El órdago por el Estado propio
Boicot «moral» al cava
¿Vuelve el boicot al cava catalán? El fantasma de un nuevo bloqueo lo agitó ayer uno de los pesos pesados del sector del espumoso: el presidente de Freixenet, Josep Lluís Bonet. No quiso preocupar más de lo necesario pero reconoció que comienzan a notar un cierto «boicot moral» a sus productos fruto del órdago por el Estado propio. Y añadió que esta penalización es bidireccional: dentro de Catalunya dejan de comprar la marca por sus opiniones sobre el proceso soberanista y en el resto de España le castigan por ser catalán. Pero relativizó el impacto de este incipiente fenómeno subrayando que Freixenet tiene su núcleo fundamental en la exportación, mientras que el mercado español supone solamente el 20% de la producción.
«Desde el punto de vista económico, Catalunya es una parte esencial de España y así debe seguir porque es la que está tirando del carro de la exportación española más que nadie. Es una parte esencial de España, quien no lo quiera ver se equivoca porque ahí están los datos», afirmó Bonet en una conferencia en el Foro España Internacional. Una opinión que manifestó ya semanas atrás en The New York Times, y que, según admitió, ha originado parte de ese «boicot moral» dentro de Catalunya. Pero de inmediato tranquilizó: «Yo hoy le doy más importancia a la crisis de consumo que al boicot».
Carod fue la espita
Las primeras llamadas a favor del boicot a los productos catalanes llegaron en el 2004, después de que el entonces presidente de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, rechazase dar su apoyo a la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos del 2012. La presidenta madrileña a la sazón, Esperanza Aguirre, replicó sugiriendo un boicot al cava catalán. La cosa no llegó a mayores hasta que el nuevo Estatut empezó a fraguarse y fue aprobado en el Parlament. A partir de entonces comenzaron a circular listas, sorprendentemente trabajadas, en las que se advertía del origen catalán de algunos productos y se ofrecían alternativas libres de mácula separatista, es decir, fabricadas en otras zonas.
El sector del cava vio con estupor cómo arreciaban los ataques y temió que el efecto se multiplicara. Ante el cariz que adoptaron los acontecimientos, el presidente del PP, Mariano Rajoy, en aquel momento líder de la oposición, se vio obligado a acudir a Sant Sadurní d'Anoia para tranquilizar a los empresarios y desmarcarse de la campaña, que en gran parte se valió de internet.
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