Baños vuelve al rock

Tras su etapa como portavoz de la CUP, regresa al frente de su banda, Los Carradine, en un concierto en la sala Apolo

JORDI BIANCIOTTO / BARCELONA

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Se acabó, no más debates de investidura, ni asambleas turbulentas, ni 'pressing’ histérico en las redes. Ya pasaron los días de Antonio Baños como portavoz de la CUP en el momento más tenso de la formación anticapitalista. Y el viernes de madrugada, feliz y contento, se abocó a los maternales brazos del rock’n’roll con su querida banda de toda la vida, Los Carradine, dispuesto a servir a la clase obrera de otro modo, cantando en honor a Billy Bragg y ejecutando incluso un solo de guitarra. “¡Con una sola cuerda!”.

Baños ironizó, en La 2, de Apolo, con las motivaciones de su regreso a la música. “He tenido muchos gastos estos últimos meses. He vuelto por razones económicas”, bromeó en la cita del grupo con el ciclo ‘Old wave new wave’, montado por Miqui Puig, el excantante de Los Sencillos. Pero hay que saber que Los Carradine no han reaparecido porque él necesitara desfogarse tras su paso por la política, puesto que el regreso se fraguó justo antes del 27-S. El móvil lo puso la edición en vinilo, seis años después de grabarlo (en esta banda las cosas siempre han tomado su tiempo), de su disco digital ‘Academia rocanrol’, encaminado a familiarizar a los niños con Elvis Presley, los Beatles y Brian Wilson.

PUNK Y POP

Y así, “directamente desde el siglo XX”, aparecieron Baños, Rafael Tapounet, periodista de este diario, Xavi Martín y Nacho Gil, ese grupo de amigos que, hace veintitantos años, montaron una banda en los ratos libres a su paso por la facultad de Ciencias de la Información, o quizá fue al revés. Listos para rendir honores a un rock’n’roll a la vez rudo y sensible, ingenioso y peleón, punk y pop, siempre al grito de “un, dos, tres” lanzado por Tapounet desde la batería. “¡Hola, somos Los Carradine y seguimos vivos!”, proclamó Baños.

Ahora que tanto se habla de la politización, o no, de los grupos de rock, Los Carradine recordaron que, cuando en el ‘indie’ todos miraban hacia otro lado, ellos dedicaban alegres y furiosas canciones a la alienación del proletariado (‘La clase obrera’, apuntando a Marina d’Or) y a ese partido que “prefiere un perfil moderado” (su ‘hit’ ‘Billy Bragg’, con su épico estribillo: “y que no, que no, que no / que no pasará el gran circo liberal”). Todo ello sonó en Apolo, y también sus versiones de Jonathan Richman y Violent Femmes, y de ‘Oliver’s army’, de Elvis Costello. “’Una cançó contra els exèrcits i les guerres’”, anunció con seriedad Baños, como si se hubiera transformado en Lluís Llach.

JUNGLAS Y CURVAS

No lució él sus corbatas y chalecos de profesor, ni apareció el grupo, como otras veces, disfrazado de abeja o tocado por una barretina. Eso sí, camisetas corporativas que diluyen individualidades y resaltan la idea de banda, de pandilla que conserva un espíritu y una inocencia a los cuarenta y tantos. Con canciones, algunas, que remiten a otros tiempos, citando a The Smiths o al cobrador de la SGAE ("¿todavía existe la SGAE?”), y esbozando audaces metáforas que deslizaron nuevos significados: “Tu cama fue como el Mekong, / un río hacia el horror / lleno de junglas y de curvas de las que nadie me advirtió”, cantaron en ‘Vietnam sentimental’. Que se lo digan a Baños.