GEOMETRÍA VARIABLE

Aznar y Rajoy, distanciados aliados

El PP se presenta como la alternativa a la amenaza de Podemos y el independentismo

JOAN TAPIA

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La intensidad política ha subido el fin de semana. El viernes se inició --tras la libertad de Luis Bárcenas y con discurso sonado de José María Aznar-- la convención del PP que ha sido el lanzamiento de la larga campaña electoral (municipales y autonómicas en mayo y luego legislativas) del 2015. El domingo se confirmó que Andalucia abrirá el ciclo electoral con anticipadas el 22 de marzo. Susana Díaz lanza así su gran desafío: ganar bien las andaluzas y luego vencer en las primarias socialistas para disputar a Rajoy las legislativas.

El mismo domingo se confirmó la victoria de Syriza en Grecia, aunque sin llegar a la mayoría absoluta. Y ayer Tsipras ya juró como jefe de gobierno tras lograr el apoyo de un pequeño partido de la derecha nacionalista.

Vamos hoy por el PP. Aznar sorprendió. Su presencia indica que va a jugar a favor del PP, aunque no hizo ni el mas mínimo elogio a Rajoy e incluso se preguntó dónde estaba el PP y si quería realmente ganar. Curioso que Aznar quiera dar lecciones, sobre todo cuando en el 2004 logró algo inédito: hacer perder unas elecciones sin ser candidato. Se dijo que la derrota se debió al 11-M, pero hace muy poco hemos visto que no es así porque la popularidad del presidente francés Hollande --que estaba por los suelos-- ha subido de forma notable tras el brutal atentado islamista contra 'Charlie Hebdo'. La razón es, primero, que a Hollande no se le ocurrió manipular el atentado y desde el primer minuto llamó a la unidad, mientras que Aznar tergiversó sobre la autoría e intentó sacar provecho acusando a ETA y a todos sus cómplices. Creyó que ganaría dividiendo. A un lado estaban los buenos --el partido del Gobierno-- y al otro los malos, los etarras y los nacionalistas. Y no había otros espacios decentes. Los que discutían a Aznar la autoría del atentado solo merecían el desprecio.

Resulta extraño que el ultraliberal Aznar no supiera que en el mundo globalizado la información no tiene fronteras y que no intuyera que los servicios americanos y británicos serían los primeros que filtrarían --pese a los esfuerzos de Acebes-- que el islamismo y no ETA era el culpable del horror de Atocha. Y el PP --contra lo que dice la propaganda de derechas-- no perdió en el 2004 por el atentado, sino por la pésima gestión gubernamental que fomentó la división nacional creyendo que así lograría remontar unas encuestas que ya iban a la baja. Pero Aznar es orgulloso y no admite ninguna culpa, y reprocha a Rajoy --que tuvo una mayoría absoluta contra Zapatero superior a la suya contra Almunia-- no ser fiel a las esencias.

El domingo Rajoy apuntó su triple estrategia. Una, ganar manteniendo lo que representa Aznar (la derecha-derecha). Dos, impulsado por la lluvia fina de la reactivación económica y la mejora del empleo. Tres, erigiéndose en alternativa a tres graves peligros. Al caos de las propuestas de Podemos, poco probadas y que la victoria de Syriza no santifica. Unidad frente al lío de las demandas independentistas de Catalunya. Y orden frente al PSOE, al que quiere presentar como débil ante Podemos, incoherente e internamente dividido. Rajoy apuesta por la fórmula de: o yo, aunque también soy pecador (ahí está el 'caso Bárcenas'), o el caos de Pablo IglesiasArtur Mas y Pedro-Susana.

Puede ser que su fórmula tampoco sea mejor que la de Aznar porque --aunque menos aventurada que confundir islamistas con etarras-- también reposa sobre la división nacional. Y salir de la crisis aconseja más pactos y consensos que luchas maniqueas por el poder.