CDC ve negociable el plan de mínimos de la CUP

Anna Gabriel y Antonio Baños, en el centro, el jueves antes de la conferencia de la CUP en Barcelona.

Anna Gabriel y Antonio Baños, en el centro, el jueves antes de la conferencia de la CUP en Barcelona.

FIDEL MASREAL / XABIER BARRENA / Barcelona

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La falta de detalles de la CUP en su propuesta inicial para negociar con Junts pel Sí se ha convertido el asidero de Convergència para seguir viendo con cierto optimismo un pacto que salve el proceso soberanista y mantenga a Artur Mas, de algún modo, al frente del Govern o en el Govern.

Esta es la principal conclusión del partido nacionalista tras escuchar atentamente la esperadísima conferencia de la izquierda anticapitalista. Paradójicamente, lo que más le critican a la CUP es lo que puede favorecer el acuerdo: la retórica, la inconcreción. Nadie se imagina qué hubiera pasado si los diputados electos independentistas, situados a la izquierda de ERC, hubieran detallado cuántos millones requiere la renta de ciudadanía, qué ingresos adicionales hay que implementar para hacer más inversión social, qué cambios debe emprender Ensenyament o qué debe ofrecer Salut en su cartera de servicios.

La desobediencia al Constitucional, exigida por la CUP, de hecho forma parte de la hoja de ruta de Junts pel Sí, que en un momento dado de los 18 meses de transición a la independencia plantea la «desconexión» respecto a la legalidad estatal. Por tanto estaríamos ante un problema de ritmos, no de contenidos.

Las negociaciones (hasta ahora, según la CUP  -que cuida hasta el extremo el uso de las palabras-, ha habido «conversaciones») empezarán pues con margen de maniobra. Pero no falta en CDC quien eche de menos el liderazgo de su partido a la hora de marcar estrategia. «Llevamos meses sin tomar la iniciativa»­, se queja un dirigente. Y es que a Convergència este ejercicio de equilibrismo para salvar al independentismo la pilla en plena fase de refundación.

Mientras, ERC asiste en un estado de relajación zen al pulso entre CDC y la CUP. Si ya antes de la conferencia política del partido asambleario los republicanos auguraban que, al final, habría pacto, el cónclave anticapitalista del jueves ha reforzado esa intuición. «Sinceramente, creo que irá bien» señaló una fuente republicana ayer. Alguna otra voz tildó incluso de «marcha atrás» la retórica sin grandes concreciones de la CUP. Los republicanos siguen creyendo que el partido de Antonio Baños sabe que parte de su éxito el pasado 27-S se debe a lo que califican de «desobediencia obediente», un oxímoron que tiene su máxima expresión en el proceso hacia el 9-N, en el que la CUP denunció, primero, que Mas abandonaba la consulta para abrazar un simple proceso participativo, pero que acabó con el icónico abrazo entre el presidente de la Generalitat y David Fernàndez.

A partir de ahora se impondrá, corregido y aumentado, el silencio sepulcral sobre las conversaciones. No en vano la CUP ha amenazado con levantarse de la mesa si sus interlocutores filtran algo. Algunas fuentes creen posible que la votación de la investidura sea entre el 11 de noviembre y el 3 de diciembre. Es preferible, dicen en JxSí, que todo se resuelva antes de la campaña de las inminentes elecciones generales.

BUENAS INTENCIONES / En el terreno de las declaraciones, unos y otros pusieron ayer sus mejores intenciones. A la misma hora, el cabeza de cartel de la CUP, Antonio Baños, y el de Junts pel Sí, Raül Romeva, reproducían, en Catalunya Ràdio y RAC-1, respectivamente, que lo importante es el qué y el cómo, no el quién. Romeva por si acaso se descartó como candidato a president, y mantuvo la apuesta por Mas. Baños también aseguró que no se han movido «ni una coma» respecto a su negativa a facilitar su investidura. Y sobre una presidencia coral, aseguró que no abandonan ninguna idea: «Y las que saldrán las planteamos, las dejamos sobre la mesa, no abandonamos esta idea».

El diálogo convive y convivirá con la firmeza. «No queremos firmas en un papel, queremos hechos, han de llegar ya», espetó la ya exdiputada Isabel Vallet en una entrevista radiofónica. «Un momento determinante es el intervalo entre que se constituye el Parlament y se proclama president», apuntó. «Llegaremos al acuerdo si hay voluntad de ruptura, de iniciar un proceso constituyente de base popular», zanjó.

Ahora, tocará pasar de las musas al teatro. CDC espera un acuerdo, los sectores progresistas de JxSí celebran que la CUP tense la cuerda hacia la izquierda. Mas guarda silencio. Y en este escenario empezará la negociación. La que CDC espera que sirva para un pacto de realpolitik, cediendo a la CUP toda la retórica.