José Vicente Herrera, el discreto presidente de Castilla y León, que ha tenido buenos resultados y que encarna al "macizo de la raza", confiese que no fue a la reunión de la dirección porque no sirve para nada, y que Rajoy debería mirarse al espejo antes de volver a ser candidato.

Todo este desorden o lío, como diría el presidente, indica que la derecha está confusa, que el PP se va fragmentando y que la situación se hace impredecible. Como escribe Victoria Prego en 'El Mundo', el PP ha entrado en estado de rebelión porque los resultados del domingo han agrietado la confianza en el líder.

MORDER EL POLVO

Y es que gobernar sin saber comunicar con nitidez un proyecto político solo lleva, más en momentos de convulsión, a morder el polvo. Los resultados del PP no son buenos, pero si Rajoy no sabe gestionar la crisis, con coherencia, autoridad interna y apertura a la sociedad, las legislativas pueden ir todavía peor.