TRIBUNA

¡Ahora sí que toca la ley electoral!

La ciudadanía no quiere un sucedáneo, nos demanda una ley completa para profundizar en nuestro modelo democrático

CELESTINO CORBACHO

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Este 20 de marzo se cumplirán 35 años de las primeras elecciones al Parlament de Catalunya desde la recuperación de la democracia. Desde entonces se han celebrado elecciones en 11 ocasiones, incluso ya se ha anunciado la duodécima convocatoria. Durante estos 35 años, los catalanes y las catalanas hemos elegido nuestra representación sin una ley electoral propia.

La ley electoral es una de las piezas clave de la arquitectura de la democracia, pero en Catalunya hemos construido nuestro edificio institucional con una ley prestada. Después de 35 años de lo que podríamos llamar 'interinidad legislativa', todo el mundo coincide en que hay una ley electoral propia, y resulta evidente que la ley que tenemos que hacer ahora no es la misma que habríamos hecho en 1980.

Hace ya muchos meses que los socialistas hemos hecho pública nuestra propuesta, una propuesta que tiene dos elementos centrales que pensamos que pueden constituir una notable mejora de la calidad de nuestra democracia. El primero es incrementar la representatividad, de manera que se iguale el valor de los votos con independencia del territorio en el que se emiten. Y, el segundo, pero no menos importante, es acercar los representantes a los representados.

Para dar respuesta a este segundo principio, los socialistas planteamos la elección directa, como diputados de distrito, de una parte de los diputados y las diputadas. Así, cada ciudadano del país conocerá la persona que lo representa en el Parlament. Pero también se garantizaría la representación adecuada de cada territorio en la Cámara.

El actual sistema electoral presenta un déficit evidente en la proporcionalidad. El ejemplo más claro lo ha repetido a menudo el primer secretario del PSC, Miquel Iceta. Se trata de dos municipios vecinos de la comarca del Berguedà: Gósol y Saldes. Los votos del primer municipio valen más del doble que los del segundo, solo porque Gósol se encuentra en la provincia de Lleida, donde para elegir un diputado se necesitan 20.878 votos, mientras que Saldes pertenece a la demarcación de Barcelona, donde, para obtener un escaño en se necesitan 47.551.

Resulta paradójico que aquellos que más hablan de elecciones «plebiscitarias» sean los que se oponen al principio básico de que todos los votos debe valer lo mismo, independientemente de donde se emiten. La nueva ley posibilitará reparar la anomalía actual que permite que el partido que recibe más votos no sea siempre el que tiene más escaños.

Ahora no nos podemos quedar a medias, no valen parches. La ciudadanía no quiere un sucedáneo, nos demanda una ley completa para hacer frente a una de las carencias de nuestro marco cívico y que, al mismo tiempo, profundice radicalmente en nuestro modelo democrático. La sociedad catalana nos lo exige y por eso los socialistas creemos firmemente en que hace falta un amplio acuerdo político que permita disponer de una ley electoral con la que el voto de cada persona valga lo mismo y con la que la ciudadanía pueda pedir cuentas a los diputados y diputadas que deben representar.