El bloque soberanista restaña heridas pese a la tensión larvada

Aplausos tras la aprobación de la resolución sobre la consulta del 9-N.

Aplausos tras la aprobación de la resolución sobre la consulta del 9-N.

RAFA JULVE / JOSE RICO / BARCELONA

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El parque de la Ciutadella de Barcelona amaneció ayer repleto de charcos tras la tormenta de la pasada madrugada. En el Parlament de Catalunya, situado en pleno recinto, también cayó el día antes un fuerte chaparrón (político) cuando Artur Mas Oriol Junqueras evidenciaron sus diferencias justo antes de encarar la recta final hacia la consulta del 9 de noviembre. La unidad soberanista se llenaba de agujeros a la vista de todo el mundo y los grupos que impulsan el plebiscito trataron de achicar agua con una propuesta de resolución con la que evidenciar que siguen firmes y sincronizados. A la vez, CiU y ERC redoblaron los esfuerzos para escenificar sintonía societaria y mantuvieron la táctica del debate de política general del año pasado al sacar adelante 38 mociones conjuntas. Sin embargo, hay goteras que no se han taponado: las discrepancias sobre cómo reaccionar ante la previsible suspensión del 9-N a cargo del Tribunal Constitucional (TC) siguen larvadas.

La propuesta estrella de ayer, firmada por CiU, ERC, ICV-EUiA y la CUP, aboga por celebrar una consulta dentro de ocho domingos «con plenas garantías democráticas y de participación posible». También plantea impulsar acuerdos «con el máximo consenso en el pleno del Parlament ante cualquier eventualidad que pueda surgir» en forma de recurso del Gobierno central y posterior prohibición del TC.

DESOÍR AL CONSTITUCIONAL/ Además, los grupos que impulsan esta moción subrayan su compromiso con la declaración de soberanía que aprobó la Cámara el 23 de enero del 2013 y en la que se afirma que Catalunya es un «sujeto jurídico y político soberano», lo que le sirvió al PPC para intentar torpedear el texto al reclamar que no fuera sometido a votación porque dicha declaración fue suspendida por el Constitucional en mayo del año pasado y, por tanto, la consideran ilegal.

La maniobra de los populares obligó a lapresidenta del Parlament, Núria de Gispert, a suspender la sesión durante 30 minutos para reunir a la Mesa con el fin de tomar una decisión al respecto. Finalmente, dicho órgano ni siquiera tomó en consideración la protesta de los populares y acordó que el texto sí podía ser sometido a votación, lo que avivó la euforia del bloque soberanista y le ayudó a fortalecer la imagen de unidad que quería dar. Algunos diputados agradecían con ironía al PPC que les hubiera «ayudado» a mostrarse como una piña frente al partido de Alicia Sánchez-Camacho, que también se quedó solo con Ciutadans cuando reclamó en otra moción que se acate «de inmediato» el fallo del TC que pueda haber al respecto de la ley de consultas. Ni el PSC, que mañana dará el  a esa norma aunque entiende que no sirve para preguntar por la independencia, le apoyó en eso.

89 VOTOS A FAVOR, 44 EN CONTRA / La resolución del 9-N fue aprobada por 89 votos a favor, a un escaño de los simbólicos dos tercios, y 44 en contra. Incluso hubo aplausos, como le había pedido con gestos el nacionalista Jordi Turull al ecosocialista Joan Herrera. Pero la sincronía no fue total en el bloque soberanista. Por ejemplo, CiU y ERC presentaron una propuesta conjunta en la que instan al Govern a planificar las «estructuras de Estado según cuál sea el resultado de la consulta» y obtuvieron el apoyo de la CUP pero no de ICV-EUiA, que optó por la abstención.

A su vez, ni los convergentes ni los republicanos respaldaron otra moción de los ecosocialistas que abunda en el derecho a «decidirlo todo», no solo la independencia de Catalunya, mientras que la CUP tampoco logró sacar adelante un texto en el que considera la «desobediencia» como un «instrumento válido» para responder ante una eventual suspensión de la consulta. En ese caso afloró la discrepancia: ICV se abstuvo; CiU votó en contra (salvo la diputada Ramona Barrufet, que supuestamente se equivocó y pulsó el ) y ERC, que tanto había apostado por esa «desobediencia civil», también se decantó por la abstención.

Tampoco hubo unanimidad en el PSC en la moción principal sobre el 9-N porque las críticas Marina Geli Núria Ventura votaron a favor y el resto, en contra. Sin embargo, el partido que ahora lidera Miquel Iceta trató de dar apariencia de normalidad para evitar la polémica. Su excompañero Joan Ignasi Elena, ahora diputado no adscrito, también pulsó el  y tuvo su minuto de gloria en el atril para defender que se situaba «al lado de la mayoría de ciudadanos de Catalunya». ICV y ERC le aplaudieron. CiU evitó hacerlo.