Análisis

Artur Mas lo fía todo al pacto fiscal

Mas-Colell se dirige al Consell Executiu de ayer.

Mas-Colell se dirige al Consell Executiu de ayer.

CARLES PASTOR

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Es de agradecer que sea elpresidentde la Generalitat en persona quien comparezca ante la prensa para anunciar nuevos y desagradables recortes. No comoMariano Rajoy, que delega en sus escuderos la comunicación de las malas noticias. Dicho esto, el tercer plan de ajuste del Gobierno deArtur Mas(1.500 millones de euros de ahorro extra) representa llover sobre mojado: se basa en más recortes, pero elude la vía de, además, obtener nuevos ingresos. La posible recuperación del impuesto de sucesiones para los más ricos queda relegada a un futuro estudio del Departamento de Economia sobre el rendimiento potencial de este y otros tributos de competencia autonómica, pero el entusiasmo deMaspor modificar, aunque fuera de forma limitada, el marco impositivo catalán resultaba ayer indescriptible. Lo fía todo al pacto fiscal. Con él, dice, no habría necesidad de recortar tanto.

Sus quejas por la imposición de una austeridad abusiva por parte de terceros quedan empañadas por su renuncia a explorar ingresos extras en la Hacienda catalana. Las medidas anunciadas ayer perjudican de nuevo la sanidad y la enseñanza -¿dónde estará la línea roja que dice no querer traspasar?- y suponen menos inversión pública y más paro. Nada nuevo, pues.

Por supuesto, tiene razón elpresidentcuando critica que el Gobierno central no cumple con su obligación para con el Estatut y regatea o niega transferencias económicas a las que la Generalitat tiene derecho. O cuando acusa al Estado de centrifugar el déficit a las comunidades autónomas. Pero se echa en falta, más allá de las críticas verbales, una actitud más firme ante determinadas imposiciones de la Administración central. El Govern, por ejemplo, ha decidido aplicar las controvertidas medidas dictadas por el Gabinete deRajoyque perjudican aún más la calidad de la enseñanza y de la sanidad, cuando otras comunidades autónomas han decidido plantar cara. No es suficiente con escudarse en «lo hacemos por obligación» si antes no se agotan las vías políticas y legales para tratar de evitarlo. Una actitud claudicante, la de CiU, que ya se puso en evidencia cuando renunció a llevar la última reforma laboral ante el Tribunal Constitucional, pese a las múltiples evidencias de que invade competencias de la Generalitat.

Resulta lícito sospechar, por ello, del alcance del reciente distanciamiento entre CiU y el PP. Las dudas se despejarán en las próximas semanas, en la cumbre convocada ayer porMaspara dar impulso al proyecto de pacto fiscal que debe aprobar el Parlament. Ahí se verá si la política de alianzas de CiU cambia radicalmente o se mantiene en la ambigüedad de la geometría variable. Por cierto, ¿esta cumbre desactiva la iniciativa personal deDuran Lleida de reunirse con el líder del PSC para sumarlo a la estrategia en favor del pacto fiscal?

Maspareció incorporarse ayer al coro de críticos al exceso de austeridad que ha impuesto el actual Gobierno alemán -«la austeridad es un valor en sí misma, pero no podemos permitir que sea una obsesión, como lo es en algunos países europeos», afirmó-, lo que no está mal para el abanderado y precursor del tijeretazo.