Llach: "Toda canción es política"

El cantautor reconvertido en diputado de Junts pel Sí abre el ciclo de conferencias de la Fundació Romea disertando sobre 'La política de la música y la música de la política'

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MARTA CERVERA / BARCELONA

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Lluís Llach (Girona, 1948) ha diseccionado la fuerza de la música como instrumento en 'La política de la música i la música de la política', la primera conferencia de la temporada de la Fundació Romea ofrecida este lunes por la noche. El cantautor y diputado en el Parlament por Junts pel Sí ha acabado con una alusión a lo ocurrido en Madrid con el exconseller Francesc Homs tras su declaración ante el Tribunal Supremo por su participación en la organización del 9-N. "En los próximos meses van a tratar de desmotivanos. Homs no estaba solo, representa más de dos millones de personas, una fuerza imparable".

Llach estuvo arropado por una platea dominada por un público variado, en su mayoría de pelo cano, y por personalidades de la política y la cultura como Carme Forcadell, presidenta del Parlament, Toni Comín, conseller de Salut, Ramon Muntaner, director de la SGAE en Catalunya, la escritora Isabel-Clara Simó, el polifacético rapsoda Celdoni Fonoll  así como actores como Carles Canut, organizador del ciclo de conferencias, Carme Sansa, Lloll Bertran y Àlex Casanovas

Para el cantautor de himnos antifascistas como 'L’Estaca' y 'La gallineta', dos éxitos de finales de los años 60 y principios de los 70, "toda canción es política". Destacó además su fuerza como "arma secreta que penetra en la mente de los adolescentes a través de códigos no racionales". En su opinión hasta Julio Iglesias y cualquier canción de amor es política. "El mero hecho de no querer incluir un mensaje político delata un conformismo con el sistema y eso también es político".

PROHIBICIONES ALENTADORAS

El músico independiente e independentista repasó sin casi mirar el guión que llevaba preparado sus aventuras contra la censura franquista y su época de esplendor. Destacó dos momentos de revelación sobre la fuerza política de la música. El primero llegó en la época de Franco. "No supieron darse cuenta de que con cada prohibición provocaban todavía más la ascensión de un punto de referencia para las libertades que habrían de llegar", señaló. 'L'estaca', que iba en la Cara B de un disco fue prohibida un año y medio después de su lanzamniento, recordó.

La segunda revelación la tuvo cuando ya había democracia en España, gracias al éxito de sus discos como 'Viatge a Itaca' y 'Campanades a morts'. Fue entonces cuando entró en contacto con los responsables de las casas discográficas de la época. "Hablando con los directivos de Sony, Ariola, CBS descubrí que la música popular moderna era un instrumento de alienación masiva. A través de ella el sistema de valores que la oligarquía quiere imponer llega, con una efectividad tremenda, en sectores tan impenetrables como el de los adolescentes". 

Entre los momentos duros de su carrera recordó un recital que ofreció en el Teatro Español de Madrid rodeado de policía. Al acabar "los grises", las fuerzas de seguridad de la época, "repartieron palizas y retiraron 200 pasaportes". Más tarde se exilió en París, donde vivió cinco años y entró en contacto con otros cantautores comprometidos, como  el uruguayo Daniel Viglietti y Mikis Theodorakis. 

Llach acabó la conferencia contestando a preguntas del público y reivindicando su "figura de florero oficial" en el Parlament.