SATISFACCIÓN DE LOS VOTANTES DEL 9-N

Aplausos, emoción y recuerdo a los fallecidos en el instituto Ernest Lluch

"Lo hago por mis abuelos. Yo quiero la independencia", asegura un ciudadano

JESUS G. ALBALAT / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Aplausos. 9 de la mañana en las puertas del instituto público Ernets Lluch, en la confluencia de la calle Diputació y Vilamarí, en el distrito del Eixample de Barcelona. Bajo una significativa pancarta que reza 'Basta recortes. Enseñanza pública de calidad', entran en el edificio los primeros ciudadanos para votar y tras ellos una cola de 200 personas. Algunos de ellos están desde las 8 de la mañana. “Hemos venido para apoyar a los voluntarios por si hay problemas”, admite uno. Los voluntarios, sin embargo, tienen todo preparado y con puntualidad británica empiezan su labor.

Antonio, de 65 años y director general de una empresa de 1.400 trabajadores, es la primera persona que deposita su voto en una de las urnas instaladas en el instituto barcelonés cuyo nombre recuerda al dirigente socialista asesinado por ETA. “He venido pronto por si había algún problema y apoyar a los voluntarios. Pero todo está tranquilo. Soy catalán y he venido a votar por sentimiento. Cuando he depositado mi vito he pensado: ahora comenzamos un camino nuevo”.

Emoción y nervios. Son las dos palabras más comunes entre los que guardan su turno. Jordi, de 40 años, lleva en la cabeza una barretina. Es la primera vez que vota, a pesar de que ha podido hacerlo antes. “Voto por mi país, no a un programa político”, explica. “Lo hago por mis abuelos. Yo quiero la independencia. A un político nunca le votaré”. Su hermana, Mònica, les escucha y añade: “Hoy es un día para disfrutarlo. Vengo a votar si y si”. La madre de los dos, Maria, de 75 años, asiente. “Mi madre también estaría aquí, en primera fila. Era de las que iban al monumento de Rafael de Casanova, tiraba un clavel y salía corriendo para que no la pillara la policía. Yo no se si lo veré, pero mis nietos….”, dice con esperanza.

"Por mis hijos"

Joan, de 76 años, también ha llegado pronto para apoyar los voluntarios si había algún problema y se ordenaba retirar las urnas. “Es un día esperado desde hace años”, afirma. “Me hace mucha ilusión. Estoy luchando también por mis hijos”. Y sobre el tipo de consulta que se está haciendo agrega: “Tantos problemas y es impedimentos que nos han puesto es denigrante. Lo que estamos haciendo es totalmente válido. Ya llegará lo otro: la independencia”.

Maria Teresa, de 67 años y jubilada, lleva la camiseta amarilla del 11 de septiembre con el “Ara es l’hora”. Ha acudido al instituto donde le toca votar con sus vecinos de escalera. “He venido a primera hora porque me hace mucha ilusión. Empezamos un camino hacia la independencia”, dice. Después de votar, recorrerá Barcelona para vivir de lleno un día histórico para ella.

Pilar, de 42 años, está orgullosa. Es una de las voluntarias del Ernest Lluch. “Todo estaba muy organizado. La gente sabía lo que tenía que hacer. Me apunte el primer día que pude porque quiero participar en este acontecimiento. Es un hecho histórico y quiero contribuir en el futuro de mi país”. Olga, de 49 años, es otra voluntaria. “No he podido dormir. Pero no por miedo, sino por ilusión. Estoy convencida de que no habrá problemas”.