Las bases de IU inyectan ilusión a un pacto de doble filo con Podemos

Pablo Iglesias y Alberto Garzón conversan en el hemiciclo del Congreso.

Pablo Iglesias y Alberto Garzón conversan en el hemiciclo del Congreso. / periodico

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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La inyección de optimismo por el respaldo de las bases de IU al acuerdo con Podemos espolea las negociaciones, que están muy adelantadas y podrían cerrarse en cuestión de horas. Los simpatizantes de la federación de izquierdas apoyan con un 84,5% de votos que Alberto Garzón y Pablo Iglesias concurran juntos el 26-J, aunque la consulta se ha hecho a ciegas, sin concretar los términos de un acuerdo que avanza, pero en el que todavía existen “posiciones distantes” en varios aspectos. ¿Cuáles son las divergencias? Los responsables del diálogo, Pablo Echenique (Podemos) y Adolfo Barrena (IU) mantienen las discusiones en secreto y se niegan a revelar los detalles de fricción -previsiblemente encaje en las listas, marca electoral y reparto económico- pero confirman que no existe ningún escollo que haga peligrar la alianza. 

Tampoco les queda demasiado tiempo. Este sábado Garzón expondrá el pacto ante el consejo político federal de IU para que la dirección pueda votarlo. Si la alianza no estuviese configurada aún, se comunicará lo que se haya logrado consensuar, aunque sea un principio de acuerdo. 

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El optimismo no es compartido por otros dirigentes, como el portavoz en Asturias, Gaspar Llamazares, que votó en contra del pacto y considera que sería un “mal comienzo” que el candidato de IU no concurriese como número tres por Madrid. Este extremo no está decidido, aseguran fuentes conocedoras de la negociación, pero Pablo Iglesias ya ha confirmado que Íñigo Errejón tiene blindado ese puesto, con lo que Garzón deberá elegir entre ir de número cinco en la capital o concurrir como uno por su Málaga natal y desplazar, de rebote, al errejonista Alberto Montero.

A la ya compleja alianza hay que añadir un nuevo elemento en el escenario: el líder socialista en Valencia, Ximo Puig, reclama ahora que las fuerzas de izquierda se integren en una candidatura para el Senado, lo que complejiza aún más un entendimiento que es un arma de doble filo, con inmensas posibilidades, pero también riesgos.

LAS VENTAJAS

La primera es el cómputo aritmético. Aplicando la ley d’Hondt, si el 26-J se repitiesen los resultados del 20-D Podemos obtendría 14 escaños más. Conseguirían tener representación en parte de las 27 provincias que reparten entre 4 y 7 escaños, que ahora se llevan PP, PSOE y en algún caso, Ciudadanos.

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Pero hay otra suma menos tangible, la política. Resulta evidente la potencial capacidad movilizadora de unir la cultura política del 15-M, representada por Podemos, con la izquierda tradicional y el arraigo sindicalista de IU, más los ‘nuevos nacionalismos’, de En Comú Podem, En Marea o Compromís. Finalmente, el clima de cambio. En una campaña de 'déjà vû' que el electorado recibe mayoritariamente desde la hostilidad, este pacto es lo único nuevo. 

LOS RIESGOS

El peligro evidente es la gestión de la campaña. Las giras de Iglesias y Garzón se harán por separado, lo que requerirá un enorme esfuerzo de coordinación. Los mensajes contrapuestos, falta de sincronía básica y retraso en el proceso de toma de decisiones son riesgos potenciales, máxime en organizaciones culturas políticas completamente distintas.

El pacto obliga además a Podemos a una nueva mutación ideológica. Nació de la hipótesis nacional-popular, que renuncia al eje izquierda-derecha y distingue entre privilegiados y clases oprimidas. Ese ADN se completó con una concepción plurinacional, al establecer las alianzas en Catalunya, Galicia y Valencia. La rentabilidad en escaños podría alumbrar a una nueva criatura política alejada del Podemos original. Y veremos si la hibridación se paga.

Finalmente, menos visible pero dañino si no se ata bien, está el encaje de las listas provinciales con candidatos que pueden heredar viejas enemistades o rencillas. Existe el riesgo de que el tándem Iglesias-Garzón resulte seductor, pero a la hora de llevar la papeleta a la urna el elector se niegue a votar a un cabeza de lista porque considere que no representa ese espíritu y pase a engrosar la temible franja de la abstención.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"El antecedente catastr\u00f3fico","text":"En la memoria colectiva, el recuerdo de un pacto catastr\u00f3fico. El que uni\u00f3 a\u00a0IU con el PSOE\u00a0en el 2000 y que cosech\u00f3 tal fracaso que el candidato socialista,\u00a0Joaqu\u00edn Almunia, dimiti\u00f3 la misma noche electoral. No fue una coalici\u00f3n, sino un pacto de investidura, pero existen puntos significativamente parecidos al contexto en el que ahora Podemos e IU tratan de sellar su alianza. La opini\u00f3n p\u00fablica tambi\u00e9n aplaudi\u00f3 la iniciativa como una f\u00f3rmula para movilizar a los simpatizantes de izquierdas y expulsar al PP de la Moncloa, pero Jos\u00e9 Mar\u00eda Aznar ampli\u00f3 su respaldo y obtuvo la mayor\u00eda absoluta:\u00a0un mill\u00f3n de votos el PSOE y 800.000 de IU fueron a parar a la abstenci\u00f3n. Las campa\u00f1as, como ahora, tambi\u00e9n fueron independientes, con dos actos conjuntos. Tambi\u00e9n recibieron la bendici\u00f3n de intelectuales y artistas. Tambi\u00e9n se apost\u00f3 por reactivar el voto ideol\u00f3gico. Sin embargo, la uni\u00f3n entre Almunia y\u00a0Francisco Frutos\u00a0fue de exigua motivaci\u00f3n para los abstencionistas y no funcion\u00f3 como acicate movilizador del voto de izquierdas.\u00a0"}}