LA CORTINA DE HUMO
Cambiar es ganar
En 1999, contra Jordi Pujol, el socialista Pasqual Maragall consiguió más votos que CiU en las elecciones al Parlament. Fue la primera vez que un candidato ganaba a Pujol en unas elecciones catalanas, y el caso es que lo logró un Maragall que no se presentaba solo bajo el paraguas de las siglas del PSC y Ciutadans pel Canvi, sino que en Tarragona, Lleida y Girona compartía lista con Iniciativa. Lista unitaria de socialistas e ICV en todas partes menos en Barcelona, para tratar de maximizar votos y escaños. Algunos prohombres de Convergència recuerdan ahora aquella experiencia para no descartar una fórmula «distinta» de lista unitaria CiU-ERC cara a las elecciones del 27-S. «¿Aún están así?», se pregunta uno de los hombres de Oriol Junqueras. Y sí, porque es de dominio público que, hace dos semanas, el acuerdo en Palau entre Artur Mas y Junqueras cerró en falso el enfrentamiento entre los dos partidos soberanistas.
En ERC, oficialmente, se apela al optimismo, pero al mínimo reproche (o algo que se le parezca) pueden llegar a tildar a Mas mismo de «desleal». La herida no ha suturado. Y en CDC, pese a los intentos iniciales por autoconvencerse de que el acuerdo era el menos malo de entre los posibles, no asumen que no haya nada parecido a una lista unitaria, y han decodificado como un ataque en toda regla (y como una muestra del «chip anticonvergente que no cesa en ERC») que los republicanos hayan forzado a desfilar al president ante la comisión parlamentaria por el 'caso Pujol'. Incluso el moderadísimo 'conseller' Santi Vila (eso sí, con muchas ganas a ERC) ha llegado a tildar de «poco patriotas» a los de Junqueras.
Personas que Mas escucha le han llegado a desaconsejar que convoque elecciones el 27-S «según la escalada de crispación que prologuen o desencadenen las municipales». Y los más imaginativos tiran de la experiencia de Maragall en 1999, «por si así en ERC se quitan los miedos con Podemos y otros en Barcelona y alrededores, entendiendo que en el resto del país este problema no existe, y que juntos sumaríamos más».
Así, mientras en ERC la voluntad de marcar perfil propio se mantiene cara al 27-S y en un día a día cada vez más intenso, en CiU crece la sensación que hay que hacer algo diferente para convertir las elecciones previstas para septiembre en unas plebiscitarias reales. «Cambiar es ganar», como proponía Pasqual Maragall en 1999. Pero este cambio de ahora, empezando por el de la relación CiU-ERC, pinta ciertamente bastante más complicado.
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