De cabeza al 27-S

XAVIER Bru de Sala

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Antes de proyectar el resultado de las municipales a las próximas elecciones, es obligado distinguir entre candidatos y partidos. Cuanto más consigamos aislar y descontar el efecto candidato en cada municipio, más preparados estaremos para fijar las condiciones de partida de cada candidatura de cara al 27-S. Si C's y la CUP han entrado con fuerza en Barcelona con candidatas que han hecho lo posible por no salir del anonimato, señal de que los votos son de C's y la CUP, no de la persona.

El caso del PSC, en toda Catalunya, es exactamente el contrario. Si se mantiene bastante bien o muy bien en los municipios donde gobierna y cae en picado en el resto, señal de que los votos son de los candidatos. Si nos fijamos, donde los socialistas no gobiernan, se han derrumbado en una proporción similar a la del PP, sin que importara la calidad del cabeza de lista, ni la campaña. Conclusión, PSC y PP lo tienen fatal de cara a las autonómicas. Los socialistas han quedado en segundo lugar, en efecto, pero antes de proyectar este resultado al 27-S debemos tener en cuenta que más de la mitad de sus votos son de los alcaldes que los han conseguido a pesar del partido.

¿Y CiU? ¿Y ERC? CiU, si no se rompe por Unió, puede mantenerse, difícilmente subir mucho. La marca perjudica, pero menos que al PSC y PP, las otras fuerzas que han perdido apoyo popular. En todo caso, ese desafecto se puede ver equilibrado por Artur Mas que es un inmejorable candidato. En cambio, la marca ERC suma, y mucho, pero Oriol Junqueras ha perdido empuje.

¿Y la izquierda alternativa? ¿También ganaría una reedición de la operación Colau? Solo podemos pronosticar que si se produce, con la monja Forcades al frente y Podemos en el saco, aun a regañadientes, habrá cuatro grandes fuerzas en el nuevo Parlament: CiU, ERC, C's y Guanyem. Al ser cuatro, serán medianas, aunque pasen por grandes. El resto, poca cosa y poco peso, salvo la CUP, que con poco más tendrá mucho.

Las líneas maestras han sido trazadas, y la más potente es el estigma de la derecha. Las tendencias pueden variar, pero no mucho. La incógnita más relevante será el nivel de traslación del éxito de la izquierda alternativa, de Barcelona y un puñado de municipios, al conjunto de Catalunya. En todo caso, cualquier intento de proyección no partidista deberá prever lo siguiente: una mayoría holgada de izquierdas; un triunfo igual o mayor del soberanismo (y quizá también del independentismo instrumental, sumado al de boquilla); la reducción a la miseria electoral de socialistas y populares; la dificultad para formar gobierno, y la imposibilidad de acordar una hoja de ruta, derivada del divorcio relativo entre el giro social y el nacional y de los potentes alisios de cambio instalados en España.