Réquiem por CDC

XAVIER Bru de Sala

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Tan sencillo como era y pocos se habían fijado. Solo faltaba apartar el foco de las escalinatas del TSJC y ponerlo sobre el punto más doloroso del proceso, las finanzas del llamado partido del 3%, para convertir al Mas entronizado por poner las urnas en el Mas que se asa sobre las brasas de la corrupción de los suyos. Los votantes soberanistas están acostumbrados a la ducha escocesa, pero los cambios de temperatura emocional ya llegan al paroxismo.

Mas ha sobrevivido al caso Palau, a todos los asuntos de los Pujol, al embargo de CDC. El electorado y la propia ERC han dado por bueno el propósito de limpieza. Sin duda, Mas ha sumado más de lo que restaban las manchas y las sombras de su partido y de su mentor. La habilidad para zafarse ha sido extraordinaria. Se ha ganado el liderazgo del independentismo a pulso. Una prueba son los votos de Junts pel Sí. La otra, la insistencia del centralismo y el antiindependentismo en cargárselo. ¿También sobrevivirá a la detención de los tesoreros de CDC y a las pruebas inculpatorias que, según los anuncios, no tardarán en aparecer? Más difícil todavía. Mucho más difícil, por no decir imposible.

El punto de partida, antes del miércoles fatídico de CDC, ya era muy complicado. Los pocos miles de votos que le faltaron para asegurarle la investidura, dejaron el futuro político de Mas en manos de la CUP, que nunca se ha apeado del compromiso de no votarle. La situación creada con las detenciones de esta semana no incide tanto en la sólida determinación de la CUP como sobre el estado de ánimo de los que presionan a la CUP para que ceda a Mas el par de votos que faltan. El argumentario independentista a favor de Mas se deshincha. Lo inconcebible, que Madrid señale el enemigo y la CUP dispare, está a punto de suceder.

Aunque no fuera así, las detenciones, sumadas a las evidencias, si son tales y se hacen públicas al ritmo inexorable de la gota malaya, son por sí mismas un disolvente para la unidad de Junts pel Sí. Junqueras, previamente, ya se había apuntado a la tesis de la menor importancia del nombre del president, que es una forma indirecta de animar a la CUP a liquidar a Mas. O se trata de un montaje, cosa muy improbable, o de una realidad. En el primer caso, escándalo planetario. En el segundo, quedará claro que el lastre era CDC. Que el lastre insostenible es CDC. Haber aplazado la transformación, y por tanto su liquidación, habrá sido un error de resultado fatal. En el segundo caso, Mas debe dar un paso atrás, sino dos. En el segundo caso, CDC se debe someter al tribunal de Junts pel Sí, formado por las asociaciones, ERC y los independientes. O final relativamente benigno a manos poco enemigas o convertir el réquiem de CDC en el del proceso mediante la convocatoria de otras autonómicas.